La pandemia del coronavirus no solo está dejando secuelas físicas y psicológicas en las personas que lo han padecido y sus familias, sino que también ha dejado un importante reguero de daños colaterales, en forma de paro y necesidades antes inexistentes. La carencia fundamental es la comida. Por eso, durante el último año las entidades encargadas de suministrar alimentos y artículos de primera necesidad a la población han visto incrementada su actividad, al tiempo que han constatado el alto grado de solidaridad que existe entre los ciudadanos.

En la provincia son bastantes las entidades que se encargan de esta asistencia, con distinta suerte. Así, en Priego, el banco de alimentos gestionado por Cáritas Interparroquial ha atendido durante el último año a unas 300 familias (844 personas) por trimestre, lo que ha supuesto un incremento considerable de la demanda de productos (alimenticios y de higiene) con respecto a otros años.

En cuanto a la ayuda que reciben, desde Cáritas Priego se indica que se ha producido una importante reducción en el número de kilos de alimentos que recibían del Fondo Español de Garantía Agraria (FEGA), un 50% aproximadamente. En el lado opuesto destacan las iniciativas llevadas a cabo por distintos colectivos de la localidad, entre ellos cofradías y la Asociación Centro Comercial Abierto, con la realización de campañas de recogida de productos de higiene, especialmente, destacando igualmente los donativos particulares que se han recibido.

En Cabra, en el último año y medio de la crisis provocada por la pandemia, se ha hecho notar la demanda de ayudas de alimentos por parte de muchas familias, que en algunos casos se han visto en la necesidad de tener que acudir solicitando apoyo a las cuatro Cáritas parroquiales y a otras entidades como los servicios sociales comunitarios, hermandades y colectivos ciudadanos que destinan sus esfuerzos a dar respuesta a las necesidades que se presentan. Así, a modo de ejemplo, en la Cáritas de la parroquia de San Francisco y San Rodrigo, de la barriada Virgen de la Sierra, donde viven cerca de 9.000 personas, las ayudas se han incrementado durante la pandemia en algo más de un 30%. Desde su sede en el Centro Municipal Integrado, como ha señalado su párroco, Mario González, se reparten a unas 50 familias, unas 200 personas aproximadamente, ayudas alimenticias procedentes no sólo del Banco de Alimentos y de la UE, sino también a través de donaciones mensuales de particulares que se han incrementado al disminuir la aportación del Banco de Alimentos de Córdoba por la demanda de ayudas en toda la provincia. A los alimentos se unen otras ayudas que se dan para hacer frente al pago de alquileres, luz, agua y otra serie de suministros, junto a aquellas que se prestan, a las que, según el párroco Francisco Delgado, que denominan «pobres vergonzantes», los que nunca por su situación se han visto en la necesidad de ayudas y a los que la crisis ha provocado el cambio de su estatus y no se atreven a solicitarlas para poder llegar a final de mes.

En Peñarroya-Pueblonuevo, según explica el alcalde, el reparto de comida lo realiza Cruz Roja y el Ayuntamiento. Desde octubre de 2015 tienen un servicio de reparto de menús o comidas preparadas para familias con recursos limitados y reparto de productos perecederos. Con motivo de la pandemia, el número de familias atendidas se vio fuertemente incrementado, por lo que la partida de emergencia social de la concejalía de Bienestar Social del Ayuntamiento se vio multiplicada por diez. En todo momento estuvieron en coordinación para el reparto de 33 toneladas de alimentos no perecederos por parte de la asamblea comarcal de Cruz Roja Valle del Guadiato. Para ello han trabajado en coordinación con esta entidad para dar una cobertura más amplia.

En Baena, Cruz Roja atiende actualmente a 236 familias, aunque en el último año han llegado hasta las 380 familias, pero la presidenta de Cruz Roja Baena, Belén García, comenta que ahora han dejado de acudir. Los alimentos que reparten provienen del Fondo de Ayuda Europea para las Personas más Desfavorecidas (FEAD).

Por otra parte, Francisco Alba, responsable de Cáritas Parroquial de Nuestra Señora de Guadalupe, comenta que no han notado un incremento de familias a las que ayudan, pero sí un cambio de demandantes. Cada mes, desde que comenzó la pandemia, atienden entre 13 y 15 familias. Los alimentos no perecederos los entregan en su almacén y el resto de alimentos los recogen en un supermercado los beneficiarios. Además, han puesto en marcha un teléfono de la esperanza para aquellas personas que prefieren mantener su privacidad.

Lucena: menos recursos, más solidaridad

En Lucena, los responsables de Cáritas Parroquial de la iglesia de Santo Domingo, Antonio Hidalgo Sirvent, comenta que «estamos a las puertas de un verano complicado», a la vez que destaca que la situación de apoyo por parte de instituciones locales es «buena», aunque por parte del Banco de Alimentos, para esta campaña 2021, se han reducido sus aportaciones en más de un 30%, dado el crecimiento de la pobreza en toda Europa, por lo que estos fondos del FEGA se han reducido. Apunta que esta reducción se está viendo compensada con las aportaciones y donativos de los cristianos de las distintas parroquias en las Cáritas parroquiales. En Lucena, desde la cinco Cáritas, se están llevando dos repartos de alimentos mensuales desde cada una de ellas, aunque en agosto se suspenderán.

Entre las cinco Cáritas atienden las necesidades alimenticias de 1.800 personas 

Pese a disminuir el número de personas con necesidades en Lucena, más de 1.800 siguen recibiendo apoyo alimenticio y cubriéndose otras necesidades.  

Según los datos que maneja Cáritas entre sus cinco Cáritas parroquiales, el 70% de estas personas atendidas son españoles, mientras que un 30% corresponden a ciudadanos de otras nacionalidades. A estos hay sumar más de un centenar de personas que utilizan a diario el comedor social Virgen de Araceli, junto a la iglesia de la Sagrada Familia, en El Valle.

Hay que destacar la función social del comedor social Virgen de Araceli de Lucena, que durante la pandemia se ha visto desbordado. El párroco de la iglesia de la Sagrada Familia, Fernando Martín Gómez, destaca que cuentan con una importante nómina de colaboradores voluntarios de la sociedad lucentina.