El yacimiento arqueológico revela una posible epidemia durante el Neolítico

El sitio de La Beleña se documenta como uno de los primeros hipogeos en Iberia

Un equipo de científicos publica algunos de los resultados obtenidos en las excavaciones realizadas en la necrópolis egabrense desde el año 2015

Miembros del equipo de científicos y arqueólogos de la Universidad de La Laguna.

Miembros del equipo de científicos y arqueólogos de la Universidad de La Laguna. / CÓRDOBA

José Moreno

José Moreno

Cabra

El yacimiento de la necrópolis de La Beleña, ubicado en el término municipal de Cabra, está siendo objeto de interés por la comunidad científica tras la publicación en el último número de la revista Radiocarbon que edita la universidad inglesa de Cambridge, de algunos de los resultados obtenidos en las excavaciones que desde sus inicios en el 2015, se han venido realizado en los últimos años.

El estudio, publicado por el equipo que realizó las mencionadas excavaciones, bajo la dirección de los profesores y catedráticos Dolores Camalich y Dimas Martín, de la Universidad de La Laguna, destaca algunas conclusiones, como que esta necrópolis es uno de los conjuntos de hipogeos más antiguos de Iberia o que experimentó una muy breve oleada de enterramientos potencialmente relacionada con un acontecimiento catastrófico.

El análisis de radiocarbono y modelado bayesiano, que ha sido realizado por un equipo de investigadores de la mencionada universidad de La Laguna junto a otros de las universidades de Las Palmas de Gran Canaria, Málaga y Granada, ha desvelado datos sorprendentes sobre las prácticas funerarias de las sociedades del Neolítico Tardío, incluyendo la posibilidad de una epidemia que habría causado un aumento repentino de entierros.

Entrada a la necrópolis egabrense, situada en una finca de olivar . | CÓRDOBA

Entrada a la necrópolis egabrense, situada en una finca de olivar. / CÓRDOBA

En este hipogeo -tumba excavada en roca que es uno de los tipos de enterramientos colectivos prehistóricos menos conocidos-, que fue descubierto en 1973, se han identificado hasta cinco cámaras funerarias en las que se han hallado restos de al menos 79 individuos.

Activa en dos fases

Además, se ha podido conocer que esta necrópolis estuvo activa en dos fases principales, separadas por varios siglos de inactividad. La primera comenzó alrededor del 3700 a.C. con la apertura del hipogeo 5, que se usó para los primeros enterramientos. Tras un período de inactividad de aproximadamente 250 años, el sitio volvió a ser utilizado intensamente en una segunda fase, entre el 3400 y el 2900 a.C., cuando se construyeron y utilizaron otros hipogeos para depositar a los fallecidos.

El estudio desvela datos sobre las prácticas funerarias

La característica más destacada de esta segunda fase es el incremento abrupto en el número de enterramientos, lo que ha llevado a los investigadores a sugerir que pudo haber ocurrido algún evento catastrófico, como una epidemia, que afectó a la población. El Hipogeo 6 es el ejemplo más destacado de este fenómeno, ya que contiene los restos de 17 individuos que, según las pruebas de datación, parecen haber muerto en un corto periodo de tiempo. Aunque no se han identificado signos evidentes de enfermedad en los huesos, la concentración repentina de entierros podría estar relacionada con una crisis sanitaria, similar a epidemias documentadas en otras culturas prehistóricas.

El estudio confirma que La Beleña es uno de los primeros cementerios hipogeos documentados en la Península Ibérica. Esta forma de enterramiento colectivo, común en otras partes de Europa Occidental durante el Neolítico Tardío, se extendió rápidamente en la región, posiblemente por un aumento en la movilidad humana y los intercambios culturales a larga distancia.

La concentración repentina de entierros podría estar relacionada con una crisis sanitaria

Además de la datación por radiocarbono, se realizaron análisis isotópicos de los restos óseos para obtener información sobre la dieta de los individuos enterrados. Los resultados revelan que tenían una dieta predominantemente basada en la agricultura y la ganadería, con poca o ninguna dependencia de recursos marinos o de agua dulce, lo que coincide con lo que se sabe de otras comunidades neolíticas de la Península Ibérica, que vivían en asentamientos rurales y practicaban una agricultura relativamente avanzada.

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