La incoación del expediente para la declaración del yacimiento arqueológico del Cerro de la Merced como Bien de Interés Cultural (BIC) por parte de la Junta de Andalucía, el pasado viernes, subraya la importancia de este complejo palacial fortificado de época ibérica. Un elemento patrimonial de gran valor, no solo para el conocimiento de la cultura ibérica peninsular, sino también para fortalecer un sector como el del turismo de interior, ya que se espera que a partir de su apertura al público, a lo largo de la próxima primavera, sean muchos los visitantes que pasen por este enclave arqueológico ubicado en las Sierras Subbéticas, en el mismo centro de Andalucía, y que permitirá conocer cómo vivían aquellos egabrenses y subbéticos del siglo V aC.

En la actualidad, continúa la investigación desde que se iniciara la primera campaña arqueológica en el verano del 2012, impulsada por el Consistorio egabrense en los terrenos que en el año 2006 adquirió para asegurar su protección. Desde entonces se vienen sucediendo, bajo la dirección de Fernando Quesada, catedrático de Arqueología de la Universidad Autónoma de Madrid, los trabajos que están descubriendo nuevos hallazgos.

La iniciativa se enmarca en el proyecto denominado Ciudades y complejos aristocráticos ibéricos en la conquista romana de la Alta Andalucía. Nuevas perspectivas y programa de puesta en valor (Cerro de la Cruz de Almedinilla y Cerro de la Merced de Cabra, que no concluirá con el fin de los trabajos propios de excavación y de su apertura, sino que la investigación emprendida continuará al menos hasta el año 2024, gracias al convenio que el Consistorio egabrense tiene firmado con la Universidad Autónoma de Madrid. Así se conocerá en profundidad lo que, al menos desde hace 2.500 años, atesoran los algo más de 400 metros cuadrados en planta, que con varias terrazas y varios niveles arqueológicos se remontan, al menos, al siglo V antes de Cristo, donde la primera edificación probablemente fuese un santuario íbero.

Recreación de modos de vida íberos por miembros de Fíbula. Didáctica del Patrimonio. FIBULA DIDÁCTICA DEL PATRIMONIO

El yacimiento se encuentra ahora protegido bajo una gran cubierta que preserva aún más su permanencia en el tiempo. En este espacio hubo a lo largo de los siglos una ocupación humana prolongada en la cima de dicho cerro desde el Neolítico. Tras una primera fase de la Edad del Bronce, se produjo la construcción de ese gran recinto fortificado, ya en época ibérica en los siglos II y I aC. Posteriormente, tras una destrucción intencionada, todavía sirvió para reutilizar sus ruinas durante un breve espacio de tiempo antes de su abandono definitivo, a mediados del siglo I aC.

Sin embargo, ese no fue su final, ya que la presencia humana se ha podido constatar que continuó unos siglos después, ya que este cerro volvería de nuevo a ser ocupado por una modesta construcción islámica de época emiral de los siglos IX-X.

Uno de los integrantes del equipo de investigación. MATEO OLAYO

Rico pasado que, gracias a las excavaciones, han permitido conocer la existencia de unos grandes muros que alcanzan, incluso, hasta cuatro metros de grosor, algo inusual en las murallas ibéricas e incluso romanas, confirmándose con casi total seguridad que el espacio albergaría dos plantas y una azotea, así como una terraza de diez metros de diámetro, que daba la bienvenida a través de una escalinata de acceso. 

Tras su abandono definitivo, el cerro y el yacimiento quedó a la merced de numerosos saqueos, siendo especialmente relevante el ocurrido a mediados del siglo XVII, probablemente motivado por la búsqueda de tesoros tras la expulsión de los moriscos, como ha quedado atestiguado por una zanja que cruza el complejo y por los vidrios y una moneda del reinado de Felipe IV encontrados de esa época, como así ha señalado en distintas charlas y acciones divulgativas el propio director de la excavación, Fernando Quesada. 

Vista aérea del yacimiento arqueológico, que se encuentra rodeado de fincas de olivos. MATEO OLAYA

A la riqueza arquitectónica que aún queda por descubrir se ha unido en estos años el hallazgo de ánforas dedicadas a almacenar, principalmente, aceite y grano, molinos harineros, pesas de telar y fusayolas, además de otra serie de elementos de uso militar, como puntas de lanza, una manilla de escudo y fíbulas, entre otros. Precisamente, estos restos se encuentran ya en Museo Arqueológico Municipal y, junto a otra serie de materiales, se podrán ver con más detenimiento una vez que concluyan los trabajos de ampliación iniciados en estos días como consecuencia no sólo de lo que el Cerro de la Merced está aportando, sino también otros trabajos que a nivel patrimonial se vienen realizando en estos años en la necrópolis neolítica de La Belena y otros yacimientos.