El panadero muerto el 15 de febrero del 2008 en Fernán Núñez recibió un único disparo, en la nuca y a quemarropa; un tiro efectuado por detrás, de forma sorpresiva y que acabó con su vida de forma inmediata, según los peritos que declararon ayer en el juicio que se sigue por estos hechos. Además, los expertos consideraron poco probable que el disparo se produjera de forma fortuita, como alegó en su defensa el acusado, E.C.B., a quien, de otro lado, se le encontraron restos de pólvora en las manos y en la chaqueta que llevaba puesta aquel día.

En la última sesión del juicio con jurado popular, que a partir de hoy deberá dictar veredicto, los médicos forenses declararon que la víctima recibió "un disparo de gracia, de ejecución" en la nuca, un tiro sorpresivo porque el autor estaba "por detrás" y, por tanto, "sin posibilidad de defensa" para el panadero. En vista de esto, y de que no había signos de lucha ni de defensa, afirmaron que "es muy poco probable que fuera fortuito".

El proyectil, explicaron, le entró a la víctima entre dos vértebras, le lesionó la médula espinal y le produjo una parálisis funcional súbita, "una muerte muy rápida". "Fue un disparo limpio, sorpresivo, sin que la víctima pudiera percatarse y difícil de concebir que se produjera en un forcejeo", insistieron.

Por su parte, dos peritos del departamento de Química de la Guardia Civil también declararon ayer que en las dos manos del acusado y en el chaquetón que llevaba puesto el día de los hechos se hallaron restos de pólvora, coincidente con las del casquillo encontrado junto a la víctima. Además, por el análisis de la prenda que llevaba el panadero, determinaron que la distancia a la que se produjo el tiro fue "próxima al contacto" con su cuerpo, "como se dice vulgarmente, a quemarropa".

Peritos del departamento de Balística de la Guardia Civil explicaron que el casquillo encontrado correspondía a munición de un arma detonadora, pero en este caso había sido manipulado para dotarlo de un proyectil. Por otra parte, los médicos forenses señalaron que del análisis de una muestra de pelo del acusado se determinó que E.C.B. había consumido cocaína en los dos meses anteriores, si bien señalaron que no se podía concluir que sufriera una dependencia crónica ni que tuviera una alteración de su voluntad. Por último, otros dos guardias civiles declararon que en la casa propiedad del panadero donde se encontró el cadáver hallaron marihuana y restos de cocaína.