Las fiestas populares empiezan poco a poco a recuperar el pulso gracias a la animación de los vecinos, siempre con prudencia y tratando de mantener las distancias de seguridad para evitar nuevos contagios de covid-19, ya que la tasa va descendiendo a pasos de gigante en estas semanas. La Diablilla volvió a recuperar en parte la festividad de San Bartolomé, patrón de Montoro, haciéndose ver desde el lunes y hasta ayer por los distintos barrios de la ciudad, incluso por los huertos familiares de San Fernando. Lo hizo subida en una pequeña carroza tirada por un vehículo, tanto por la mañana como por la tarde. Los vecinos salieron a la calle con la medalla de los patronos de Montoro, San Bartolomé y la Virgen del Rosario, para, como manda la tradición, no ser capturados por este ser diabólico que simboliza el mal y que el día 24 de agosto es pisoteado por San Bartolomé, símbolo del bien. Esta leyenda se observa en la fachada principal de la parroquia de la plaza de España, cuyo titular es el patrón de los montoreños.

La idea de salir a la calle, a pesar de las circunstancias que se están viviendo, ha sido de Antonio Simón, fundador del grupo Amigos de la Diablilla, que, como colofón, anoche ofreció un refrigerio a los colaboradores en la sede de Protección Civil, colectivo que ha colaborado de lleno en esta actividad, para cuidar en todo momento de la seguridad de los actores y de los ciudadanos.

La alcaldesa de Montoro, Ana María Romero, ha aplaudido esta iniciativa, «ya que el año pasado no pudimos celebrarla de ninguna manera, pero este al menos los vecinos han podido verla por las calles». Atrás queda, de momento, esa celebración multitudinaria en la que los niños se refrescaban en los chorros de agua instalados de la plaza de España mientras la Diablilla bajaba desde la torre de San Bartolomé, así como la procesión del patrón por las calles del pueblo o las veladas musicales y de entretenimiento en la plaza, así como el tobogán acuático en el que hasta el cura de San Bartolomé acababa empapado de agua.