Reportaje
Una reliquia singular
Cada 20 de enero los fieles montillanos tienen la oportunidad de besar una falange distal de San Sebastián, un capitán de la guardia pretoriana martirizado en el año 288
La parroquia de San Sebastián, el templo más antiguo de Montilla, ha acogido esta semana los cultos solemnes en honor de su titular, un capitán de la guardia pretoriana que fue condenado en el año 288 a morir a flechazos por orden del emperador Diocleciano.
En la tarde de este viernes, al término de la eucaristía presidida por Antonio Ramírez Climent, los fieles del barrio de la Cruz tuvieron la oportunidad de besar una falange distal de San Sebastián, un hecho que es posible gracias a la astucia del escritor y periodista montillano José Ponferrada Gómez, quien, allá por 1952, descubrió que un fragmento de un dedo del mártir romano se encontraba en Montilla.
A comienzos de la década de los cincuenta, Ponferrada estaba desarrollando una investigación mediante la cual pretendía desmentir las afirmaciones del prestigioso historiador Luis Ramírez de las Casas Deza quien, en una de sus obras, afirmaba que El Gran Capitán había visto la luz en Córdoba y no en el castillo de Montilla, como se venía aceptando tradicionalmente.
Por tal motivo, José Ponferrada Gómez se hizo con un ejemplar de Las Crónicas del Gran Capitán, obra anónima del siglo XVI que fue recuperada por Bartolomé José Gallardo, y descubrió la adquisición por parte de Gonzalo Fernández de Córdoba de una reliquia del dedo de San Sebastián.
Según este códice, el militar montillano adquirió en 1503, durante el asalto y toma de Montecassino, en Italia, varios objetos de culto que habían sido saqueados por los soldados que participaron en la batalla. La crónica señala que El Gran Capitán devolvió a la abadía todas las reliquias excepto «la de un dedo de San Sebastián que fue destinada a la iglesia del mismo nombre de Montilla».
Este dato, que hasta entonces había pasado inadvertido entre los historiadores locales, provocó que José Ponferrada se afanara desde ese instante en la búsqueda de esta singular reliquia.
Las pesquisas que realizó en la antigua iglesia de San Sebastián fueron infructuosas. Sin embargo, se decidió a indagar en el convento de Santa Clara, fundado por descendientes de la familia del militar. Y fue allí, en una estancia en la que hay un lienzo del santo, donde José Ponferrada reparó en un pequeño relicario plateado que, en efecto, contenía una reliquia del dedo de San Sebastián.
Desde entonces, cada 20 de enero, los fieles tienen la oportunidad de besar esta reliquia entregada a principios del siglo XVI a Pedro Fernández de Córdoba, primer marqués de Priego.
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