Junto con Piedraluenga, la singular mole rocosa situada en el Lagar de Rosarito, a seis kilómetros del casco urbano, la laguna de Jarata constituye, con toda probabilidad, el enclave natural más característico de Montilla. No en vano, la Consejería de Medio Ambiente y Ordenación Territorial anunció hace ahora dos años la ejecución de un proyecto que permitirá restaurar este paraje situado entre los términos municipales de Montilla y Montalbán, con una extensión total de casi 13,5 hectáreas de un terreno formado por materiales impermeables del Triásico.

La laguna, que forma parte del Inventario de Humedales de Andalucía, ha recobrado ahora actualidad gracias a Trianoi, la revista científica editada por la Sociedad Cordobesa de Historia Natural, que se ha hecho eco de un estudio sobre el paraje realizado por el montillano José Cruz Márquez, con el apoyo de José Manuel Recio-Espejo, Rafael Tamajón-Gómez y Ricardo Reques, todos ellos vinculados al departamento de Botánica, Ecología y Fisiología Vegetal de la Universidad de Córdoba (UCO).

El artículo, que «pretende contribuir al conocimiento de este humedal», surgió a partir de un estudio realizado por Cruz Márquez en el 2018 y se ha desarrollado de forma paralela al proyecto para la recuperación de este espacio natural por parte de la Junta de Andalucía.

Mejoras del proyecto

En declaraciones a CÓRDOBA, el impulsor del estudio reconoció que se han podido «poner en valor» algunas mejoras del proyecto planteado por la Administración andaluza. «En el desarrollo de las investigaciones tuvimos la oportunidad de ver un avance del plan planteado por la Junta y, después de las conclusiones de este trabajo de investigación, creemos que hay planteamientos que cambiarán la naturaleza de este humedal estacional», indicó José Cruz.

Según el artículo recogido en la publicación de la Sociedad Cordobesa de Historia Natural, el humedal de Jarata se caracteriza por ser un enclave de agua dulce estacional pues, si bien se sitúa sobre un acuífero de agua salada, el nivel freático no permite que aflore el agua salina. «Esto supone que la vegetación que se desarrolla en el humedal sea dulceacuícola, aunque también existen especies nitrófilas que indican la presencia de contaminantes, principalmente fertilizantes, debido al uso agrícola de los alrededores. Pero la presencia de especies no halófitas indica que el humedal es de agua dulce», puntualizó Cruz.

Una naturaleza que, sin embargo, podría verse alterada con las medidas planteadas por la Junta de Andalucía en el borrador al que tuvo acceso Cruz Márquez pues, según indicó el investigador montillano, pretende hacer surgir a la superficie el acuífero de agua salada con la retirada de los sedimentos que a día de hoy colmatan el humedal, además de acabar con su carácter estacional.

«Es una intervención que se ha llevado a cabo en otros puntos, como la laguna Dulce, y no tuvo éxito porque, además, no se impidió que se volviera a colmatar», puntualizó el experto.

Por ello, entre las medidas propuestas para la recuperación de este enclave, el estudio realizado por este joven montillano junto al Departamento de Botánica, Ecología y Fisiología Vegetal de la UCO, apuesta por una «retirada moderada» de los sedimentos existentes, a la vez que se actúa en las dos cárcavas que aportan agua al humedal en la cara meridional. Una alternativa que evitaría la llegada de nuevos sedimentos, a la vez que se garantizaría la naturaleza dulceacuícola del enclave.

«Las posibles intervenciones que se efectúen para su rehabilitación y futura conservación deberían ir orientadas a conservar la naturaleza dulce y las condiciones requeridas por la flora y fauna asociadas a este tipo de humedales mediterráneos», concluyen los autores en su estudio, que remitirán a la Junta «para que tengan en cuenta nuestras consideraciones».

Un enclave histórico

Las primeras referencias históricas documentadas sobre la Laguna de Jarata se remontan a 1528, tal y como constan en las Actas Capitulares del Ayuntamiento de Montilla, que aluden a la costumbre de repartir entre los dueños de ganado lanar los aguaderos del término municipal para que en ellos pudieran abrevarse los rebaños.

Varios documentos que se conservan en el Archivo Histórico Local también constatan que en la segunda mitad del siglo XX el paraje de Jarata se transformaba en una laguna, fundamentalmente durante los inviernos más lluviosos. Sin embargo, las captaciones de agua para las labores agrícolas provocaron la desecación de la zona.

Con todo, en el año 1996, uno de los más lluviosos del último siglo, el paraje de Jarata se volvió a encharcar, lo que llevó al Ayuntamiento de Montilla a plantearse la posibilidad de recuperar la laguna. Por ello, en mayo de 1997, el Consistorio solicitó una subvención para actividades de voluntariado ambiental, consistentes en la plantación de vegetación hidrófila.