Diario Córdoba

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Audiencia Provincial

El acusado del crimen de Rute acepta los 21 años de cárcel que pide la acusación

El autor confeso mató a martillazos a su esposa el 2 de julio del 2019 | Pese a la conformidad de la defensa con la calificación de asesinato con alevosía, ahora un jurado popular deberá decir sobre el caso

El acusado del crimen de Rute, de espaldas, durante el juicio. A.J. González

La defensa del vecino de Rute acusado de matar a su esposa a martillazos en el verano del 2019 ha aceptado la calificación de asesinato con alevosía, por la que el Fiscal le pide una pena de 21 años de cárcel. No obstante, ahora deberá decidir un jurado popular.

El juicio por este crimen machista acaecido en la madrugada del 2 de julio del 2019 en la localidad cordobesa de Rute ha comenzado este lunes, con la constitución del jurado en la Audiencia Provincial. Aquel día, el esposo de la víctima y autor confeso del crimen, propinó siete martillazos que acabaron con la vida de la madre de sus hijos.

El acusado acepta los 21 años de cárcel que le piden

Las tres acusaciones -particular, Ministerio Fiscal y Junta de Andalucía- han coincidido en pedir una pena de 21 años de cárcel por un delito de asesinato con alevosía. La defensa del acusado y el propio implicado ha aceptado esa calificación, a pesar de que, en el escrito previo, se habían mantenido en la postura del homicidio.

El acuerdo entre las partes, sin embargo, no tendrá efecto hasta que el jurado conformado este lunes delibere y se pronuncie al respecto. Durante el juicio, los médicos forenses que analizaron el cadáver han descartado cualquier posibilidad de ensañamiento, aunque la alevosía, reconocida por todos, resulta más que evidente al no caber posibilidad de defensa por parte de la víctima.

Los forenses concluyen que todo parecer indicar que la fallecida perdió la consciencia o quedó aturdida tras los primeros golpes al no presentar lesiones defensivas y apuntan a que las heridas pudieron producirse, incluso, en menos de un minuto. "En 10 o 7 segundos se hacen", indican. Y añaden que "el dolor es instantáneo porque a continuación vienen los golpes mortales". "Nos gustaría creer que inmediatamente queda inconsciente, porque se habría librado de un dolor que resulta inhumano", ha apostillado la acusación particular.

El crimen, culmen de una separación

Tras este caso hay una historia de separación. La víctima, que contrajo matrimonio y tuvo dos hijos -menores de edad- con el autor confeso del crimen, comunicó días antes del trágico desenlace su intención de poner fin a la relación de pareja. Con anterioridad, cesó la convivencia durante un tiempo. Una decisión que, meses después, cambió y volvió a unir bajo el mismo techo al matrimonio hasta que, cuando la mujer empezó a trabajar en la empresa de su hermano, tomó la decisión definitiva de romper con la relación. Una iniciativa que trasladó al procesado en el mes de junio.

Previo a esta sucesión de acontecimientos y decisiones, la víctima había sido sometida a un maltrato psicológico, según calificó el Instituto Andaluz de la Mujer, que comenzó antes del 2011 y que iba desde el insulto, la vejación o la humillación hasta la sumisión y la amenaza. Ella misma acudió a la institución pública en busca de ayuda. Ese escenario, según ha indicado la Fiscalía, se repitió durante los años posteriores, antes y después de la separación. Si bien, es cierto, que mantenían contacto constante.

Los hechos tuvieron lugar en la madrugada del 2 de julio. Esa misma tarde del día 1 se había producido una "fuerte discusión", según la calificación, en la que el autora recriminó a la mujer que estaba influenciada por su familia en la decisión de dejar la relación. Ella le pidió que dejase de insistir en retomarla, ya que el procesado insistía mediante llamadas y visitas. El acusado, que no convivía ya con la víctima, se marchó a Iznájar -donde residía temporalmente- a las 23.00 horas.

A las 1.30 horas, volvió a Rute, accedió a su antigua vivienda con una llave, bajó al sótano a por el arma y subió al dormitorio de su mujer, donde le propinó tres puñetazos. Una vez indefensa, sobre la cama, tapó la boca y la nariz. Finalmente, acabó con su vida a martillazos. La fuerza empleada fue tal, precisa el Ministerio Fiscal, que arrancó el mango de la herramienta.

El resultado, un traumatismo craneoencefálico severo que fue letal. Cometido el crimen, tapó la cara de su mujer con una camiseta y dos almohadas, se duchó, bajó las persianas y despertó a su hija, que dormía en la habitación de al lado. Entonces, después de recoger a su hijo, condujo hasta Madrid. Durante el camino se deshizo del mango del martillo y, una vez en la capital, desayunó con los menores y se puso en contacto con la Guardia Civil para confesar los hechos. El acusado ingresó en prisión provisional el 4 de julio de ese mismo año.

Conformidad con la pena

En favor de su defendido, el abogado particular del acusado, tras expresar su conformidad con la pena solicitada, se ha referido a las palabras empleadas por el Juzgado de Lucena que dirigió en un primer momento el caso y a las utilizadas por la acusación particular durante este lunes, hablando de "sucumbir" y de "perturbación", para expresar una especie de arrebato que llevó al procesado a cometer el crimen.

El propio acusado reconoce que, durante años, existió un clima de tensión con discusiones constantes. El autor, que ha afirmado estar sometido a tratamiento psiquiátrico y ha mostrado sus deseos de seguir así, ha expresado, a preguntas de la propia defensa, su arrepentimiento y su intención de poner todo "a beneficio de las personas" que crean convenientes. La defensa ha hecho, de esta forma, un llamamiento a la concordia sin eludir la gravedad de los hechos. Durante los próximos días se presentarán varias pruebas al jurado popular.

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