Ha fallecido la priora de la comunidad de las Carmelitas Descalzas de Lucena, a quien el papa Francisco, en los últimos años, telefoneó en repetidas ocasiones para mantener extensas conversaciones. El origen argentino de ambos, compartido, también, con otras dos religiosas del convento, fraguó una prolongada y cercana relación, desde que Bergoglio ejercía de arzobispo de Buenos Aires.

Sor Adriana de Jesús Crucificado moría el pasado viernes en el convento de San José y Santa Teresa de la localidad, ubicado, precisamente, en la avenida de Santa Teresa. 

Al término del año 2013, el papa Francisco contactó, por vez primera, con estas monjas, para felicitarles en Año Nuevo. Un deseo del obispo de Roma que precisó de, al menos, dos intentos. Esta llamada inicial adquirió una repercusión incluso nacional. En aquel entonces, cinco monjas residían en el convento. Este gesto de afecto e interés del papa Francisco se reprodujo en sucesivos episodios. 

El Papa, a través de sor Adriana, transmitió su “bendición” al conjunto de Lucena y, según el mismo relato de la priora, “pidió a todo el mundo que de una manera u otra se relacione con vuestro monasterio, le digan que el Papa les manda un saludo”.

La vida religiosa de la madre Adriana comenzó a los 18 años en el Carmelo del Corpus Christi, en Buenos Aires, y ya desempeñó cargos de responsabilidad. A los 20 años de trayectoria consagrada, renovó y vigorizó su vocación, para ayudar a los Carmelos de España, quienes solicitaban monjas para poder perseverar en su misión.

Su compromiso, definido como "fiel y alegre", en España, ha transcurrido durante 28 años, primero en el Carmelo de Castellón y, seguidamente, en Lucena, en una etapa de 23 años.

Sus hermanas de la comunidad aportaban que el municipio ha sido “una ciudad muy querida para ella” porque suponía “continuar la vida carmelitana en un Carmelo de más de 400 años”.

Desde la Diócesis exponen que “se entregó fiel hasta la muerte, entregando su alma fiel y feliz”. 

Respetando su voluntad, era velada en el coro por las hermanas de la congregación y cientos de fieles, tal y como comunicaba la la Diócesis de Córdoba, acudieron en la mañana del sábado, 16 de septiembre, a rezar por la fallecida, tanto en la celebración matinal como en la misa exequial, presidida, a las 17:00 horas, por el obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, y concelebrada por los párrocos de Lucena.