Los agentes de la Guardia Civil que investigaron el crimen del panadero en Fernán Núñez concluyeron en su informe que el autor material de la muerte fue E.C.B., no barajaron en ningún momento que el tiro que recibió la víctima fuera fortuito ni tampoco el acusado les manifestó en ningún momento que la pistola se le dispara de forma involuntaria, como alegó este en su defensa en la primera sesión del juicio que se celebra en la Audiencia Provincial por los hechos ocurridos el 15 de febrero del 2008. Ayer, en la segunda jornada, los familiares de la víctima protagonizaron un incidente en la sala al llamar "asesino" y "cobarde" al acusado, por lo que fueron llamados al orden por el magistrado presidente del tribunal.

Según declararon ayer dos guardias civiles, en las primeras indagaciones se supo que el acusado mantenía una deuda con la víctima por asuntos de drogas, por lo que se le tomó declaración como testigo y posteriormente se le dejó marchar. Sin embargo, más tarde le pidieron que les acompañara a la casa donde apareció el cadáver para intentar reconstruir los hechos. En ese momento se desataron las sospechas. E.C.B. fue adelantándose a los detalles y fue él mismo el que advirtió que podrían encontrarse sus huellas en un casquillo y en el teléfono y la cartera de la víctima, todo esto justificándose, sin apenas necesidad de hacerle preguntas y sin que le dieran a conocer que el panadero había muerto de un disparo. Fue entonces cuando se le detuvo.

De otro lado, el hermano de la víctima reconoció ayer en el juicio que conocía que este vendía droga desde dos meses antes de su muerte y que el acusado mantenía una deuda con él por estos asuntos. Según recordó, la tarde en la que ocurrió la muerte, se encontró con E.C.B. en un bar y, al preguntarle dónde iba, este le dijo que "a ajustar cuentas" con su hermano.

CONSUMIDOR DE COCAINA La ex pareja del acusado, que ya había roto con él unos 15 días antes de los hechos, reconoció que lo abandonó porque consumía droga --"6 o 7 gramos diarios de cocaína", dijo-- y que tenía una deuda con el fallecido de unos 6.000 euros. Además, contó que el día en el que se descubrió el cadáver, el acusado, antes de ser detenido, le mostró su preocupación porque habían matado al panadero y le habían echado la culpa a él.