40º Aniversario de los Cordobeses del Año

Las cuatro últimas décadas en Córdoba

La historia y la transformación reciente de la ciudad y la provincia ponen en contexto desde 1985 los méritos de los cordobeses del año y muestran la lucha por una Córdoba mejor

Herminio Trigo (alcalde en 1994) y el entonces presidente de la Junta Manuel Chaves, junto a Juan Carlos Ien la inauguración de la estación.

Herminio Trigo (alcalde en 1994) y el entonces presidente de la Junta Manuel Chaves, junto a Juan Carlos Ien la inauguración de la estación.

Juan M. Niza

Juan M. Niza

Mucho ha llovido en Córdoba (aunque no tanto en algunos años de señaladas sequías) desde aquella gala del 14 de febrero de 1986 en la que se reconocía a los primeros Cordobeses del Año 1985 y, en líneas muy generales, muy poco tienen que ver ya los presentes días con aquellos momentos, afortunadamente en la mayoría de los casos. Es otra sociedad, otra ciudad con diferente configuración y urbanismo, al igual que ha cambiado la convivencia, los transportes e infraestructura, el desarrollo, la educación, los hábitos, los horarios, la manera de comunicarnos, el ocio, el trabajo, el propio Diario CÓRDOBA, las fiestas o los valores que se aprecian por la ciudadanía como más importantes.

Así, resulta imposible entender estas 40 ediciones de Cordobeses del Año sin ponerlas en el contexto del devenir de la ciudad y de su provincia, aunque no sea de forma sistemática de manos de los historiadores, ya que para muchos aún no hay perspectiva con la que hacer un análisis científico, pero sí a través de pinceladas, de noticias que día a día ha venido recogiendo puntualmente en sus páginas Diario CÓRDOBA, esa historia tan viva que apenas dura 24 horas antes de que las rotativas impriman una nueva edición, que deja obsoleto todo lo que ayer se escribió para la presente jornada.

Y viceversa, porque de la misma manera, y aunque también sea solo de pasada, permitan que tangencialmente se incluya en este relato algunos nombres y méritos de los Cordobeses del Año de estas cuatro décadas e incluso que se pongan en relación con los premiados del año 2024. Porque, aunque no es este el objetivo del presente capítulo centrado en la historia reciente de Córdoba y, además, el presente libro ya se extiende oportunamente hablando sobre los galardonados, tampoco tiene sentido olvidarlos si queremos entender mejor cada una de las últimas décadas.

La Puerta del Puente antes de su integración, a principios de los años 90, con la parada de caballos en una ribera abierta al tráfico.

La Puerta del Puente antes de su integración, a principios de los años 90, con la parada de caballos en una ribera abierta al tráfico. / CÓRDOBA

1985-1994 De la ciudad de los muros al AVE

Así, y viniendo de una provincia a la que le costó mucho olvidar los años más grises del siglo XX (al menos muchísimo más que a otras) la Córdoba de 1985 era aún una ciudad y una provincia de muros, empezando por el muro que rodeaba los terrenos de Renfe y las vías. Nos parece tremendamente lejano en este 2025, por ejemplo, recordar que hasta hace apenas tres décadas no eran infrecuente los accidentes mortales al cruzar las vías del tren en pleno centro de la ciudad, algo más propio de una urbe del tercer mundo que de una España en plena modernización y que entraba en 1985 en una Unión Europea ya lanzada desde hacía tiempo al futuro.

Pero es que a mediados de los 80, además del muro tras el que se encontraban las vías, la ciudad sufría el muro de Veterinaria, que parecía alejar a la Facultad de Veterinaria y a la Universidad de Córdoba del entorno inmediato de Ciudad Jardín y de la sociedad en general; los muros de los cuarteles de Lepanto, Artillería, la Zona, el Hospital Militar y Automovilismo, de una anacrónica presencia militar en la ciudad; las sucias fachadas de las casas de Cercadilla, de ese muro social del pecado, la culpa y la vejación de la prostitución; los pequeños muros para la comunicación que eran el tráfico en el Puente Romano, la degradada Ribera, el viaducto del Pretorio, las vallas del nuevo Ayuntamiento en construcción, la vía del tren de Almorchón, el muro socioeconómico que era el paso de Las Margaritas para llegar a las casas portátiles de Las Moreras, al otro lado de las vías... Y, sobre todo, ese murallón, junto a la barrera de agua y cieno que era el Guadalquivir, un río al que Córdoba daba la espalda en un intento de la ciudad y el cauce por ignorarse e incluso ahogarse mutuamente.

