Luque se despertó ayer entre gritos de desesperación y lágrimas desconsoladas de sus vecinos que poco a poco iban conociendo una noticia que tardará muchos años en cicatrizar. Antonio Cañete Castro (de 21 años), Cristina Ortiz Rabadán (21), Francisco Jesús Jurado Molina (19), Sergio Marzo Camacho (19) y Sergio Barrio Jurado (20) morían tras sufrir un brutal accidente en la madrugada del sábado. Su coche, un BMW 320, arrolló a un mulo cuando circulaba por la carretera A-318, de Doña Mencía a Cabra, y se empotró contra un puente de hormigón construido para dar salida a un camino. Todo ocurrió pasadas las 0.15 horas. Tres de los jóvenes murieron en el acto y sus otros dos acompañantes fallecieron entre las cuatro y las cinco de la madrugada, poco después de ingresar en estado crítico en el hospital comarcal Infanta Margarita de Cabra.

ENTIERRO A LAS DOCE Sus restos mortales descansan desde ayer al mediodía en el salón de actos de la Casa de la Cultura luqueña, convertida en una improvisada capilla ardiente, y serán enterrados hoy tras el funeral que se oficiará a partir de las doce de la mañana. El Ayuntamiento ha previsto una misa al aire libre en la plaza del pueblo, para que puedan asistir la práctica totalidad de los 3.500 vecinos de Luque.

La jornada amaneció nublada y los vecinos y amigos de las víctimas no tardaron en reunirse en la plaza para expresar su profundo pésame por el suceso. Una multitud aguardó durante horas la llegada paulatina de los féretros al pueblo, acelerada gracias a la intervención directa de la delegada de Justicia, que pidió rapidez a los forenses encargados de practicar las autopsias.

Las banderas oficiales del ayuntamiento ondeaban a media asta desde primera hora y la Corporación suspendió de inmediato todos los actos previstos para ayer. El propio alcalde, Telesforo Flores, gestionó que seis psicólogos de la Consejería de Asuntos Sociales se trasladaran de inmediato al pueblo para atender a los más allegados a los jóvenes.

La tragedia ha causado un impacto mucho mayor porque los fallecidos pertenecían a cinco familias diferentes de Luque y eran muy conocidos entre los más jóvenes de la localidad.

Todos los establecimientos de Luque cerraron sus puertas en señal de duelo. Además, la comitiva de una boda, que se oficiaba en la iglesia de la Asunción, aceleró los trámites de su celebración y los invitados pasaron casi de puntillas para respetar el dolor de los más cercanos a los jóvenes.

Entrada la tarde, la localidad de la Subbética se sumió en un profundo silencio, tan sólo interrumpido por llantos desgarradores. Ya por la noche, la gran mayoría de los vecinos de Luque desfiló por la capilla ardiente para mostrar su pésame a cinco familias destrozadas.