La bonanza económica de comienzos del milenio hizo que personas de todo el mundo acudieran a Lucena, entonces modelo de desarrollo y prosperidad. Con ello, la ciudad llegó a tener en torno a un 10% de extranjeros en su población. Poco a poco estas personas fueron integrándose a todos los niveles, una tarea en la que trabaja la asociación Lucena Acoge. Ahora, por desgracia, corren malos tiempos y la guadaña de la crisis ha cercenado el empleo y acabado el consiguiente bienestar social. El paro ha alcanzado niveles insospechados hace una década y muchas de estas personas están decidiendo volverse a sus países, la mayoría latinoamericanos, que están creciendo a buen ritmo. Es un viaje de ida y vuelta que nos recuerda que hace 500 años los españoles fuimos los primeros en cruzar el charco. Por ello, estas personas merecen todo nuestro respeto, consideración y apoyo.