Doña Mencía y Pedro Abad vivirán una nueva Semana Santa confinados y con la hostelería y el comercio no esencial cerrados debido a la alta incidencia del covid-19, lo que ha llevado al comité provincial de alertas de salud pública a situarlos en el nivel 4 grado dos, el máximo establecido por las autoridades sanitarias. Fuente Tójar se encuentra en una situación similar, pero al tratarse de un pueblo con menos de 1.500 habitantes no se ha decretado su cierre perimetral. En Doña Mencía, de cara a la semana más celebrada del año, se esperaba el movimiento de los vecinos y el consumo local en los diferentes lugares de recreo.

El Hotel Mencía Subbética tenía las reservas al 90%, las cuales han sido canceladas en su totalidad, tal y como relata su directora. «Esto nos ha llevado al cierre total y a someter de nuevo a un ERTE al 80% de la plantilla, que para estas fechas se reforzaba ampliamente», dice, añadiendo que supone «un desastre total para la empresa», que acumula notables pérdidas económicas y con numerosas inversiones realizadas de cara a estos días y próximas celebraciones.

Manuel, un joven empresario que iba a iniciar su proyecto de hostelería con el bar que tenía pensado regentar siguiendo el legado de sus padres, Cafetería Capri, ha visto frenado de golpe esta ilusionante idea. «He realizado una importante inversión para mejorar la imagen del bar, con todos los preparativos de comidas, tapas y otros alimentos para ser servidos en estos días», se lamenta el empresario, cuyo establecimiento se encuentra en el centro de la localidad, en un punto clave de la Semana Santa.

Por su parte, la familia Algar-Gómez, muy activa en Semana Santa participando en numerosos desfiles procesionales, se encuentra con alguno de sus miembros positivo por covid y tendrán que permanecer en casa. «Aprovecharemos para realizar postres típicos de Semana Santa mencianos y realizando las comidas en el patio de la casa, esperando que todo pase pronto y Doña Mencía supere este mal momento», afirman.

Antonio Fernández señala con tristeza que «echaré de menos, junto a los míos, ese momento de ‘vamos, que sale la procesión y no cogemos sitio’. Devoto de Jesús, Fernández explica que «siempre quedábamos en casa de otros amigos para ir a la procesión, y ahora no podremos ni estar en la calle con esta situación, y es una sensación rara», continúa, comparando esta vivencia «con los carnavales y la sensación de vacío que dejó Juan Carlos Aragón cuando falleció, del que siempre estabas pendiente del sorteo para ver su actuación».

Pedro y sus vecinos de la calle Baena recuerdan que «ya pasamos confinados con los vecinos el año pasado, sacando a través de la ventana las imágenes de todas las procesiones de la Semana Santa menciana y, al menos, vivíamos desde nuestros balcones esos momentos». Este año «intentaremos hacerlo de nuevo, aunque con la situación tan complicada se quitan las ganas de todo». Domingo Jiménez, aficionado a la fotografía que no se perdía un rincón para buscar el mejor momento, composición y luz con el fin de inmortalizar la Semana mayor menciana afirma que se irá «a la naturaleza que nos rodea para seguir con mi afición fotográfica en estos días».

Pedro Abad | Las calles del municipio se muestran desiertas. CASAVI

Pedro Abad

Los vecinos del municipio de Pedro Abad también pasarán confinados su segunda Semana Santa, tras el decreto de estado de alarma del Gobierno central, hace algo más de un año. La tasa de contagios, por encima de los 1.000 por cada 100.000 habitantes, concretamente 1.172,29, ha obligado a las autoridades a perimetrar la localidad en unas jornadas muy señaladas, en las que bares, tiendas y actividades no esenciales se han tenido que clausurar para evitar que el brote siga en ascenso.

Si no es bastante que no puedan trasladarse hasta esta localidad familiares y amigos de otras provincias para, manteniendo las normas de seguridad, al menos disfrutar del merecido reencuentro, en esta semana de Pasión la localidad volverá a hacer historia, pasando al ostracismo debido a la relajación de los últimos días y a la aparición de casos de empleados de una fábrica que trabajaban fuera y que se han traído hasta su pueblo el «bicho», que se ha ido propagando entre familiares y amigos.

Esta situación ha caído como un jarro de agua fría en la localidad, sobre todo, al sector de la hostelería, que, aún sin procesiones, esperaba mantener el tipo durante esta semana de vacaciones. Damián Jurado Cantizano, propietario de Café Barroco, se lamentaba de la catástrofe que va a suponer para su economía familiar esta situación, «ya que no podremos abrir nuestras puertas y los pagos y los gastos se acumulan». El resto de bares y restaurantes se encuentran en la misma situación. Las calles están desiertas y los vecinos no podrán salir ni entrar a su pueblo durante estos días, a no ser que sea por causas justificadas o servicios esenciales. Durante las últimas semanas, las terrazas de los bares y restaurantes estaban llenas de público, y esa relajación o falta de responsabilidad ahora la pagan el resto de ciudadanos en una Semana de Pasión que se vivirá desde otra perspectiva, con calles en las que se ha apoderado el silencio sepulcral.

La alcaldesa del municipio, Magdalena Luque, que también ha sido contagiada por el covid-19, afirma que «peluquerías y tiendas sí estarán abiertas, pero se cierran parques, aunque sí se podrán realizar actividades deportivas al aire libre siempre que no sean de contacto». Los bares sí podrán servir comida a domicilio, «y si el próximo miércoles, cuando se reúna la comisión, hemos bajado de los 1.000, sí podrán abrir los bares, pero si eso no sucede seguiremos así, por lo que las perspectivas no son nada halagüeñas».