Es habitual escuchar entre los vecinos que «Pozoblanco no tiene nada que ver» en términos monumentales o arquitectónicos, una frase pronunciada con cierto desencanto y la mirada puesta en edificaciones relevantes del norte de la provincia como la iglesia de San Juan Bautista, conocida como la Catedral de la Sierra, en Hinojosa del Duque; el castillo y el convento de Santa Clara en Belalcázar; o la torre de Pedroche. Una percepción que el doctor por la Universidad de Salamanca y especialista en Historia Moderna e Historia del Arte Juan Andrés Molinero Merchán quiere desterrar en su ensayo de carácter científico e investigación histórica, titulado Patrimonio arquitectónico, monumental y artístico de Pozoblanco.

Vivienda de la calle Fernández Franco, conocida como «casa de don Elías». RAFA SÁNCHEZ

«Pozoblanco tiene un patrimonio brutal, que nada tiene que envidiar al de otras localidades de la provincia», defiende con pasión Molinero Merchán. Y sus argumentos convencen. Si algo caracteriza a Pozoblanco es el carácter emprendedor que siempre han tenido sus moradores. Y ese modo de enfrentarse y ver la vida se refleja en sus edificios, en los civiles, pero también en los religiosos. Y es que, como dice el autor, la arquitectura constituye uno de los mejores espejos en los que se retrata el hombre. Hombres que viajaron por España y Europa para llevar a Pozoblanco lo último para poner en marcha sus empresas. Muchos de los edificios de la localidad sintetizan los valores económicos, es decir, las capacidades económicas que tuvieron sus ancestros, de qué vivieron, qué edificios necesitaron y qué inmuebles construyeron. Reflejan las organizaciones sociales, no todos los grupos sociales pudieron hacer el mismo tipo de edificios, unas veces resolvieron arquitectura doméstica y otras veces construcciones con mayor significación.

Una joven pasa ante la fachada del antiguo Ayuntamiento, que data de 1888. RAFA SÁNCHEZ

Necesaria puesta en valor

«Todas las corrientes culturales se han proyectado sobre nuestros edificios, lo podemos valorar o no en función de nuestro conocimiento», asevera Molinero Merchán.

Suele pasar que el desconocimiento de los propios orígenes puede llevar a no reconocer lo que nos hace únicos. Por eso, recorrer las calles de Pozoblanco con otros ojos, con otra mirada diferente a la que obliga la rutina, nos hará descubrir un patrimonio que es necesario poner en valor.

El extraordinario patrimonio pozoalbense, como lo califica el profesor Molinero, se puede empezar a admirar con un simple paseo por sus calles. «Es posible estar pasando delante de la fachada de la ermita de Jesús de la Columna, en pleno centro urbano, durante décadas y no percibir su valor, no te paras a pensar que esa fachada está proyectando lo que es el barroco del siglo XVII», dice Molinero. Por eso es necesario tomar conciencia del patrimonio local pozoalbense para que políticos y ciudadanos entiendan y valoren todo lo que tienen al lado y generar conjuntamente señas de identidad que se puedan transmitir a otros lugares, provocando el interés por lo que hace única a esta localidad del norte de la provincia de Córdoba.

Ermita de San Gregorio. RAFA SÁNCHEZ

Pozoblanco tiene edificios singulares desde el punto de vista religioso, municipal, edificios de particulares, industriales y de equipamiento. Un gran patrimonio monumental en el sentido en el que lo entienden los historiadores, es decir, en lo que se define como arquitectura culta, que engloba a la arquitectura ejecutada por los grandes promotores. Se trata de la arquitectura más destacada en materiales, una arquitectura muy relevante en sistemas arquitectónicos, en técnicas, en principios estéticos.