Si Berlín tenía un muro que partía a Europa, Córdoba estaba plagada de barreras físicas, psicológicas y hasta políticas. Mientras la ciudad y el río parecían ahogarse mutuamente, las vías mantenían separada a la cuarta parte del casco urbano.

Ciertamente, en Córdoba no teníamos aquel Muro de Berlín que cayó en 1989, pero como ven no faltaban tampoco en la ciudad y la provincia muros físicos y algunas gruesas paredes ideológicas. En ese capítulo político habría que encuadrar, por ejemplo, aquel desencuentro en forma de cartas abiertas entre el entonces alcalde Julio Anguita e Infantes Florido, obispo en esa fecha, o con alguna desavenencia puntual entre el Ayuntamiento y la Casa Real o, mucho más frecuentes, hasta el extremo de bloquearse proyectos entre la Administración local con la Junta de Andalucía, la Diputación y el Gobierno central.

Los mimbres con los que hacer el cesto

En todo caso, en Córdoba había tantas ganas como necesidad de derribar barreras. Por supuesto, no todo era malo, eso en primer lugar. Y segundo, nada de lo que se logró en esa época podría haberse realizado si no hubiera existido un trabajo que venía de muy atrás y de contarse con un potencial de Córdoba para afrontar retos. Por citar solo un ejemplo: el turismo y la hostelería, con aquella primera hornada de restauradores que trascendía lo local, como Pepe García Marín, al frente de El Caballo Rojo, y desde 1970, Rafael Carrillo en El Churrasco. Pioneros en un mundo en donde por entonces nacía Paco Morales (cordobés del año 2024), en una época en donde era poco menos que un sueño esperar que Córdoba albergara un tres estrellas Michelin, que se creara en el IES Gran Capitán el grado de FP de Hostelería y Turismo y más aún la Escuela de Hostelería o, más tarde, la Cátedra de Gastronomía Mediterránea (2009).

Vista de los terrenos de Renfe con la antigua estación y el barrio de Huerta de la Reina al fondo.

Vista de los terrenos de Renfe con la antigua estación y el barrio de Huerta de la Reina al fondo. / CÓRDOBA

Un segundo ejemplo. Ya por entonces afianzaba sus raíces otro cordobés del año 2024: la firma Covisa-Mercedes, que había sido fundada hacía poco (1982) por Manuel Ibáñez Bedmar, aunque sus raíces se hundían hasta 1965, cuando la actual Ciudad Mercedes era poco menos que una utopía impensable. Y un tercer caso, este en el mundo de la sanidad, aquel primer trasplante de corazón de 1986 a cargo del equipo que dirigió Manuel Concha, todo un logro sin el que no podría entenderse tampoco el prestigio logrado por el hospital universitario Reina Sofía, ni esos más de 40 años de trabajo de Pedro López Cillero (otro de los Cordobeses del año 2024), junto a sus 20 años de docencia y su participación en hasta 2.000 trasplantes de adultos y unos 300 de niños, particularmente de hígado.

Más aún, a una buena parte de aquellos primeros cordobeses del año no solo le reconocían un logro brillante, también una trayectoria, lo que llevó a que entre los primeros distinguidos estuvieran nombres como Antonio Gala o Antonio Fernández Díaz ‘Fosforito’.

