De «conmoción y emoción» ha calificado el alcalde de Cabra, Fernando Priego (PP), la visita que junto al delegado municipal de Patrimonio, Francisco Casas (PP), cursó en la mañana de este viernes 27 de agosto a la zona del cementerio municipal San José donde se encuentra una fosa común y donde, bajo la coordinación de Aremehisa, la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de Aguilar de la Frontera, viene realizando la empresa Arataspi desde el pasado 17 de agosto, una serie de trabajos de exhumación de los restos de las personas represaliadas por el bando franquista en el transcurso de la guerra civil y que en ella se encuentran.

«Es impactante, duro y triste venir aquí y ver cómo paisanos nuestros fueron ejecutados, asesinados cruelmente por pensar distinto a aquellos que les quitaron la vida y ver estas exhumaciones para las que desde el Ayuntamiento y la Comisión Local de Memoria Histórica, desde la unidad de todas las fuerzas políticas, dimos este paso, convencidos desde nuestra obligación ética y moral, porque sus familias tienen todo el derecho a recuperar los restos de sus familiares y a darles sepultura y tener donde recordarlos y homenajear su memoria, rescatando así a las víctimas del olvido», añadía el primer edil, recordando que para esta actuación el Ayuntamiento solicitó una subvención de unos 13.000 euros a la Federación Española de Municipios y Provincias, FEMP.

Una ayuda que concede el Ministerio de la Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática, para aquella serie de actuaciones relacionadas con la Memoria Democrática.

Estos trabajos, como señalaba la arqueóloga Virginia Barea Pareja, comenzaron tras una serie de sondeos en la zona civil del camposanto a través de una serie de testimonios orales y de las partidas de defunción del Registro Civil, practicándose en una zanja de tres metros de largo por sesenta y cinco centímetros de ancho con proyección de ampliación al sur y al oeste, donde se han encontrado los restos óseos de seis personas «que presentan evidencias de haber sido represaliadas, apareciendo en una de ellas el orificio de salida de un proyectil junto a otra serie de fracturas que se asocian en el entorno de la muerte y que claramente nos están indicando, que estamos en una fosa de la represión». 

Junto a esa fosa se ha localizado en otros días una segunda, con restos óseos de hasta el momento de al menos dos víctimas más, añadió la arqueóloga, apuntando que esta serie de trabajos que se practican de manera minuciosa tienen una duración de un mes, a través de actuaciones arqueológicas y antropológicas que permitirán, a través de un estudio de los huesos, tratar de poder identificar los restos y devolverlos a sus familias.

Barea, que agradecía la presencia diaria de familiares de las víctimas en la zona donde se vienen realizando esta serie de exhumaciones, hacía de nuevo un llamamiento a la colaboración ciudadana para intentar localizar a familiares de aquellas personas cuyos cuerpos pudieran encontrarse en estas fosas comunes al objeto de así poder identificarlos para su posterior sepultura.