Diario Córdoba

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GASTRONOMÍA Y OCIO

Tabernas y bares con historia en la provincia de Córdoba

Los locales de hostelería tradicionales cordobeses se adaptan a los nuevos tiempos sin perder su esencia | El buen comer y beber sigue estando garantizado gracias a las terceras generaciones de estos establecimientos

Barra del bar Casa Juani, en Baena.

Lo clásico nunca pasa de moda. Este dicho se puede aplicar a todo, también para la gastronomía. Muchas son las tabernas que se transforman en restaurantes con una cocina profesional, pero el público también busca ese bar típico con tradición e historia, historia que merece ser contada, en el que el buen comer y beber está garantizado con esas recetas clásicas que tanto gustan.

Y de buen comer y buen beber entiende de sobra La Tabernilla, situada en Priego e inaugurada en 1901. Con 122 años de historia, La Tabernilla es el bar más conocido de la zona gracias a su antigüedad y a sus ricas comidas caseras realizadas con recetas tradicionales que tanto encandilan al público y que sigue manteniendo Francisco Manuel Ariza, actual propietario de La Tabernilla y dispuesto a liderar la tercera generación. «Seguimos manteniendo las recetas tradicionales de las comidas como, por ejemplo, la de los riñones, la de los callos o la de los caracoles, realizados con productos naturales del campo», añade Francisco Manuel.

Lo que empezó siendo una taberna tradicional de copeo --en mayor medida de vino-- y tapeo, se ha convertido en prácticamente todo un restaurante donde Francisco Manuel, además de los platos típicos del establecimiento y manteniendo su esencia, ofrece una renovada y amplia oferta de platos y tapas que han conseguido captar la atención de nuevos clientes. «Hemos añadido cosas nuevas con las que la cocina ha pegado un salto de calidad y ha conseguido traer nuevas caras a La Tabernilla», añade el propietario.

Distinta línea sigue la Taberna Bolero de Montilla, que, a diferencia de otras muchas tabernas que se han reconvertido a restaurantes porque los tiempos que corren así lo demandan, ha mantenido toda su esencia, apostando por la tradición de ser una taberna en la que se bebe mucho vino. «Aquí no es así. Muchas tabernas se han convertido en restaurantes mientras que nosotros ofrecemos el mismo servicio desde que abrimos», declara Francisco Carlos García Santiago, que actualmente está al frente de la Taberna Bolero.

Para hablar de su inauguración hay que remontarse a 1929. Fundada por Antonio Algaba Muñoz, ha ido pasando de generación en generación hasta llegar a manos de Francisco Carlos.

Francisco Carlos García Santiago, en la Taberna Bolero de Montilla.

Francisco Carlos García Santiago, en la Taberna Bolero de Montilla. José Antonio Aguilar

El local comenzó como un espacio de vinos y tabaco y, tras sufrir remodelaciones con el paso de los años cuenta ahora con la sala de barra, un comedor, la antigua bodega, que consta de dos partes, una que se mantiene desde 1929, en la que siguen las paredes de piedra desde entonces y que recuerda su recorrido histórico, y otra que se utiliza como salón principal; por último, tiene dos patios (El Gallo y Los Limones).

Taberna Bolero, además de ser especialista en pescados y carnes a la parrilla, es, ante todo, conocida por su amplia carta de vinos, compuesta en su mayoría por productos de la tierra, copando así los vinos de Montilla-Moriles la mayor parte de esta y completada por caldos de todo el mundo.

La Tabernilla de Priego cuenta con 122 años y combina recetas tradicionales con nuevas propuestas

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Además, Taberna Bolero es también reconocida desde hace más de una década por sus exposiciones de artistas mundiales. Actualmente, los cuadros de Raymond Prestia decoran este local durante un mes.

Del mismo modo que Taberna Bolero, el bar Casa Juani sigue manteniendo desde sus inicios su sabor característico como taberna en Baena. Unos comienzos que se remontan a 1950, cuando el abuelo de Gabriel Güeto, actual propietario del bar junto con sus dos hermanos, lo alquiló, dando comienzo así a una generación de taberneros que aún sigue, siendo esta la tercera.

En Baena y sus alrededores todos conocen Casa Juani. M. Ariza / E. Manzano

En Baena y en los pueblos de los alrededores todos conocen Casa Juani por su aroma a grano de café recién molido, por su cerveza y por ser un lugar de taberneros con tradición. Además, otro de los aspectos por los que destaca son sus caracoles. Desde Semana Santa, y hasta que llega el mes de junio, en bar Casa Juani solo reinan los caracoles y las tapas, cerrándose la cocina.

Finalmente, lo que empezó siendo solamente cuarenta metros cuadrados con una barra de taberna, se ha convertido, gracias a un acuerdo realizado con la empresa sevillana de cerveza Cruzcampo, en un amplio espacio en el que poder disfrutar de un ambiente familiar en el que el buen comer y el buen beber están totalmente garantizados.

De tradición e historia tabernera también entiende un rato Eloísa Guerra, que está al frente de Bar El Guerra o Kiosko Bar El Guerra, en Palma del Río. Los padres de Eloísa comenzaron con esta aventura en el año 1975. «Mis padres abrieron esto y han luchado mucho por esto y les ha costado muchos sacrificios», afirma Eloísa. Y es que ella se ha criado prácticamente en la taberna que ha heredado, una taberna que ha ido cambiando y evolucionando con el paso del tiempo, tanto el bar en sí como su oferta gastronómica.

Kiosko Bar El Guerra es una terraza de verano en la que lo único que se encuentra techado son las dos pequeñas barras que contiene y la cocina. Poco a poco, con el paso de los años, se ha ido cerrando la terraza con toldos y cortavientos, ya que no puede realizar obras al pertenecer esa parte del bar al Ayuntamiento.

Eloisa Guerra sigue al frente del bar El Guerra, en Palma del Río. M. Ariza / E. Manzano

La oferta gastronómica no podía quedarse atrás. Los padres de Eloísa Guerra comenzaron sirviendo tapas tradicionales como, por ejemplo, la carne de monte, muy solicitada aún, filetes de hígado, los callos y ¡cómo no!, los caracoles.

Eloísa, conservando las tradicionales recetas que sus padres trasladaron al bar, ha añadido nuevos platos con los que ha conseguido una carta más amplia y variada como, por ejemplo, los calamares y los codillos, muy solicitados por los clientes que acuden al bar. Unos clientes que, al igual que el establecimiento, han ido pasando de generación en generación. Los clientes que los padres de Eloísa tenían, ella misma los sigue manteniendo gracias al buen trato que estos siempre han recibido. «Uno de los éxitos de esta casa es que mis padres se llevan bien con todo el mundo y siempre han abierto las puertas de esta casa a todo el mundo», añade Eloísa.

Kiosko Bar El Guerra mantiene su sabor y tradición. Tanto es así que conserva su decoración intacta desde 1975, una decoración que tanto Eloísa como su hermano no han querido cambiar desde que en 1992 sus padres les cediesen el local. 

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