Mantener el patrimonio en los tiempos que corren se ha convertido en un quebradero de cabeza para los propietarios de los inmuebles, en la mayoría de casos la Iglesia y por extensión cofradías y hermandades, que se ven obligados a realizar la cuadratura del círculo para conseguir la financiación con la que llevar a cabo la intervención en cuestión. Buen ejemplo lo tenemos en Priego, donde en los 90 del pasado siglo, las tres hermandades con sede en la iglesia de San Francisco se liaron la manta a la cabeza y con la aportación de una entidad financiera y la administración autonómica, consiguieron sufragar unas obras millonarias.

La hermandad de la Aurora, ante el preocupante estado de la torre-espadaña de su ermita, ha iniciado su restauración, gracias a las aportaciones de la empresa público-privada Aguas de Priego, que ha colaborado con 23.000 euros, y de la obra social de La Caixa, que ha hecho lo propio con 2.000 euros. La hermandad asume el resto del importe de la intervención, que asciende inicialmente a 50.000 euros. Así, más de siete años después de que se colocara una protección metálica ante el temor a nuevos desprendimientos, ya han dado comienzo los trabajos que tendrán una aproximada de dos meses.

Según el informe del equipo que llevará a cabo los trabajos, integrado por el restaurador Manuel Jiménez Pedrajas, el arquitecto José García Márquez y el aparejador Fernando García Márquez, la torre-espadaña, de unos 16 metros de altura, presentaba un precario estado de conservación, debido a la actividad sísmica, causante del despegue y desplazamiento de sillares, la arenización de morteros y la aparición de grietas, que la hermandad ha ido reparando, colocándose a finales del XIX números elementos metálicos de sujeción. Los trabajos consistirán en la eliminación de añadidos y limpieza de juntas, colocación de apuntalamiento en arco del campanario, desmonte de sillares degradados, consolidación interna de grietas con inyección de mortero, cosido de elementos pétreos con varilla de fibra de vidrio y resina epoxi, así como la consolidación de zonas degradadas. Se completarán con la confección de piezas nuevas, relleno de juntas, limpieza de sillares y eliminación de materia orgánica, aplicándose un consolidante y un fungicida, sustituyéndose el anclaje de la campana, impermeabilizando la base de la espadaña, protegiendo los elementos metálicos. Trabajos que devolverán la belleza de este elemento arquitectónico de la segunda mitad del siglo XVIII realizado por Juan de Dios Santaella, autor de la portada de la ermita, en la que también se intervendrá.