Diario Córdoba

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PATRIMONIO

El toro íbero de Castro del Río recuperado en Tarragona se halló en una finca mientras se sembraban olivos

El terreno se encuentra a 3,5 kilómetros del pueblo entre los cortijos del Polvillo y Santa Sofía

Imagen del estado en el que fue hallada la escultura. CEDIDA POR LA POLICÍA NACIONAL

La escultura de un toro de origen íbero recuperada por la Policía Nacional en Tarragona fue hallada en una finca de Castro del Río a finales de los años noventa. La pieza tiene una antigüedad establecida entre los siglos IV y V a.C., representa a un toro y fue localizada en un museo perteneciente a una fundación privada ubicado en la provincia de Tarragona. 

Según informó este lunes la Policía Nacional, la investigación comenzó en el año 2020 cuando los agentes localizaron en un museo privado tarraconense una escultura de origen íbero que representaba a un toro. Esta escultura se encontraba íntegra y restaurada, pero llamó la atención de los investigadores que estaba claramente formada por dos bloques de piedra.

Desde hacía tiempo, los agentes realizaban gestiones para la localización y recuperación de dos bloques de piedra que formaban parte de la escultura de un toro íbero. De ellos existían referencias en un artículo académico del año 2004 publicado por un arqueólogo de reconocido prestigio en Córdoba, así como una reseña en un blog de un vecino de la capital. En el citado artículo, al que ha tenido acceso Diario CÓRDOBA, se explica que la pieza fue hallada «al abrir hoyos para plantar olivos» en una zona situada entre los cortijos del Polvillo y Santa Sofía, en el término municipal de Castro del Río, a unos 3,5 kilómetros del pueblo. 

Escultura de origen íbero recuperada. POLICÍA NACIONAL

El bóvido hallado, según se recoge en el artículo citado por la Policía, «no está completo y solo se conservan dos partes, una correspondiente a la cabeza y otra al torso del animal». En cuanto al material utilizado, explica que «es una caliza blanquecina muy blanda y de grano fino, muy apta para la talla», lo que ha permitido la restauración a que ha sido sometida. Sobre el tamaño de la escultura cita el autor que «las dimensiones del torso son 0,81 metros de longitud; 0,35 metros de ancho conservado y 0,45 metros de altura conservada». Además, se indica que el animal reposa «sobre un escabel de 10 centímetros de grosor, de forma rectangular y formando parte de la misma pieza». Se señala asimismo que «el lado mejor es el izquierdo, no solo porque nos ha llegado más completo, sino porque además fue el más trabajado y cuidado». «El animal está echado sobre sus extremidades anteriores -sigue indicando el artículo- y posteriores flexionadas en su posición natural. Le falta la mano derecha aunque se advierte el arranque del codo. Si se observa la escultura desde atrás se advierte cómo casi todo el animal descansa sobre el sector izquierdo del escabel, originándose una ligera inclinación del cuerpo hacia el lado opuesto». La cabeza mide 0,27 metros de longitud, 0,24 de ancho y 0,32 de alto. Como detalle, señala el autor que «la papada no se conserva completa y debía estar decorada con series de incisiones onduladas que se prolongan hasta el morrillo cubriéndolo completamente».  

En el trabajo de investigación se recoge que «en este caso no se puede establecer una relación directa de ese lugar con un gran asentamiento, ya que la zona del cortijo del Polvillo-Santa Sofía se encuentra a mitad de camino de los dos oppida más próximos, el situado en el barrio de la Villa de Castro del Río, a unos 3,5 kilómetros al oeste, y el oppidum del cortijo de Ízcar de Baena». Sí se puede relacionar, en cambio, con la finalidad funeraria del monumento al que pertenecería, al igual que otras esculturas halladas en la Campiña cordobesa, como la Leona de La Rambla

Con todos los datos recabados, los agentes contactaron con el autor del artículo y con el titular del blog, quienes pusieron de manifiesto en su declaración que pudieron ver los dos fragmentos al poco tiempo de su aparición en el campo. Tras varias pesquisas, identificaron a la persona responsable del expolio, indica la Policía. En su declaración como testigo, puesto que el delito ya había prescrito, reconoció que en los años 90, cuando se encontraba realizando tareas agrícolas, encontró dos bloques de una misma escultura que representaba un toro. 

Según explicó esta persona, la noticia del hallazgo se propagó rápidamente, siendo bastantes las personas que, desde diferentes puntos de España, se interesaron por su adquisición, vendiéndola finalmente a un vecino de Barcelona. Los agentes han determinado que al ser hallada la escultura en la década de los 90, estando ya en vigor la actual Ley de Patrimonio Histórico Español, el hallazgo debió comunicarse a las autoridades al tratarse de bienes de dominio público, comunicación que no se llevó a cabo. Por tal motivo, el reconocimiento del hallazgo y posterior venta por parte de la persona que lo encontró acredita la procedencia ilícita de la pieza.

Como resultado de todas las gestiones se ha intervenido la escultura y se ha trasladado a las dependencias del Instituto del Patrimonio Cultural de España (IPCE).

Estudio interdisciplinar de la pieza arqueológica

En el Instituto del Patrimonio Cultural de España se ha llevado a cabo un estudio científico técnico transdiciplinar de la misma, empleando distintas técnicas de imagen y de caracterización de materiales para determinar los posibles daños que hubiera sufrido la pieza debido a las modificaciones realizadas. Del resultado del informe se desprende que no se siguieron los criterios y recomendaciones emitidas por los organismos competentes en materia de conservación y restauración del patrimonio cultural. Asimismo, los tratamientos de limpieza aplicados y las intervenciones realizadas para el ensamblaje de los dos fragmentos han ocasionado alteraciones irreversibles.

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