Bajo la amenaza de lluvia, Lucena vivió ayer una espléndida romería de bajada de su patrona, la Virgen de Araceli, que regresó desde su santuario de Aras a hombros de una cuadrilla de santeros al mando de su manijero, Segundo Cazorla.

La procesión se inició hacia las tres de la tarde, hora en que los santeros hicieron su salida desde el santuario. Sin embargo, la jornada festiva dio comienzo bastante antes para muchos lucentinos, que ya en la tarde del sábado se habían desplazado a la sierra con sus tiendas de campaña siendo sorprendidos por algún aguacero, mientras que otros lo hicieron a primeras horas de la mañana.

En el templo

Multitud de personas se agolparon en las inmediaciones del templo cuando se abrieron las puertas del santuario para acompañar a la Virgen de Araceli a lo largo del trayecto de seis kilómetros que separan este bellísimo lugar del casco urbano. Durante toda la procesión no cesaron los cánticos y vivas a la patrona de Lucena y del campo andaluz. Hubo una masiva asistencia de jóvenes, que no cesaron de cantar a su patrona durante el recorrido. Destacar la extraordinaria belleza de la imagen de la Virgen, que lucía su manto verde y que fue procesionada en el magnífico trono estrenado hace dos años.

A lo largo del recorrido, la cuadrilla de santeros brindó a los romeros la oportunidad de sentir sobre sus hombros el trono. Fueron unos momentos inolvidables para los que consiguieron durante unos minutos disfrutar de esa santería. La bajada marca el inicio del ciclo aracelitano, que tendrá su máximo apogeo en las fiestas patronales que se celebran en mayo.

En la Puerta de la Mina, se produjo el relevo de las aracelitanas. La del año pasado, Araceli Luna, entregó el simbólico ramo de flores a la de este año, Araceli Buendía. La patrona fue recibida por el alcalde, José Luis Berjillos, al frente de la Corporación; y el hermano mayor de la Real Archicofradía, Pedro del Espino, y su junta de gobierno, que vivieron con intensidad esta jornada. También acudieron los responsables de las distintas entidades cofrades y asociaciones locales, además de miles de lucentinos y personas de toda la comarca.

En su entrada en Lucena, la Virgen pasó por su casa museo en la calle Maquedano. Los balcones lucían colgaduras y el paso procesional se fue cubriendo de pétalos de rosas. La procesión culminó en torno a las nueve de la noche, en la Plaza Nueva, con la entrada a San Mateo. En el interior de este templo culminó este primer acto de fervor aracelitano, con la tradicional Salve y el himno de la Virgen de Araceli interpretado por la Coral Lucentina, bajo la dirección de Antonio Villa. Así terminó la jornada que marca el preludio de las fiestas.