Antigua casa de Pedro García Caballero, de Adolfo Castiñeyra. RAFA SÁNCHEZ

Y dentro de este concepto, y hablando de arquitectura religiosa en Pozoblanco, Molinero Merchán se va deteniendo primero en la iglesia de Santa Catalina, presente desde el siglo XV. Se trata de un edificio muy importante porque recoge todas las etapas históricas que se han vivido, ya que a lo largo de más de 500 años ha habido que hacerle muchas modificaciones porque el edificio se cae y se interviene en él, luego requiere ampliaciones y en esas obras se van introduciendo las novedades de cada momento. También destaca el investigador la importancia de las ermitas como la de San Gregorio, San Bartolomé --ahora iglesia--, la de San Antonio o Jesús de la Columna, ermitas a las que muchas veces no se les da valor porque aparentemente tienen una construcción sencilla pero que tienen una significación muy grande «porque respiran los aires de nuestra historia, que en este caso está muy mediatizada por los pastores de la Mesta que bajaban desde Soria atravesando Castilla hasta Andalucía atravesando Los Pedroches y en esas andaduras, a lo largo de los siglos, fueron dejando maneras de construir al igual que dejaron huella en la alimentación de la zona o en ciertas maneras de vivir. Y las ermitas transfieren todo ese legado histórico, que es muy importante y, sobre todo, los rasgos arquitectónicos que muchas veces vemos en las dos Castillas y entendemos que lo que creíamos nuestro forma parte de un todo mayor como es la Península Ibérica y su historia».

Tampoco se puede olvidar, y son dignas de descubrir, edificaciones religiosas que pertenecen a la edad contemporánea como la iglesia de los Padres Salesianos o la de Jesús Nazareno, ambas obras de maestros del siglo XX con mucha relevancia pero que nunca han sido estudiados a pesar de que tienen una gran dimensión, como el maestro Juan Bautista Caballero Cabrera, al que no se le menciona en ninguna enciclopedia y «es un señor arquitecto formado en la Escuela de Arquitectura de Madrid con gran personalidad arquitectónica», apunta el profesor Juan Andrés Molinero Merchán.

Casa solariega modernista en El Risquillo. RAFA SÁNCHEZ

Arquitectura civil

Y de la arquitectura religiosa a la civil, porque en este apartado Pozoblanco tiene un patrimonio que el autor del libro califica de «impresionante» y lamentablemente pasa desapercibido a pesar de ser obras eminentes realizadas por los mejores maestros de cada época, «porque a Pozoblanco venían los maestros de Córdoba, que a su vez eran los mejores de Andalucía». Entre ellos se encontraba Adolfo Castiñeyra Boloix. De sus lápices nacieron obras como el edificio que albergaba la antigua Prisión del Parito que hoy, tras ser rehabilitado, acoge la sede judicial, una construcción que nace siguiendo corrientes estéticas pero, lo que es más importante, para responder a nuevas necesidades, porque tradicionalmente las cárceles eran «miserables». Boloix es también autor de otro edificio que en este caso no pasa desapercibido: se trata de la antigua casa del potentado Pedro García Caballero, en la calle Real número 14, edificio de estilo modernista que hoy es sede de una sucursal bancaria. Juan Andrés Molinero Merchán, defiende que el maestro estaba experimentando y definiendo en Pozoblanco lo que luego haría en Fuente Obejuna o en Córdoba, en el edificio que hoy alberga el Colegio de Arquitectos.

Si se visita Pozoblanco o se vive en él, tampoco se puede pasar por alto el edificio del antiguo ayuntamiento, que data de 1888, obra del arquitecto cordobés Pedro Alonso Gutiérrez. Ni la conocida como «casa de don Elías» en la calle Fernández Franco, 13, obra de Juan Bautista Caballero; la conocida como Casa de las Obispas; o la casa número 3 de la Costanilla, que sigue la estela modernista como otras de la calle Benedicto XV. Pero Pozoblanco sigue sumando a su patrimonio el antiguo pósito, hoy cine, con unos sótanos proyectados para conservar a la perfección el grano que albergaban, o el popular Silo, hoy transformado en un gran teatro.

Y como estrella, el recinto de la Salchi, antes muestra del empuje empresarial de Pozoblanco y hoy a la espera de convertirse en oficinas. A todos estos edificios habría que sumar otros como el conservatorio, la plaza de toros o el mercado de abastos, sin olvidar el conjunto histórico del entorno de la plaza del Pozo Viejo y otras muchas edificaciones referenciadas por Molinero Merchán.