La sección primera de la Audiencia Provincial juzgó ayer a J.J.C.B., para quien el fiscal solicita penas que suman 26 años de prisión por los delitos de violencia doméstica, familiar y agresiones sexuales, negando el procesado todos los hechos y afirmando que "discutíamos como cualquier pareja", aunque reconoció que en algunas ocasiones se producían "pequeños forcejeos" para "intentar calmar" a la que hasta hace poco era su esposa.

El encausado insistió en que "nunca he forzado a mi mujer" y dijo estar "sorprendido" por la denuncia. El y la víctima comenzaron a salir de jóvenes y se casaron en 1997, manteniendo el fiscal que hasta febrero del 2006, cuando fue denunciado, las agresiones eran frecuentes.

Los peritos no tuvieron duda sobre los maltratos que sufrió la mujer, que presentaba un trastorno a consecuencia de "estar expuesta a una situación traumática mantenida".

La víctima, que declaró tras una mampara, entró en detalles de las veces que había sido objeto de agresión sexual, que se remontaban al noviazgo, y destacó que "no conté nada porque no me atrevía", pues afirmó que varias veces fue amenazada de muerte. También relató que en varias ocasiones fue violada, a punta de cuchillo, delante de su hijo pequeño. "Me ha pegado muchísimo y siempre iba llena de moratones", asegurando que también la quemó con un cigarrillo y que la retenía en su casa contra su voluntad.

A PEOR A raíz de nacimiento del niño, la situación se volvió "mucho peor", dijo entre lágrimas, añadiendo que sufrió golpes durante el embarazo y que "cada vez me pegaba con más frecuencia". En febrero del año pasado se decidió a denunciar a su marido "porque ya no podía más; no podía soportar que el niño tuviera un miedo que se moría". En la última bronca "me pegó un puñetazo en el estómago que me quedé sin respiración", porque "no le pareció bien cómo estaba bañando al niño".

Por último, comentó que J.J.C.B. "era fantástico de cara al exterior, muy amable y todo el mundo lo quería", incluido el padre de la víctima.

La defensa del acusado esgrimió que la víctima tenía antecedentes familiares de depresión y que "no hay un solo parte de lesiones" en todos los años de relación. Su cliente, según aseguraron dos expertos, "no encaja en el perfil de violador o maltratador", si bien "tiene las características de alcoholismo".