Francisco López Rodríguez es psicólogo sanitario y educativo del Centro de Atención y Orientación Psicológica de Rute desde hace 25 años. Ha trabajado en asuntos relacionados con las drogodependencias para el Ayuntamiento de Lucena y coordina, también desde hace más de 25 años, la Escuela de Padres de la concejalía de Educación del Ayuntamiento de Rute. En esta entrevista aporta algunas claves para afrontar el confinamiento por el coronavirus con los hijos.

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-Estamos ante un largo confinamiento. ¿Cómo pueden reaccionar nuestros hijos?

-Primero hay una serie de variables individuales que van a influir bastante, como las edades. No es lo mismo un niño pequeño de 2-3 años, que un chico de 12 a 16 años. Hay que tenerlo muy en cuenta a la hora de afrontar esta situación. El carácter es otra variable importante, con niños muy tranquilos o niños más nerviosos y activos. Todo esto se une a la etapa que estábamos atravesando antes de esto, de tranquilidad o de problemas en casa. Todo esto lo debemos tener en cuenta en estas semanas que atravesamos y que se nos avecinan.

-¿Cómo puede afectar esta situación de alarma y extraordinaria a los niños?

-La primera emoción que se nos viene a la cabeza es el miedo. Es algo muy normal que pueda aparecer, y debemos saber cómo abordarlo. Esto, unido a cómo debemos llevar este periodo de aislamiento con niños que están acostumbrados a jugar y, de repente, se ven encerrados en sus casas con la única presencia de sus padres. Hay niños que ante estas situaciones difíciles sienten una especie de sensación de bloqueo, como si la cosa no fuera con ellos. No es raro. Es una reacción en la que están haciéndose de una especie de coraza.

También, como decíamos antes, el miedo puede aparecer ante un peligro. Muchas veces vivimos asustados por peligros que no existen. Ahora hay que reconocer que hay un cierto peligro y por ello tenemos razones para el miedo y la ansiedad. Todo esto provocará en los niños respuestas de inquietud, nerviosismo, incluso sensaciones somáticas como molestias en el estómago, dolores difusos y preocupaciones sobre su salud, que les llevará a preguntarse por qué les está pasando todo esto. También pueden aparecer la rabia y el mal humor. Sobre todo cuando tenemos varios hijos en casa. Viviremos situaciones que van a poner a prueba la paciencia de los padres, por lo que nuestra capacidad de gestionar debe ser con toda la calma y comprensión posible. Por último, otra de las emociones es la tristeza, que en su extensión más fuerte podríamos llamar estado depresivo. Con ganas de llorar, falta de apetito o de ganas de hacer cosas y pensamientos negativos.

-Ante este cuadro que nos plantea, ¿qué podemos hacer?

-Debemos abordar cómo y cuánto debemos contar a los niños. Tanto a los más pequeños, que tendrán un conocimiento muy ligero y puede que este periodo lo olviden por completo, a chicos con 9, 12, 14 años que están en contacto con redes sociales y que están viendo informativos. La primera idea es que no debemos mentir. Dependiendo de cómo son nuestros hijos, de niños más sensibles a otros más duros que encajan mejor la realidad, debemos dosificar cuánta verdad y cómo se dice. Tampoco podemos aportarles toda la información de golpe, de lo que se nos viene encima o los riesgos de nuestros familiares. Porque no estarán preparados para digerir un caldo con tantísimos ingredientes emocionales. Debemos ir dosificando la información, de ver qué quieren saber ellos. Y más importante de lo que les decimos es cómo se lo decimos, utilizando un tono que sea tranquilizador. Incluso si contamos con el recurso en nuestra forma de ser, es bueno utilizar el humor, sin quitar importancia a las cosas. Pero el humor es buen contrapeso a todas estas emociones negativas que estamos teniendo. Sintetizando, es importante no mentir, dosificar la información, no aportarla toda de golpe y, fundamental, utilizar el tono sereno y generar confianza de que lo vamos a superar, va a terminar y todo va a salir bien.

-¿A qué técnicas podemos recurrir?

-Si nuestros hijos están pasando por mucho miedo, os recomiendo que entre las actividades que podemos hacer con ellos, sobre todo si son niños entre 3 y 9, 10 años, pintar. Por ejemplo pintar el virus, para que vayan desplegando su creatividad y a partir de ahí, a mí me gusta mucho pedirles a los niños que empiecen a jugar con emociones, y las dos emociones que se enfrentan mejor a esto que tenemos por delante son el humor y la rabia. Les damos el recurso de pintar y, ya que lo están haciendo, que pinten un virus disfrazado, que le pongan una barba, mocos, que lo deformen hasta que se puedan reír de él. También desde la rabia, por ejemplo, las trampas contra el virus o las armas con las que atacarlo, que las pueden sacar del mundo de los videojuegos, con el que están familiarizados muchos niños. Es bueno que ellos sientan que se están enfrentado a ese algo. Luego colgamos esos dibujos para que ellos lo tengan presente.

-El confinamiento inicial se prolonga. ¿Cómo sobrellevarlo con nuestros hijos?

-Es muy importante mantener una rutina. Los días se pueden hacer largos, y con el paso del tiempo se hacen duros, para ellos y, por supuesto, para nosotros. Es conveniente acogernos a rutinas en casa. Deben incluir un tiempo para hacer sus deberes, es importante que sigan con la actividad escolar, que sepan que aunque no están en clase sus profesores les están mandando tareas a las que hay que dedicarles un tiempo. También en este periodo tenemos que ser un poco más flexibles en cuanto al uso de la tecnología, de los videojuegos, de internet y, si en otros momentos somos más estrictos, ahora tenemos un periodo de excepción. Aunque debemos intentar que no sea todo el tiempo. También podemos recurrir a los juegos en familia y dedicarles un tiempo compartiendo risas. Hay también recursos para hacer algo de ejercicio gracias a tutoriales de internet.

-En este periodo de incertidumbre también para los mayores, las madres y padres afrontan esa ansiedad y miedo. ¿Qué podemos hacer?

-Voy a centrarme en tres recursos, para controlar nuestras emociones, nuestros pensamientos y nuestra conducta. Primero para regular, no eliminar, pero sí reducir que esa intensidad del miedo y ansiedad sea menor es bueno practicar la respiración diafragmática lenta. Está demostrado que activa el sistema nervioso parasimpático. Hacemos una inspiración suave por la nariz, la retenemos unos segundos y expulsamos por la boca poco a poco. No solo hacemos funcionar nuestros pulmones, respiremos con la mente, pensemos solo en nuestra respiración durante esos dos minutos que lo practicamos. Lo podemos hacer varias veces a los largo del día, y es un grandísimo regulador emocional. Otra técnica que ataque los pensamientos negativos, esas rumiaciones catastróficas. Porque esto lo que hace es deformar nuestra realidad. Sería bueno escribir en algún sitio estos malos pensamientos y a su lado un pensamiento tranquilizador o racional. Siempre hay un dato tranquilizador, a la inmensa mayoría no nos va a tocar la enfermedad, es muy importante ser racionales, porque cuando entramos en estados de miedo o ansiedad, no somos racionales y deformamos la realidad. Por último, en cuanto a las conductas, no podemos estar el día entero con el problema, y estar viendo ciertos informativos de la mañana a la noche, o redes sociales con información dramática. Esto no nos ayuda en nada, por lo que recomiendo cierta dieta informativa, porque no hay cuerpo que resista tanta información de impacto.