Caen los muros

Pero volvamos a centrarnos estrictamente en esa década prodigiosa, entre 1985 y 1994, en la que comenzaron a caer muros como los del Guadalquivir, gracias al Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) de 1986 y a ese Plan del Río, que permitieron iniciar la integración del entorno del cauce en la ciudad. Muy lentamente, eso sí, a la espera de que llegaran las plusvalías de ese otro gran proyecto de la época que fue el Plan Renfe, con la construcción de la nueva estación y la Reforma de la Red Arterial Ferroviaria (RAF). Aquel acuerdo entre las administraciones se firmó en 1989 con todo el boato en el Alcázar de los Reyes Cristianos, en una ceremonia encabezada por el entonces vicepresidente del Gobierno Alfonso Guerra. Luego comenzarían los trabajos para la nueva estación, con el hallazgo de los restos del palacio tardorromano de Cercadilla, que fueron arrasados en dos tercios de su superficie para la construcción de la moderna terminal, mientras se construía un apeadero provisional complementario en Santa Rosa para que no se interrumpiera el servicio.

La estación fue inaugurada por el rey Juan Carlos I el 9 de septiembre de 1994 y por el entonces ministro Josep Borrell, que auguró en aquellas momentos que Córdoba sería el gran nudo ferroviario del sur. Paralelamente, en la Red Arterial Ferroviaria se fundaba Telfeco (actual Procórdoba) para reurbanizar y construir en las 40 hectáreas del Plan Renfe, comenzando por la supresión de los pasos a nivel que eliminase este peligro e iniciara el cosido de una ciudad que tenía la cuarta parte de su casco urbano al otro lado de las vías. Algunos de los mejores ejemplos de estos fueron la conversión del erial de la vía del tren de Almorchón en el bulevar de Escritor Fernández Márquez o la transformación del barrio de Cercadilla, todo ello mientras comenzaba la construcción del barrio de Poniente, ya fuera de la RAF, en torno a un centro comercial de capital cordobés: Zoco. Poco antes, al calor de otro centro comercial, el de La Sierra, se urbanizaba el barrio de El Tablero Bajo, coincidiendo con una reacción del barrio de Moreras que aquel mismo 1994 veía derribarse las últimas casitas portátiles provisionales, pero que duraron 40 años. Los incidentes en Moreras tuvieron como parte de su raíz el problema de la asignación de viviendas sociales y su compraventa ilegal.   

En la inauguración de la nueva estación, el ministro Borell auguró que Córdoba sería el gran nudo de comunicación del sur. La plusvalía del Plan Renfe irían al Plan del Río, con proyectos como el Balcón del Guadalquivir o el Parque de Miraflores.

En el capítulo de equipamientos, Córdoba empezó a contar el 28 de febrero de 1985 con la nueva sede del Ayuntamiento en Capitulares y en mayo de 1986 con el Gran Teatro como buque insignia de la armada de la programación cultural del Ayuntamiento, además de multiplicarse los espacios donde a corto, medio y largo plazo construir, según el PGOU de 1986, edificios culturales, administrativos, deportivos o centros cívicos.

Mientras, señeros y anacrónicos complejos militares urbanos pasaban a otros usos, a la vez que el Ejército concentraba sus recursos humanos y técnicos en la base de Cerro Muriano. Como el cuartel de Automovilismo, que se demolió tras su reversión a la ciudad dentro de la RAF, mientras los 30.886 metros cuadrados de la mayor parte del Cuartel de Lepanto pasaban al Ayuntamiento provisionalmente, ya que el proceso de traspaso de titularidad formalmente no se ha cerrado hasta hace poco. Más aún, el Consistorio se hacía con el cuartel de Artillería San Rafael en 1990 para ubicar en el mismo más tarde la sede de la Gerencia de Urbanismo.

También fueron años claves para los equipamientos de la Universidad de Córdoba, cuando se decidió la reordenación de espacios e inmuebles y la creación de tres campus en Rabanales, reaprovechando los equipamientos de la antigua Universidad Laboral (para las carreras científicas y agroalimentarias), el casco histórico (humanidades) y el hospital Reina Sofía (el campus sanitario), planteándose el traslado de Veterinaria y la reconversión del edificio en Rectorado, que se formalizaría años más tarde.

