La tormenta del pasado domingo, considerada por muchos como la más grave de los últimos años en Lucena, fue idéntica a la ocurrida el 23 de agosto de 1995. Idéntica cantidad de litros, unos 40 por metro cuadrado; idéntica zona de descarga --la cuenca del arroyo de Las Tranqueras y Los Llanos de Don Juan--; e idénticas zonas afectadas --Huertas Viejas, Las Burguitas, carretera de Rute y entorno del río Lucena--. Los hechos demuestran que muchas de las viviendas arrastradas por el barro entonces volvieron a construirse cerca o incluso sobre el dominio público hidráulico y corrieron otra vez la misma suerte. Un dato que debe llamar a la reflexión de autoridades y afectados.

Desde aquel lejano 1995 Lucena ha sufrido al menos una docena de inundaciones graves. Según los estudios realizados hasta el momento la situación de la ciudad, ubicada a los pies de la sierra de Aras y de numerosos cerros, es una de las causas determinantes de tanto desastre. La accidentada orografía que rodea la población por el sur configura una vasta cuenca hidrográfica en la que las lluvias torrenciales provocan numerosas escorrentías que convergen en pequeños arroyos, provocando su rápido desbordamiento.

Tampoco ayuda a esta situación la proliferación de núcleos de segunda residencia, amparados en la permisividad urbanística de otras épocas, y que en numerosas ocasiones han provocado el desvío de los cauces naturales cuando no la obstrucción de los mismos por viviendas o muros de contención que cuando llegan las tormentas se muestran incapaces de contener el agua.

En estos trece años, el entorno del río Lucena --alimentado por los arroyos de Las Tranqueras, Aguanevada y Doña Inés--, la carretera de Rute, las zonas residenciales de Campodearas, La Torca, Poleares y Las Vegas, caracterizadas por un crecimiento urbanístico desordenado y carente de planificación y servicios adecuados de saneamiento; y el centro de la ciudad, receptor de las aguas de la cuenca del Maquedano a través de la carretera de la sierra, el camino viejo de Rute o la carretera del Calvario, han sufrido numerosas inundaciones. Hasta el momento la única actuación destacada para evitar las riadas fue la acometida en la cuenca del Maquedano, que hasta la construcción de la ronda sur se mostró efectiva para retener el agua.

El peor año fue 2007, con tres inundaciones sucesivas, seguido de los años 1996, 1997 y 2008 con dos riadas importantes en cada uno de ellos. Los años 1995, 1998 y 2000 se cerraron con una inundación en cada caso.