Fiestas populares

Amanecer de pasodobles y castañuelas para venerar a la Virgen de Linares

Una comitiva de doce carrozas de romeros y flamencas asciende a la sierra para celebrar su romería

Romería al santuario de Virgen de Linares de Córdoba

A.J.González

Manuel Á. Larrea

Manuel Á. Larrea

A ritmo de pasodoble, los romeros y las flamencas cordobesas han comenzado a primera hora de la mañana este domingo su ascenso al santuario de Nuestra Señora de Linares para venerar a la Virgen. Con la tradicional Campanera, de Genaro Monreal, interpretada por la Banda de Música Cristo del Amor, una comitiva de doce carrozas ha emprendido su camino por el centro de la ciudad.

Esa Campanera, a la que Joselito puso letra y dio voz hace más de medio siglo, reza: "Con la bendición de los altares, como manda Dios". De igual forma, los hermanos de la Hermandad de la Virgen de Linares, con el hermano mayor, Rafael Reyes, a la cabeza han iniciado su romería, con la bendición del deán de la Catedral tras los primeros rayos de sol.

Perdidas entre flores las miradas, los cordobeses han visto partir el desfile de carrozas de las peñas que se han unido al peregrinaje. Córdoba ha amanecido con el sonido de las primeras castañuelas de las flamencas que, al alba, han ambientado el centro con coplas y canciones populares.

En esa fiesta improvisada, no podía faltar la Córdoba de mis amores, de Álvaro Vizcaíno, expresando el sentimiento que, durante todo el año pero especialmente en mayo, late entre los cordobeses por su tierra. La propia letra describe a la perfección lo que es Córdoba estos días. La rosa de mayo, las callejas, el olor a azahar, para acabar exclamando: "Que bonita que es mi tierra, cuánta alegría". Porque si algo abunda estos días en la ciudad es alegría.

Veneración, perol y comunión

Con el clamor generado por los fuegos artificiales, las carrozas han empezado su movimiento. Antes del mediodía, cuando los romeros llegan a las cumbres, el rezo del Ángelus da paso a la misa de acción de gracias.

Y, después, la sierra acoge sobre sus faldas y sus caminos una fiesta muy especial para los cordobeses, una comunión de hermanos que, tras venerar a la Virgen, disfrutan de esta herencia. Un arroz para 400 personas, el tradicional huevo duro, el vino y las tapas completan una jornada que se alarga durante la tarde y que da continuidad al mayo cordobés.

Miembros del Ayuntamiento de Córdoba se han mezclado con los hermanos para acompañarlos en este sagrado camino. Y, todos juntos, han seguido a la dama de honor, que rodeada de hermanas pequeñas, guiaba la comitiva sobre una colorida carroza. Tras esta, brillan los colores que adornan las diferentes representaciones sobre las que hacen verbena romeros y flamencas para adorar a la Virgen de Linares. Ay, campanera.

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