Mucho más que toros

En el mundo del toro, fueron años del pique que la afición quiso ver entre Rafael González ‘Chiquilín’ y Juan Serrano ‘Finito de Córdoba’, años antes de la alternativa de este segundo, el 23 de mayo de 1991, y del indulto al toro Tabernero en 1994, cuando estrenaba una Feria en el nuevo parque urbano de El Arenal, con más de 170 casetas. Retomando el mundo taurino, esta década a caballo entre los 80 hasta mitad de los 90 comenzó con una tristísima noticia que trascendió a lo social e incluso a la política. Se trató de a cogida del diestro Francisco Rivera ‘Paquirri’ el 26 de septiembre de 1984 en Pozoblanco, cuyo traslado a Córdoba se ralentizó por el estado de la red vial, llevando a que el torero fuera ingresado cadáver en el entonces Hospital Militar en año taurino. Aquello sería un nuevo argumento para una serie de protestas que se prolongarían años por la carencia de infraestructuras viales y sanitarias en Los Pedroches. Como reflejo de este atraso, también en el sur de la provincia se sufría una demora en las comunicaciones. Por ejemplo, con la lenta conversión en autovía de la carretera a Málaga, de tramos plagados de puntos negros. Eran tiempos en los que, hay que recordar, la Autovía de Andalucía, la principal arteria que unía con Madrid un territorio tan enorme como Bélgica y Holanda juntas, aún estaba en muchos tramos en doble sentido.

Aunque con un proceso lento, pasaron a uso ciudadano cuarteles como Automovilismo, Lepanto, Caballerizas y Artillería. Las protestas por las deficientes infraestructuras arrecieron tanto en Los Pedroches como en las comarcas del sur de la provincia.

También en la provincia el campo, dejando aparte las aportaciones de la PAC desde la integración de España en la UE en 1985, comenzaba ya a sufrir el estancamiento de precios en algunos productos, mientras que se multiplicaban las denominaciones de origen y los primeros intentos de internacionalización de los productos cordobeses, principalmente de manos del aceite de oliva, a la vez que los periodos de sequía se alargaban y hacían más duros desde la década de los años 80. Fue el caso de la sequía que hubo entre 1992 y 94, a los que les seguirían los años de escasas precipitaciones en torno a 1998, 2004, 2014 y desde 2018 a 2023.

Economía, sociedad y una curiosa anécdota

En las décadas posteriores seguiremos hablando del campo, que nunca ha dejado de ser el primer motor económico de Córdoba. Pero, volviendo a centrarnos en los años entre 1985 y 1994, y ya entrando de lleno en el capítulo económico, cabe destacar la continua degradación del sector industrial y comercial cordobés, especialmente con la dura crisis de 1993, que sin embargo no afectó a Córdoba tanto como a otras ciudades españolas, precisamente, por el tirón de la fuerte transformación que se vivía. 

Respecto al capítulo financiero, esta década desde 1985 termina un 31 de diciembre de 1994 con la firma en el Palacio de Viana de la fusión de Cajasur y la Caja Provincial de Ahorros de Córdoba tras el visto bueno de sus respectivas asambleas generales, que arrancaría en 1995 con 550.000 millones de pesetas de recursos, 1.600 empleados y una red de 330 oficinas.

En el campo social, en una época aún sin internet y redes sociales que derivasen a los jóvenes hacia otras formas de comunicación y socialización, los colectivos vivían una cierta edad de oro con una capacidad de movilización sin precedentes de las peñas o la fortaleza del movimiento vecinal, con hitos como las protestas contra la tardanza en eliminar las vías del tren en el centro que llevó a encadenarse a dirigentes vecinales. Otro caso fueron las cofradías, con la multiplicación de hermandades teniendo en La Trinidad un semillero de estas corporaciones, con Fray Ricardo como inspirador de una nueva Semana Santa en expansión y la atracción hacia las hermandades que ejercía el mundo del costal.

Celebración del ascenso del Córdoba CF a Primera División en 2014.

