Viendo el resultado de las obras que se han llevado a cabo en la plaza de toros de Priego, vale recurrir al dicho de que la espera ha merecido la pena. Nueve años, que se dice pronto, para acometer una intervención integral de la que aún restan varias fases como el proyecto de iluminación y el ilusionante museo taurino en sus aledaños. Esperemos que ambas actuaciones vean la luz con más premura y no tengan que pasar otros dos lustros para que se hagan realidad.