La historia de la Corduba romana está íntimamente ligada a las comarcas del Guadiato y de Los Pedroches y en parte condicionada por ellas. La generosidad de estas tierras del norte de la provincia de Córdoba, tal y como la conocemos hoy, favoreció la explotación de numerosos yacimientos mineros que durante siglos abastecieron al Imperio de minerales muy preciados y que ayudaron a convertir a Corduba, la capital de la Bética, en una ciudad monumental que intentó emular a la metrópolis, a Roma.

Esta es una de las principales líneas de trabajo de Antonio Monterroso, profesor de la UCO e investigador Ramón y Cajal del Ministerio de Economía, Industria y Competitividad, que desde hace años centra su trabajo en el estudio de la zona del Guadiato.

Para entender el contexto, Monterroso explica que el conventus cordubensis, organización administrativa y comarcal de la época romana, apenas se extendía hacia el sur, hacia el Guadalquivir, ya que tan solo llegaba a unos siete kilómetros del río Betis, dejando el resto de la actual provincia de Córdoba en manos del conventus astigiano, actual Écija. Sin embargo, al norte, el conventus cordubensis estableció sus límites en el margen izquierdo del Guadiana, «casi a las puertas de Mérida», del que formaban parte las actuales comarcas del Guadiato, Los Pedroches, el Valle de la Serena (Extremadura), y el Valle de Alcudia (Ciudad Real).

Con esta distribución territorial «Roma reserva para Córdoba la gestión de la mayor riqueza del sur», lo que favoreció el crecimiento y la monumentalización de la ciudad y la creación de una ceca imperial para acuñar monedas, porque las minas, frente a la explotación agrícola y ganadera, «permiten un mayor enriquecimiento en menor plazo de tiempo».

Así, «la principal fuente de financiación de las grandes familias cordobesas no estaba en el vino, en el aceite o el cereal, estaba en el control de las minas», de las que se extraían minerales como oro, plata, mercurio o cobre, bien estudiados por José García Romero en su monografía Minería y metalurgia en la provincia de Córdoba.

El mineral llegaba a Corduba a través de dos vías: una que se dirigía hacia Mérida y atravesaba el Guadiato y otra que discurría por el Valle de los Pedroches hasta el municipio de Sísapo, localizado en La Bienvenida (Ciudad Real). Ambas confluían «entre Espiel y El Vacar, en el entorno del pantano de Puente Nuevo», aunque no está aún localizado.

Una de las vías «de primerísimo orden» construidas por Roma es la que iba hacia Sísapo, ya que atravesaba el actual municipio de Almadén (Ciudad Real), donde se encuentra uno de los yacimientos de mercurio más importantes del mundo. Desde Córdoba hasta Almadén, explica Monterroso, el imperio organiza «toda la extracción y traída de mercurio y de la galena argentífera (el plomo y la plata ya procesados)», así como del cinabrio (el mineral rojo que contiene el mercurio). Todo ello se precintaba en sacas y se transportaba hasta el puerto que Córdoba tenía a orillas del Betis, desde donde partía hacia Roma. De Los Pedroches, además, se extraía plata y plomo en una zona gestionada en época flavia por tres municipios: Sísapo; Baedro, ciudad desconocida que estaría entre Villanueva del Duque e Hinojosa del Duque, y Solia, en El Guijo.

La otra gran zona minera del conventus cordubensis era la que se gestionaba desde Mellaria, un rico territorio minero que se correspondería con los actuales márgenes de la comarca del Guadiato.

Mellaria

Su núcleo de aglomeración urbana se ha situado en el entorno del Cerro de Masatrigo, «una montaña sostenida en muros de contrarresto de empujes» ubicada entre Peñarroya y Fuente Obejuna, según las investigaciones de varios estudiosos.

Este vasto territorio era apreciado por los romanos por la alta calidad del cobre, plomo y plata que se obtenía en sus yacimientos. De hecho, el cobre cordobés, mencionado por Plinio en sus escritos, «era el más famoso en la Roma del siglo I para acuñar moneda», recuerda Monterroso. El mineral se extraía, además de en Los Pedroches, en el territorio comprendido entre Cerro Muriano y la propia Mellaria y se transportaba a través de la vía Córdoba-Mérida, «una de las más impresionantes de la Hispania Romana».

En cuanto a la propiedad de las minas, muchas eran del imperio, pero otras eran arrendadas a empresas, a societates. De hecho, se encontró una inscripción en el barrio de El Tablero, que se custodia en el Museo Diocesano, que alude a unas minas explotadas por la societas sisaponensis.

De época romana quedan visibles algunos restos arqueológicos, pero aún se están realizando trabajos para identificar y documentar distintos yacimientos, sobre todo en Mellaria. En el Guadiato prácticamente no hay yacimientos romanos abiertos al público, aunque en Los Pedroches es posible recorrer parte del antiguo municipio minero de Solia.

Está situado en el cortijo de Majadaiglesia, a pocos kilómetros de El Guijo. De época romana se conservan unas termas y diversas infraestructuras hidráulicas que atestiguan su uso para la minería, según el arqueólogo Alejandro Ibáñez Castro.

En Villanueva del Duque se conserva una columna romana en el área de la ermita de la Virgen de Guía, y en la iglesia de Santa María del Castillo de Fuente Obejuna, fustes y capiteles.