Celebración del ascenso del Córdoba CF a Primera División en 2014. / CÓRDOBA

En ese aspecto de la vida ciudadana cabe recordar aquel número 42.890 de la lotería de Navidad de 1992 que se distribuyó en pequeñas participaciones por la cadena de supermercados Deza, dejando en la ciudad 15.000 millones de pesetas. Años en donde se reimpulsaba el papel de la mujer, la igualdad y la lucha contra el maltrato, todo ello para una parte de la población que, recordemos, no tenía ni siquiera derecho poco tiempo antes, en 1975, a abrir una cuenta corriente si no era con el permiso paterno o del marido.  

Y para terminar las pinceladas de esa década prodigiosa, una anécdota que, sin embargo, lo dice todo sobre aquellos años entre mediados de los 80 y los 90. La actual estatua de La Lectora, que rinde tributo a los lectores de prensa en el bulevar del Gran Capitán (obra de Marcos Augusto Dueñas y erigida en noviembre de 2016 por el 75 aniversario de Diario CÓRDOBA) se encuentra repasando dos noticias en bronce de un periódico imaginario que, sin embargo, reproduce sendas páginas interiores tal y como se publicaron en su día, ambas de 1994: Una, la inauguración de la nueva estación por el Rey, y la segunda, la declaración del casco histórico como Patrimonio de la Humanidad por parte de la Unesco, el 17 de diciembre de aquel año. Historia en bronce a fin de cuentas.

1995-2004 Espacios abiertos para el encuentro

Ha sido necesario extenderse en esta primera década, de las cuatro que han transformado a Córdoba desde aquel 1984 de los primeros Cordobeses del Año, para tener una mejor perspectiva y referencia de este periodo. Porque tras esta primera década no todo el trabajo estaba hecho. Ni mucho menos. El atraso de Córdoba venía de muy lejos y gran parte de los logros apenas significaron que la ciudad y la provincia entraran en el siglo XX cuando ya se hablaba del XXI. Así, y mientras que políticamente Córdoba vivió la sacudida del paso de IU a un gobierno local encabezado por Rafael Merino (PP), para volver en 1999 a la izquierda con Rosa Aguilar, la transformación de la ciudad seguía principalmente en los terrenos de la antigua Renfe. El plan que ya iba con el piloto automático y vio como en 1995, por ejemplo, se derribaba el antiguo viaducto del Pretorio después de 73 años de servicio ininterrumpido. Mientras, en esas 40 hectáreas de céntrico terreno para equipamientos y viviendas se iban poblando de grúas y mezcladoras de hormigón.

Como estaba previsto, y aunque hubo quien quiso sobre la marcha redibujar el Plan Renfe, las plusvalías de la reforma de la Red Arterial Ferroviaria comenzaban a llegar al Plan del Río para reequilibrar la ciudad. Fue una década, entre mediados de los 90 y el año 2004, en la que el puente de Miraflores y el parque periurbano de El Arenal cobraron pleno sentido al inaugurarse junto a ellos el Parque de Miraflores (25 de julio de 2003), el puente y el Balcón del Río (11 de mayo de 2004). Se le esperaba por esa zona, pero al final no se presentó, el Palacio del Sur, un proyecto nacido en un también polémico concurso de ideas cuyo coste se fue disparando sin encontrarse ayuda institucional o privada, luego se recortó y, al final, se abandonó totalmente, pero con altos costes para el Ayuntamiento.

El Puente Romano en un día de masiva afluencia del turismo.

