Desde las nueve de la mañana, en la Plaza Jardín del distrito de Peñarroya, hasta bien entrada la tarde se desarrolló la octava matanza del cerdo tradicional en la localidad. El parque de Peñarroya, como es conocido, fue el lugar elegido un año más para que los vecinos mostraran su habilidad y explicaran las claves de una buena matanza.

Todo empezó con el despiece de un cochino ibérico procedente de una explotación peñarriblense, del que primeramente se extrajo la sangre para hacer la morcilla. El olor de la candela que invadía todo el parque señalaba que la octava matanza ya había dado comienzo. Una hora después, el despiece, tras lo cual un grupo de hombres y mujeres, pertenecientes a Participación Ciudadana, como en años anteriores trabajaban de manera incesante en la limpieza de tripas para después atarlas, mientras que otros mezclaban la carne recién picada condimentada con distintas especias como pimentón o comino en una gran amasadera de madera.

Los grandes conocedores del arte de la matanza, entre risas y comentarios, con el frío y el característico olor de carne aderezada, fusionaban el preparado para darlo a probar. Aseguran que así se sabe si las medidas de sal y los ingredientes utilizados son los correctos, y debe ser así, pues algunos ciudadanos que lo probaron aseguraban que era un sabor como los de antaño.

Participación Ciudadana ofreció a todos los peñarriblenses y visitantes que hasta allí se acercaron una gran degustación de lomo, costillas, torreznos, chichillas y mortero acompañada de cerveza o vino y, cómo no, de buen pan. Aunque mención especial merecieron, según los asistentes, los pestiños, flores y roscos caseros que también elaboran las voluntarias.

La morcilla y el chorizo se degustarán el día de Andalucía en la misma plaza, mientras que los jamones y paletas deberán esperar al próximo año, en la novena matanza.