El alcalde de Palma del Río, José Antonio Ruiz Almenara, negocia con el propietario de la finca de El Mohíno donde se encuentra un alfar romano formado por dos baterías de hornos, un total de 8, en perfecto estado de conservación, fórmulas de compra, alquiler o cesión de uso con el objetivo de proteger el yacimiento arqueológico e iniciar líneas de investigación.

Ruiz Almenara ha informado a la Corporación municipal de que las negociaciones han avanzado con la familia propietaria del suelo donde se halla el alfar romano, una finca entre el cortijo de El Mohíno Bajo y el parque de la aldea, que está sembrada de naranjos. El alcalde manifiesta que se ha avanzado y «del no, se ha quedado en estudio». El Ayuntamiento, que se comprometía en adquirir suelo para poner en valor este descubrimiento, ha puesto sobre la mesa varias opciones, una de las cuales pasa por la compra de media hectárea y, desde la carretera, acometer el primer alfar, que son 4 hornos, pero los dueños «se niegan a vender». También hay una propuesta de alquiler, que sería «lo que cuesta la naranja, ya que tienen que arrancar», o una cesión de uso, producción año por año, añadiendo en esta posibilidad que «se puede fijar un tiempo».El primer edil afirma que estas opciones «irían de acuerdo, en función del compromiso del Ayuntamiento de investigación y preservación».

El Consistorio ya hizo público en febrero, tras la actividad arqueológica preventiva realizada en el alfar romano, el objetivo de «adquirir algunas hectáreas de terreno para un proyecto de interés histórico de investigación y económico, donde Palma y El Mohíno pueden tener una buena resonancia». El alcalde manifiestaba entonces, en una visita del delegado de Cultura de la Junta, que «nos hacemos cargo de la dimensión del yacimiento en cuanto a futuras colaboracioneos con universidades para investigar en proyectos que están relacionados con nuestra historia, y en este caso con el aceite como sector productivo ancestral de la Bética».

La actividad arqueológica, realizada a principios de este año, contó con la dirección del arqueólogo Iván González Tobar, un proyecto de la Universidad Paul-Valery Montpellier (Francia), con la implicación de catedráticos de las universidades de Córdoba y Sevilla.

La función de estos hornos era la producción de ánforas para envasar y trasladar aceite de oliva finalmente hasta Roma.