LA SITUACIÓN ACTUAL

Ucranianos en Córdoba: de la guerra a una vida en paz

Los refugiados del conflicto con Rusia intentan rehacer su vida en sus pueblos de acogida | Desde marzo, la Subdelegación ha expedido 675 resoluciones de protección temporal

Una familia de ucranianos con los egabrenses que les acogieron, Chari Lama y Manolo Moreno.

Una familia de ucranianos con los egabrenses que les acogieron, Chari Lama y Manolo Moreno. / Moreno

R. V. / J. M. / E. M. / M. C.

Desde que estalló la guerra en Ucrania, el éxodo ocasionado provocó que miles de ciudadanos del país invadido por Rusia buscaran refugio en otras naciones. Toda Europa se volcó en articular medidas para darles protección, como ocurrió también en España. Numerosas organizaciones no gubernamentales, administraciones y ciudadanos a título particular organizaron expediciones de evacuación. En Córdoba la solidaridad no se hizo esperar y también se convirtió en punto de destino. 

Para dar una cobertura legal a las numerosas llegadas que se estaban produciendo, desde el Miniterio del Interior se empezaron a expedir las denominadas resoluciones de protección temporal para estos ciudadanos. Estas resoluciones se expiden en cada provincia, pero, según informan desde la Subdelegación del Gobierno, no quiere decir que todas las personas a las que se les haya concedido este documento en Córdoba permanezcan aquí, puesto que dicha resolución les permite moverse libremente no solo por España sino también por Europa. Por ello, saber con exactitud cuántos refugiados ucranianos permanecen a día de hoy en la provincia no es fácil.

Desde marzo hasta el día 3 noviembre, la Subdelegación de córdoba ha tramitado favorablemente un total de 675 resoluciones de protección temporal. En Andalucía el número total es de 21.597 y en España 151.620. Por otro lado, según los datos que ha difundido esta última semana el Instituto Nacional de Estadística sobre la población residente en la provincia de Córdoba, se contabilizan un total de 511 naturales de Ucrania.

De los refugiados, no han sido pocos los que se han quedado a residir en los pueblos de acogida, donde intentan iniciar una nueva vida en paz tras huir de la guerra. 

Cabra | El 19 de marzo cambiaron sus vidas

La vida les cambió el 19 de marzo del presente 2022, cuando el joven ucraniano Alexis, de 26 años de edad, junto a su esposa y tres hijos, uno de 11 años, otro de 4 y una niña de poco más de uno, llegaron desde Kiev a Cabra huyendo de la guerra y de la miseria en la que su país se halla inmerso desde que el pasado 22 de febrero fuera invadido por Rusia.

Alexis, que hace más de 20 años llegó a casa de Chari Lama y su esposo Manolo Moreno como uno de aquellos menores ucranianos de acogida que pasaban los veranos en Cabra y la comarca a través de la asociación benéfica Miguel Vacas, se muestra feliz y con el deseo de seguir en la ciudad que lo acogió siendo un niño para poder darle un futuro de paz y seguridad a su familia, ya que tiene claro que no piensa regresar a su país, donde comenta que «la situación ahora es peor que hace nueve meses».

Con las ayudas que recibe de su «mamá» Chari y su «papá» Manolo y de la familia y amigos de estos, junto a la que también se les ofrece desde Cáritas, vive como una familia egabrense más en un piso alquilado en el centro de Cabra al que se fueron el pasado 7 de octubre. Un alquiler al que tiene que hacer frente con 350 euros de los 900 euros que le quedan, el único ingreso que la familia ucraniana tiene, después de costear su sustento alimenticio con lo que gana como montador de atracciones de feria de una empresa lucentina. Con ella recorre buena parte de la geografía española, por lo que muchos días, e incluso semanas, los pasa lejos de su familia.

Ilusionados con su nueva vida y plenamente integrados, donde los niños que ya comienzan a hablar español gracias a su vida en el colegio público Andrés de Cervantes y en la también pública Escuela Infantil San Rodrigo y donde también hacen uso del comedor escolar, se muestran confiados en salir adelante gracias, sobre todo, a su trabajo y esfuerzo, sin dejar de lado alguna ayuda que les pueda llegar como la que han solicitado al Ayuntamiento y que se concede a jóvenes empadronados en la localidad para hacer frente al alquiler; y el ingreso mínimo vital que concede la Seguridad Social, ya que solo recibieron algunas ayudas públicas, no muchas, en los primeros meses de su llegada.

Palma del Río | El sueño diario de volver a su tierra

Julianna Koval tiene 36 años y era profesora de música en Ucrania. Ahora vive en Palma del Río desde el 28 de febrero, 4 días después de la invasión en su país, y trabaja como limpiadora. Sin dudarlo, confiesa que «sí, estoy bien en Palma del Río, me gusta de este pueblo, sobre todo su recinto histórico». Tampoco duda al contestar a la pregunta sobre si le gustaría volver a su tierra. «Todos los días quiero volver a Ucrania», porque considera que «alguien tiene que desarrollar el país». 

Julianna salió de su país por Polonia junto a su madre Olena, repostera de profesión, que muestra fotos de unos dulces y tartas muy creativos. Cuentan que su hogar está en una zona de conflicto, cerca del aeropuerto, un punto estratégico, así que pudieron ver los primeros bombardeos. Cuentan que estuvieron en la cola de la frontera doce horas seguidas, que se subieron en un autobús y que fue un viaje de llantos y lágrimas. «Era una huida, las casas temblaban por las explosiones y pasando la frontera bombardearon un campamento militar». 

