Esta vez sí. A la luz del atardecer, con el ritual que siempre rodea a esta fiesta mariana y acompañada por miles de romeros, la Virgen de Luna ha entrad de nuevo en Pozoblanco para permanecer en la iglesia de Santa Catalina hasta el Domingo de Pentecostés.

 Han tenido que pasar, desde el año 2020, dos traslados de la imagen a su santuario y uno de traída para que los pozoalbenses hayan podido vivir la romería de febrero en todo su esplendor. Solo las mascarillas que muchos romeros llevaban a pesar de que la fiesta se desarrollaba al aire libre, en pleno paraje de La Jara, y la forma de acceder a la ermita para honrar a la Virgen, en fila provocando largas colas de entrada por la puerta principal del templo y la salida por la lateral, recordaban que todavía vivimos en pandemia.

Este año había ganas de volver a retomar la liturgia romera. Y la fiesta dio sus primeros pasos a primeras horas de la madrugada del Domingo de Sexagésima, como manda la tradición, con el toque del tambor y la llamada a los hermanos de la cofradía de la Virgen para avisarles de que quedaban horas para reunirse en la casa de hermandad y cumplir con su mandato, que no es otro que velar por la imagen y llevarla hasta Pozoblanco desde su santuario.

 Oír de madrugada el son del tambor provocó en muchos hogares el alivio de volver a una realidad que nunca debió de oscurecerse por el sufrimiento que ha provocado la situación sanitaria que estamos viviendo. El trajín del día previo con los preparativos para vivir la romería en familia o con amigos, dio paso al que se vive en las casas pozoalbenses justo antes de partir al santuario. Desde primeras horas de la mañana del domingo se pudieron ver decenas de romeros haciendo el camino a pie en dirección al templo, dejando paso a carrozas y jinetes a caballo. Mientras, quienes optaron por llegar hasta la Jara en vehículo tuvieron que hacerlo por la carretera que une Pozoblanco con Villanueva de Córdoba, el otro municipio de Los Pedroches que venera a la Virgen de Luna.

En la explanada de la ermita, durante la Eucaristía, se vivieron momentos de emoción, como el de la jura de bandera de dos nuevos cofrades: Antonio Bajo Encinas y Manuel Ruiz Dueñas. Y la entrega de las medallas de Oro y Plata a Juan Bautista Rubio y Máximo Sánchez Aguado, por sus 50 y 25 años, respectivamente, de servicio en la cofradía. Al término de la misa, el que fuera ingeniero de NASA en Maspalomas (Canarias), Valeriano Claros Guerra, ofreció a la Virgen un medallón que en su día le entregaron a él por su contribución a la misión Apolo 11 con la que el hombre llegó a la Luna. El material utilizado para la fabricación del medallón contiene partes metálicas como una abrazadera del sistema de poleas usado para izar rocas lunares al módulo lunar Águila, que aterrizó y permanece en la superficie lunar, y de piezas del escudo térmico que protegió a los astronautas durante su reingreso en la atmósfera terrestre en la nave espacial Columbia, que orbitó la Luna y retornó a la Tierra con los astronautas.

 Con esta ofrenda a la Santísima Virgen de Luna se le implora, como protectora de las misiones espaciales y de los astronautas, su protección y amparo a todos ellos. 

Juan García, capitán de la cofradía, ha anunciado que han decidido enviar a la NASA una estampa de la Virgen de Luna con una plegaria para que acompañe a todos los vuelos espaciales.

Hoy, día de fiesta local, la imagen de la Virgen vuelve a salir en procesión por las calles de Pozoblanco.