El Puente Romano en un día de masiva afluencia del turismo. / CÓRDOBA

El nuevo-viejo centro

También el centro, en donde una amplia zona había sido nombrada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, merecía la atención al estar bajo el riesgo que quedar como un gueto de degradación. Así, y mientras se discutía el Plan General de Ordenación Urbana de 2001 (acompañado del Plan Especial de Protección del Casco Histórico-Pepch, El Plan Integral de Aparcamientos Disuasorios del Centro-PIAC y del Plan de Accesibilidad del Casco o el Plan Manzana de San Pablo), comenzaban a intervenirse en los grandes ejes a peatonalizar, como Jesús y María o San Pablo-Realejo. Y fuera de esas intervenciones progresivas, el muy eficaz Plan Urban Sur, con 1.650 millones de pesetas, que ayudó a transformar urbanística y socioeconómicamente la Ribera, o aquella reforma y peatonalización de Las Tendillas al final del mandato de Rafael Merino a lo que hay que sumar en 2001 la terminación de la larguísima recuperación de la plaza de La Corredera (iniciada en 1986 y aún con la intervención del Pósito pendiente).

No muy lejos del centro, se inauguró el parque de Juan Carlos I, que permitió que por primera vez el barrio de Ciudad Jardín pudiera tener algo que se llamara así: un jardín. Algo más lejos, el Paseo de Córdoba se abría como otro gran lugar de Córdoba de encuentro y, en los barrios, el Ayuntamiento recepcionaba los espacios de Moreras (en 2003) y aumentaba sus equipamientos.

En el capítulo cultural, la programación del IMAE y de otras instituciones y colectivos se multiplicaba, mientras que la exposición El esplendor de los Omeyas hizo que en 2001 el mundo volviera la vista hacia Córdoba y su legado, todo ello con medio millón de visitantes y la colaboración de 70 instituciones y museos de todo el mundo.    

Años en los que el Gobierno de Aznar quitó la mili (en 2001, y por cierto, dejó sin sentido en el centro de Córdoba otro edificio más del Ejército, la zona de reclutamiento de La Trinidad) y en los que entró en circulación el euro, que fue recibido la Nochevieja del 31 de diciembre de 2001 con dos fiestas muy especiales en España: una en Madrid y la otra en Córdoba, justo en la plaza de La Corredera.

La zona centro inició su puesta en valor con el Plan Urban Sur, la mejora de La Corredera, Las Tendillas y grandes ejes viales.

En el campo, se le enseñó en Córdoba al comisario de la UE Franz Fischler qué es un olivo (algo que parecía desconocer) antes de su reforma de la PAC de 2003, que tanto afectó a Andalucía. Mientras, las infraestructuras de la provincia mejoraban y el mundo del campo daba pasos para la internacionalización, la exportación y la calidad. Por entonces nacería Luque Ecológico, una de las firmas elegidas Cordobés del Año 2024. Como también Autismo Córdoba ha sido premiada este año, y que fue fundada en 1995 como reflejo de una época de movilización desde la sociedad por la asistencia, la cooperación y el impulso de la sanidad que no tuvo a Autismo Córdoba como único ejemplo.

Aunque tampoco faltaron momentos de dolor y tragedia, especialmente en 1996, con el atentado de ETA, que en Carlos III mató al sargento Miguel Ángel Ayllón; aquel incendio en dependencias del Reina Sofía (que, sin embargo, serviría como muestra de resiliencia y superación para relanzar la ciudad sanitaria), o la muerte de las policías locales María Ángeles García y Marisol Muñoz, tras el atraco a la sucursal del Banco de Santander en Las Tendillas, el 18 de diciembre de 1996.

Al cierre de esta década, a caballo entre dos siglos, el año 2004 contó con una obra de infraestructura en Córdoba señera, que eliminó los atascos eternos en la avenida de Cádiz y benefició no solo a la ciudad, sino al sur de la provincia, acortando el tiempo de entrada en Córdoba. Se trató del Puente de Andalucía, inaugurado el 28 de febrero de 2004 y que, a falta de terminarse la Ronda de Poniente, cambió radicalmente los tiempos en la red viaria de una ciudad, en la que ya raramente se han visto atascos cotidianos. También permitió descargar al puente de San Rafael y reurbanizar la plaza de Andalucía y, sobre todo, iniciar la reforma del entorno de la Puerta del Puente Romano con un primer paso: la jubilación de la bimilenaria pasarela para el tráfico rodado, que llegaría el 1 de mayo de 2004. Pero eso ya se adentra en otra década a recordar.

