Corría el año 814, con el tercer emir omeya Alhakén I en Al-Andalus, cuando se descubrió la tumba del apóstol Santiago en Compostela y la mayor comunidad de cristianos en Europa Occidental, los que vivían en la pobladísima Córdoba aunque residiendo bajo administración islámica, encontraron también un lugar para peregrinar, poniéndose a la altura de la élite árabe dominante y del precepto musulmán de viajar a la Meca.

Castro del Rio-Cordoba

Quedaba siglo y medio antes de que la política e historia diera relevancia al Camino Francés, en los reinos cristianos septentrionales, y a la influencia franca, carolingia y benedictina en el norte de la Península Ibérica. Pero antes, recoge Ibn Dinya, los mozárabes de Córdoba miraban hacia Santiago como referente de una peregrinación que tenía mucho de autoafirmación de la comunidad cristiana como grupo social, político, económico y espiritual.

El descubrimiento de la tumba del Apostol reforzó a la mayor comunidad de cristianos en Europa Occidental: la de Córdoba

Para aquel viaje, los mozárabes, supuestamente, usaron caminos igualmente antiguos trazados por romanos y hasta tartesos que enlazaban con Mérida y la mayor arteria Sur-Norte de la península: la Vía de la Plata. Después se viajaba hasta Astorga o por la entonces desértica ribera del Duero para entrar en el sur de Galicia por el camino de Chaves (mucho antes de existir Portugal) o por el Camino Sanabrés. Pero no de forma lineal, sino buscando el cobijo y la ayuda de poblaciones y monasterios según éstas tomaban importancia o languidecían.

Señal en etapa Córdoba Cerro Muriano

Y es que el Camino Mozárabe de Córdoba, como todos los que están ligados a la historia, también se comporta como un ser vivo: cambia, madura y se adapta. Así, a través de periodos de paz, guerras y etapas de intolerancia, ciudades en ascenso y decadencias han marcado su trazado. Así fue en el siglo XI, cuando el Camino Francés tomó el relevo en el protagonismo del peregrinaje a Santiago, en los distintos momentos de guerras entre reinos (con las taifas del sur o las guerras entre León y Castilla que convertían al Camino en zona de frontera), cuando se retomaron las peregrinaciones desde Andalucía tras el siglo XV con relevantes aventureros o, incluso, en la actualidad.

Presente y futuro, impacto social y económico

Si bien el Camino Mozárabe ha evolucionado con los tiempos, esta guía se circunscribe al itinerario actualmente reconocido por la Xunta de Galicia, buscando el equilibrio entre la historia y las necesidades prácticas del peregrino actual. Un itinerario que desde 1993 impulsó la Casa de Galicia en Córdoba creando la Asociación de Amigos del Camino y que después respaldaría la Unión Europea y los grupos de desarrollo rural implicados en el histórico itinerario y sus ramales del sur y del este de Andalucía en la provincia, y que hoy tiene, además, el firme apoyo de la Diputación e instituciones como la Junta y el Ayuntamiento de Córdoba.

Peregrinos en Hinojosa

Del impacto del actual itinerario y ramales confluyentes en Córdoba da cuenta el factor económico. Solo como referencia bastan unas cifras del último año prepandemia, el 2019, en donde según Peregrino, la revista oficial de la Federación Española de Asociaciones de Amigos del Camino, se estimaba que el gasto medio del peregrino antes de salir rondaba los 225 euros, el regreso le supone unos 140 euros de media y el gasto diario ‘tipo’ los 43 euros por jornada, al que hay que sumar 141 euros al llegar a la ciudad del Apóstol. Si ello se multiplica por los 347.578 peregrinos que llegaron a Santiago en ese año la cifra asciende a 417,6 millones de euros.

El gasto directo de los peregrinos en 2019, antes, durante y después del camino, supuso 417,6 millones de euros

Otro reciente estudio demuestra que el peregrino deja en el territorio el doble que un turista tipo, al concentrar el gasto en alojarse y comer. Ciertamente, solo el 2,65% de los que llegaron a Santiago en 2019 fue por el Camino Mozárabe, pero cada vez son más los que parten desde Córdoba (bien en una epopeya de 33 jornadas o segmentando la aventura en varios años) y los que la cruzan desde Almería, Granada, Jaén y Málaga. Pero no hay que pensar solo en el rédito del gasto del peregrino, con una visión turística. También habría que cuantificar la proyección de imagen de las localidades ligadas al Camino, los proyectos públicos y privados que surgen, el empleo directo e indirecto generado o el factor identitario e incluso de autoestima de las comarcas implicadas. Cuestiones difíciles de poner en cifras pero que, sin embargo, no tienen precio... aunque sí un valor infinito.