Tomás Romero Crespo confiesa que sobre la historia de su abuelo, Eusebio Crespo Díaz, solo sabía que había nacido, como él, en Torrecampo y que había muerto a manos de los nazis, pero «hasta en el campo de concentración estaba equivocado, pensaba que era Auschwitz». La vida de su abuelo «había estado totalmente olvidada, tanto en el pueblo como en la familia, prácticamente nunca se había hablado en mi casa de mi abuelo ni de lo que le había ocurrido», señala.

Ello, achaca, fue fruto de «la represión que durante muchos años sufrieron mi abuela y mi madre» que «les obligó a quedarse calladas y permanecer en el olvido y pasar los años y no llegar nunca a saber nada de ello».

En el verano del 2020 se topó con la noticia de que se iba a homenajear al último superviviente español de los campos de exterminio nazi, Juan Romero Romero, «y de pronto dicen de Torrecampo». «Algo me entró por el cuerpo sobre si habría conocido a mi abuelo, si sabría algo de él» y de ahí le nace «una inquietud de querer comunicarme con él», confiesa.

Juan Romero falleció el 4 de octubre de ese mismo año, sin que Tomás Romero Crespo tuviese opción de conocerlo, pero eso no le desanimó para emprender un camino que duró dos años para reconstruir la historia de su abuelo y salir del error: no murió asesinado en Auschwitz, por donde ni siquiera pasó, sino en el campo de Gusen el 2 de febrero de 1942.

Eusebio Crespo Díaz había nacido en 1908 y como tantos republicanos españoles se alistó una vez en exilio en el ejército francés, en cuyo territorio fue hecho preso por los alemanes el 16 de junio de 1940.

Lo que se empezó con el interés de «traerlo del olvido y dárselo a la familia y al pueblo» acabó en un libro, Volvió del olvido (Círculo Rojo, 2021), donde se centra principalmente en la figura de su abuelo pero también hace un recorrido por sus paisanos de Torrecampo que hicieron el mismo periplo.

Con esta edición ha colmado su objetivo, que no es otro que el de «rescatar del olvido, la justicia, la reparación, la dignidad, la memoria de todos estos antepasados que pasaron por un campo de concentración nazi»» y que, en el caso de su abuelo, le ha permitido «honrar su memoria». Ha sido un proceso muy laborioso porque, según subraya, la información estaba muy dispersa y en muchos de los archivos de referencia era inexistente. Hoy, Eusebio Crespo Díaz es hijo predilecto de Torrecampo y tiene una placa Stolpersteine «delante de su casa, de la que debió ser su casa si no hubiera fallecido», con la que se recuerda a las personas asesinadas en los campos de exterminio nazi. Para su nieto, «tenía la misión de explicarle a la gente en qué consistía, esto no consiste en poner una placa a alguien que murió en la guerra, fue un genocidio que se le hizo a un grupo de republicanos españoles».