Curiosidades de la provincia
El castillo olvidado de un pueblo de Córdoba: de refugio en las guerras a redil de ovejas
Las lanudas descansan plácidamente entre los vestigios de una fortaleza alzada en tiempos en los que el peligro azotaba a esta localidad
La imagen resulta bucólica y parece sacada de esas recreaciones futuristas que pintan un mundo reconquistado por los animales. Y en parte es así. No deja de sorprender ver a las ovejas bajar por las lomas del cerro donde se erige el olvidado castillo de un pueblo de Córdoba. El patio de armas de la fortaleza, lejos del espíritu militar que lo alzó y de los episodios bélicos de los que es testigo, ha quedado como un plácido redil para las lanudas.
En el norte de la provincia, en el valle del Guadiato, los restos de este enclave patrimonial hablan del conflictivo pasado de un territorio de frontera donde se libraron enfrentamientos en sucesivas épocas de la historia. A lo largo del tiempo, ha sido un lugar de paso de las principales rutas que unían a Córdoba con el resto del país. De hecho, la fortificación se halla tan solo a un día a pie de la capital, en la confluencia de las vías que conectaban a la provincia con Mérida y Almadén.
El pasado incierto de un refugio seguro
Desde las alturas se divisa una sierra atravesada por el Guadiato y la gran mancha de agua que supone el embalse de Puente Nuevo. El lugar, ahora propicio para la evasión, sirvió de refugio desde época califal. En la Guerra de la Independencia y, más recientemente, en la Guerra Civil, las tropas acudían a su resguardo cuando sentían el peligro de una zona marcada por las refriegas.
Pese a esa situación, la ausencia de restos militares o habitacionales invita a pensar a los historiadores que nunca tuvo una ocupación permanente, y probablemente tampoco un claro uso militar. Algunas teorías apuntan más a que se trataba de un refugio para las caravanas que discurrían por aquellos transitados caminos.
Restos de un pasado más glorioso
Fue construido durante el califato omeya de Alhakén II, allá por el siglo X, como fortificación defensiva ante los reinos cristianos, que pasaron a poseerlo más tarde, cuando Fernando III conquistó Córdoba en el siglo XIII. Del conocido como castillo de El Vacar, o Mano de Hierro, situado en Espiel, solo queda un recinto cuadrangular rodeado por deteriorados y gruesos muros que, en su tiempo de esplendor, estaban flanqueados por ocho torres.
Conquistada por las ovejas, el carácter militar de la fortaleza ha quedado en el olvido, aunque sus vestigios sean huella del pasado que rodeó a la localidad espeleña. Los restos arqueológicos hallados en la zona, como cerámicas de tradición ibérica, prueban que el enclave estuvo habitado mucho antes de que el castillo coronara aquellos lares. De esos tiempos más gloriosos, solo quedan ruinas y retazos, al punto de que en el castillo no se acometen reformas desde hace décadas.
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