Junto a esta familia, el matrimonio de Anatoliy Bulyavets, de 73 años, y Sofía Bulyavest, de 71, que están en Palma junto a un hijo, su nuera y sus nietos. Ellos llevan años residiendo en la ciudad y forman parte de una comunidad que supo lograr la solidaridad de los palmeños para reunir recursos de primera necesidad que fueron enviados a su país. Anatoliy y Sofía llegaron a Palma en marzo, en «un autobús de Pérez Cubero». No ocultan que «fue muy difícil psicológicamente abandonar nuestra tierra, cerrar nuestra casa, resistimos hasta última hora... Ha sido dejar nuestra vida, nuestros antepasados, viajar sin equipaje». Salieron por Polonia por su propios medios y tuvieron que dejar su coche en la frontera. Las imágenes que reviven son dolorosas porque recuerdan que cuando pasaron «había niños chicos sin padres».

Algunos de los miembros de la comunidad de ciudadanos ucranianos que viven en Palma del Río.

Algunos de los miembros de la comunidad de ciudadanos ucranianos que viven en Palma del Río. / Elisa Manzano

Anatoliy es ingeniero mecánico, ha sido capataz de una gran fábrica, con 8.000 trabajadores; Sofía, cocinera profesional y condecorada con la Medalla del Reconocimiento de Ucrania, «por mi trabajo». Sofía intenta dejar claro que «hemos salido muchas personas de nuestro país porque hemos huido de una situación extrema» y añade que «en ningún momento somos vagabundos, somos personas con trabajo digno y casas que hemos cerrado», y concluye diciendo que «Ucrania es un país joven que estaba desarrollándose, nuestra tierra es negra, el patrimonio más importante es su gente, trabajadores que quieren a su país». Recuerda que Ucrania «es el segundo país más grande de Europa, que cuenta con grandes universidades, siempre hemos recibido a estudiantes de otros países; tenemos grandes científicos. Si no llegan los rusos, Ucrania ocuparía una gran posición en Europa».

A este grupo de ucranianos de Palma del Río pertenece también una profesora de Primaria ya jubilada. Olha Misyura (75 años). Vive en Palma junto a uno de sus hijos, en una calle donde hay un colegio y su hijos dicen que «llora cuando ve niños». Olga ha sido una enamorada de su profesión, además de sus clases en los centros educativos, ayudaba a los niños de sus vecinos y amigos. Con esta sensibilidad por la infancia, manifiesta que «lo más importante es la paz, que cada país viva en paz, que puedan estudiar, que la gente sea buena de corazón», y subraya que la guerra trae miserias, «arruina colegios, hospitales, incluso donde las madres tienen a sus hijos, guarderías». Se dirige a los jóvenes para pedirles que «no permitan que vuelva a ocurrir» y que tengan respeto a la humanidad.

La comunidad de Ucrania en Palma del Río está creando la asociación Mria, que significa sueño, según apunta Elena Bulyavent, quien recalca que será una entidad benéfica y cultural «para ayudar a nuestro pueblo, a nuestra gente, y para poder desarrollar nuestra cultura aquí». 

Pozoblanco | El deseo de quedarse en Los Pedroches

A la comarca de Los Pedroches llegaron 48 ciudadanos ucranianos que se repartieron por localidades como Hinojosa del Duque, El VisoVillanueva del DuqueTorrecampo o Pozoblanco. La mayoría de ellos se han marchado ya.

En Pozoblanco se asentaron 28 personas. Lo hicieron a través de la Fundación Cinco Caballeros con la colaboración de la asociación Solidaridad Urgente. En este municipio fueron acogidos por familias, en unos casos , o se instalaron directamente en pisos que se les proporcionaron gratuitamente. En Pozoblanco, en la actualidad quedan 11 personas, 7 en El Viso y una anciana en Villanueva del Duque. En Torrecampo fue el Ayuntamiento el que se ocupó del acogimiento.

Kateryna Chiertokova, a la derecha, es una ciudadana ucraniana que mantiene su residencia en Pozoblanco.

Kateryna Chiertokova, a la derecha, es una ciudadana ucraniana que mantiene su residencia en Pozoblanco. / CÓRDOBA

La mayoría de estas personas piensan quedarse a vivir definitivamente en España, porque están integrados en Los Pedroches. Muchas de ellas han trabajado gracias a contratos de prácticas tuteladas con la ayuda de la asociación Solidaridad Urgente.

Darya, sin embargo, piensa en volver y reunirse con su familia. Vive en El Viso desde el comienzo de la guerra con su hijo Makar, que tiene 7 años, y elabora pasteles que vende por encargo. Por ahora quiere trabajar duro para poder mantener a su hijo y ayudar a sus padres. Su afición se ha convertido en un trabajo . 

Mientras, la asociación Solidaridad Urgente continúa con su ayuda. Han contado con el Ayuntamiento de Pozoblanco para organizar un festival con el fin de recaudar fondos. Charo Blanco, impulsora de la asociación, cuenta que disponen de dinero para ayudar hasta abril y para seguir enviando material sanitario a través de un ciudadano ucraniano desde Madrid.

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