Si algo está claro en algunas viviendas y negocios de Aguilar de la Frontera es que "hay que empezar de nuevo". Esta es una de las afirmaciones más repetidas entre los vecinos afectados por las inundaciones del pasado lunes. Muebles y electrodomésticos inservibles, coches desaparecidos bajo el lodo y el trabajo perdido de algunas empresas son la huella de las lluvias torrenciales. Pero del otro lado quedan los esfuerzos de familiares, amigos y trabajadores que han regresado de sus vacaciones para arrimar el hombro en la recuperación de la zona.

Las familias cifran las pérdidas en miles de euros y en muchos de los casos las viviendas habían sido estrenadas hacía pocos años, por lo que los propietarios todavía trataban de salvar los enseres ayer, aunque otros esperaban la llegada del perito del seguro, prevista para mañana y el martes. Carmen María Bonilla, que vive en la avenida de Córdoba, afirma que al día siguiente de la lluvia "estábamos veinte personas achicando agua y barro". Esta joven tiene una hija de veinte meses y su marido necesita una silla de ruedas, por lo que la noche de las lluvias "tuvieron que sacarlo a hombros". Carmen María estima que los daños sufridos en su casa rondan los 40.000 euros.

Este testimonio se suma al de otros como el de Lorena Ramírez, quien apunta que en la primera planta de la casa que comparte con su pareja en vacaciones y fines de semana "lo hemos perdido todo, aunque peor es el caso de las personas que viven aquí". Antonio Jiménez, propietario de la empresa Seriluz, limpiaba ayer con sus trabajadores las naves anegadas. Antonio señala que sus empleados regresaron de las vacaciones "sin tener que llamarlos", pero aún así todavía tendrán que esperar alrededor de un mes para retomar la actividad, porque deben reparar los motores de las máquinas. En el caso de Rafael González, que es socio de su hermano en un negocio de venta de olivos, a las miles de plantas perdidas tiene que añadir los destrozos en el sistema de riego y el terreno, "y en un año no se consigue volver a tenerlo", afirmaba.

Por su parte, Agustín Martín, que vio cómo la lluvia se llevaba trozos de muro de su casa y árboles, y entraba hasta el salón, aseguró que "llevo 20 años denunciando la situación, porque el puente se tapona cada vez que llueve", pero según Agustín, las administraciones no han escuchado sus quejas. Algunos de estos vecinos comparten la comida del mediodía en el restaurante La Casona, con el que Ayuntamiento ha llegado a un acuerdo para que los trabajadores y los afectados puedan almorzar a diario en un salón en el que llegan a reunirse unas 80 personas, según afirmó Manuel Cabezas. En las conversaciones, estos vecinos comentan lo que han perdido o las ayudas que esperan recibir, que según el real decreto aprobado el pasado invierno oscilarán entre los 15.000 euros de quienes hayan perdido su vivienda habitual y los 2.580 de quienes hayan sufrido daños en sus enseres.