Cada vez que se alude a la Ley de Memoria Histórica, vuelve a aparecer la localidad de Bembézar del Caudillo en los medios de comunicación. Recientemente, por la amenaza de un abogado de denunciar a los alcaldes que mantuvieran este apellido en el nombre de sus localidades, que el Pleno del Ayuntamiento de Hornachuelos ha decidido ya suprimir.

La historia comienza a finales de los años sesenta, cuando se construyeron en Hornachuelos cuatro poblados de colonización. En ellos se reubicaron familias desplazadas con motivo de la construcción del pantano de Iznájar. Fueron Mesas del Guadalora, Céspedes, Bembézar del Caudillo, en la margen derecha del río, y La Puebla de la Parrilla, en la margen izquierda.

A cada colono se le entregó una casa, una parcela y aperos de labranza. De hecho, el sustento de estos poblados ha sido siempre la agricultura.

En todo caso, Bembézar es un pueblo tranquilo, con unos 200 habitantes y en el que la alusión a Franco en el nombre no ha supuesto nunca motivo de disputa. Un vecino, José Manuel Gómez es de los que prefiere que se quite, pero reconoce que ello no va a alterar su convivencia con aquellos que están a favor de mantenerlo. Las razones para mantener el nombre van desde una cuestión práctica (evitar que las cartas lleguen a otro poblado que existe junto al pantano de Bembézar y que tiene el mismo nombre) hasta las nostálgicas, de jóvenes que han nacido hace 30 años y siempre han conocido su pueblo con esa denominación, sin más connotaciones. También hay quejas porque no se consulte a los vecinos.

Aunque todos prefieren que se conozca al pueblo por la alegría y concordia de su gente, por sus fiestas de San Isidro y San Francisco o la tradición de hace 32 años de las Migas, que reúne en la plaza vecinos y visitantes para compartir unos peroles de migas, donde importa más la convivencia que el nombre en una placa en el cruce de la carretera. H