La cara y la cruz de la pandemia del coronavirus coronavirusse sucede en las historia de españoles en el extranjero que desean volver estos días a España con desenlaces muy dispares como los protagonizados por dos jóvenes de Pozoblanco.

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Andrea Torrico Muñoz es una joven de Los Pedroches que llegó en enero a Perú para participar en el programa de voluntariado de WWF Internacional para trabajar en el campo de la conservación de la biodiversidad marina. Por el momento, pese a sus esfuerzos, no ha conseguido volver a su casa. Este viernes, el alcalde de Pozoblanco anunció que se está moviendo a nivel gubernamental para intentar traerla lo antes posible con los suyos. Ella, por su parte, ha relatado a este periódico que «he decidido parar de llamar a la embajada por mi propia salud mental, y estoy intentando coordinar mi vuelta con embajadas de otros países europeos porque no sé por qué ellos sí que están consiguiendo repatriar a sus conciudadanos»

Según Andrea, «hay una desinformación general que no cambia por mucho que llamemos al Consulado». De momento, están empezando a recoger a la gente que está esparcida por otras localidades de Perú (o al menos lo están anunciando) después de 12 días de confinamiento. "La última vez que llamé al Consulado para informarles de que no responden las llamadas a un grupo de nueve españoles, el cónsul ni siquiera quiso apuntar el contacto porque decía que eso era imposible y que tenían que aguantarse donde estuviesen porque no se les podía repatriar".

Esta joven lamenta que, sin embargo, "se está trasladando a turistas de todos los países que consiguieron el salvoconducto y un transporte organizado por sus embajadas al día siguiente mismo de que ocurriera todo, y por precios normales". Andrea asegura que "en este momento, están pidiendo a los pasajeros de Cuzco 108 euros por un billete de bus».

En la cara opuesta de esta historia, se encuentra otro joven que sí ha podido reunirse ya con sus familiares en Pozoblanco. Se trata de Rafael Dueñas Jurado, un joven médico que ha podido llegar a su casa tras un viaje que le ha llevado a Vietnam, Camboya y Myanmar, adonde se había marchado tras presentarse al Mir (está a la espera de las calificaciones definitivas) el pasado mes de enero.

Según sus cálculos, en dos semanas se podría incorporar a la lucha médica contra el coronavirus y mientras eso ocurre recuerda las peripecias que ha vivido junto con otro compañero para volver a España desde su destino. «Decidimos volvernos cuando llamamos a la embajada en Myanmar el 17 de marzo y nos dijeron que saliésemos de ahí rápido. No queríamos que, si aumentaba el número de afectados en España, nos pasara lo mismo que a los italianos, a los que ya no dejaban llegar en muchos lugares".

"Desde que nosotros empezamos a querer salir hasta que finalmente lo conseguimos, en solo tres días, pasó de haber 58 países que nos restringían el acceso por el hecho de tener pasaporte español a 82 países, y no podías estar ni en zona de tránsito", recuerda. Para llegar a Barcelona, Rafael salió de Bangkok, pasando por Moscú y París. "Hemos vivido momentos muy críticos, durmiendo en el aeropuerto y con cancelaciones de vuelos", explica este joven, que en el camino de regreso auxilió a algunos jubilados españoles de viaje a comprar sus billetes de vuelta porque no tenían ni idea de internet.