Reportaje
El camino hacia los altares de san Francisco Solano
Montilla celebra este sábado el 350.º aniversario de la beatificación de su patrón. Pero mucho antes, este fraile franciscano ya gozaba de una gran devoción no solo en su ciudad natal, sino también en vastas regiones de Hispanoamérica

Salida procesional de san Francisco Solano de la parroquia en la que se venera en Montilla. / José Antonio Aguilar
Montilla conmemora este sábado el 350.º aniversario de la beatificación de san Francisco Solano, a instancias del papa Clemente X. El 25 de enero de 1675, El Mejor de los Montillanos iniciaba así un camino hacia los altares que culminaría definitivamente el 26 de diciembre de 1726, cuando el Apóstol de América fue canonizado por el papa Benedicto XIII.
Con todo, la fama de santidad acompañó siempre a este fraile que vio la luz en Montilla, el 10 de marzo de 1549, en una casa de la antigua calle del Sotollón sobre la que hoy se asienta, precisamente, la parroquia de San Francisco Solano. Prueba de ello es que tan solo 15 días después de su fallecimiento, que acaeció en Lima el 14 de julio de 1610, día de San Buenaventura, los franciscanos peruanos presentaron una petición ante la Curia limeña para que se solicitara al papa Pablo V la apertura de la causa de su canonización.
El patronazgo
Sin embargo, pese a no haber sido declarado todavía «beato» de manera oficial, san Francisco Solano se convertiría en profeta en su tierra el 25 marzo de 1647 cuando, a instancias de los sextos marqueses de Priego –Luis Fernández de Córdoba y Mariana de Córdoba–, se acordó su nombramiento como patrono de Montilla.
«Luego tuvo que pasar prácticamente un siglo para que esta designación adquiriese el necesario reconocimiento eclesiástico, que llegaría en 1745, gracias a la Bula de Patronato que rubricó el papa Benedicto XIV», explica Elena Bellido, doctora en Historia por la Universidad de Córdoba y directora de la Fundación Biblioteca Manuel Ruiz Luque.
«Entre tanto, durante el transcurso de estos 98 años, al fraile montillano le fueron otorgados canónicamente los distintos escalafones de santidad con los que logró ser elevado a los altares, comenzando con su beatificación, tal día como este sábado, pero de 1675, y su posterior canonización en el año 1726», recuerda la historiadora.
Con el propósito de favorecer las respectivas declaraciones por parte de las autoridades eclesiásticas y alentar una mayor devoción hacia el religioso –que era muy popular no solo en Montilla, sino también en vastas regiones de Hispanoamérica e, incluso, en Roma–, se comenzaron a publicar las primeras biografías que exaltaban sus virtudes de santidad.

La imagen de san Francisco Solano que preside el retablo mayor de la parroquia de El Santo / José Antonio Aguilar
La Fundación Biblioteca Manuel Ruiz Luque custodia el más completo y sustancioso repertorio bibliográfico en torno a san Francisco Solano, formado por un elevado número de ejemplares de gran valor documental y de una extraordinaria rareza pues, como subraya Elena Bellido, «algunos de ellos son considerados ejemplares únicos».
Entre ellos destaca una obra impresa en 1747 que recoge un sermón pronunciado por el religioso montillano fray Antonio de la Ascensión, una vez que la Cancillería Apostólica había expedido, dos años antes, la Bula de Patronato de San Francisco Solano en Montilla, fijando su festividad cada 14 de julio, día que, además, habría de establecerse como fiesta de precepto.
La Oración panegírica que la muy noble y leal ciudad de Montilla tributó a su patricio Señor San Francisco Solano vio la luz en la Imprenta Real situada en la Casa del Correo Viejo de Sevilla. Para Elena Bellido, «nos encontramos ante una de las joyas bibliográficas de la Fundación Manuel Ruiz Luque», ya que puede ser considerada como «uno de los primeros impresos dedicados a san Francisco Solano compuesto por un autor local». Un ejemplar que sirve para conmemorar el 350.º aniversario del camino hacia los altares de Solano.
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