2005-2014 Años de euforia, crisis y esperanzas

Conviene comenzar periodo entre las dos primeras décadas del siglo XXI con el mismo asunto con el que terminamos la anterior etapa, con un Puente Romano ya peatonalizado y el comienzo por parte de la Junta de Andalucía de seis sucesivas intervenciones para recuperar la estampa más monumental de la ciudad: la del entorno del Puente Romano. Así, la Junta inició, bajo la dirección de Juan Cuenca y con un presupuesto conjunto de unos 30 millones de euros, los trabajos de consolidación y restauración de la bimilenaria pasarela, comenzando por dos intervenciones en La Calahorra seguidas por otras dos en la Puerta del Puente, otras tantas en el propio Puente Romano (con una larga polémica sobre el pavimento de grandes losetas de granito rosa) y la construcción del Centro de Recepción de Visitantes. Paralelamente, se realizaban actuaciones para mejorar las condiciones del cauce, la avenida de Fray Albino y para adecuar el Paseo de La Ribera, que parecía estar en una obra perpetua. El 9 de enero de 2008 se reinauguraba el histórico puente con su nueva configuración peatonal, en una ceremonia presidida por el entonces presidente de la Junta Manuel Chaves y Rosa Aguilar, que era la alcaldesa. Y pocas veces se terminó una remodelación de tal magnitud tan oportunamente. 

Las obras del entrono del Puente Romano recuperaron la mejor estampa de la ciudad justo antes de la crisis de 2008.

La Ribera había quedado de dulce para el turismo y para vender Córdoba pocos meses antes de que estallara la mayor crisis económica mundial en un siglo, especialmente cruel en España al saltar por los aires la burbuja inmobiliaria creada.

Da miedo pensar qué hubiera sido de la ciudad de no haberse emprendido tantas reformas en un periodo en donde las administraciones, y más la iniciativa privada, quedaron prácticamente sin recursos para afrontar nuevos proyectos durante años. También antes de estallar la crisis se completaban justo a tiempo, valga este concepto, equipamientos claves: la transformación del edificio de la antigua Facultad de Veterinaria en Rectorado (se reinauguró el 3 de septiembre de 2007), el ansiado y complejo Parque Joyero (2005), el derribo y construcción del nuevo Palace (2006-2008) o el AVE a Málaga (2007)... Como también resultó providencial la terminación, el 21 de agosto de 2007, del proyecto Ciudad Mercedes, a cargo del Grupo Covisa Mercedes, que precisamente en esta 40 edición de los Cordobeses del Año es uno de los premiados.

Después, llegaba el estallido de la burbuja inmobiliaria y el rescate de la UE a España (o mejor dicho, a sus bancos) mientras Bruselas fiscalizaba las cuentas nacionales. Aún así, en Córdoba se registraron algunas alegrías, eso sí, la mayoría gestadas mucho tiempo antes. En algunos casos, como la conversión en autovía de la carretera de Málaga, muchísimo antes, ya que el desdoblamiento de la calzada iniciado en 1992 acabaría el 22 de diciembre de 2009. También, sacando recursos de donde poco había se reformó la calle Cruz Conde, peatonalizada inmediatamente después; El Corte Inglés terminó su centro comercial en Ronda de Poniente (2012) y se recuperó para el Ayuntamiento el Teatro Góngora, que llevó a ampliar la programación cultural municipal.

Pero más que este equipamiento fue la candidatura a Capital Cultural Europea 2016 lo que más movilizó a la población en el ámbito cultural con las perspectivas de atraer 200 millones de euros en infraestructuras e ingresos y aumentar las pernoctaciones en un 15%. La decepción cuando la propuesta de Córdoba fue superada por la de San Sebastián (2011 fue todo un mazazo a la autoestima de la ciudad, de la que se pudo resarcir al menos en buena parte un año después), cuando la Unesco declaró a la Fiesta de los Patios como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, el 6 de diciembre de 2012.

El Parque Joyero, la Ciudad Mercedes o la Autovía de Málaga fueron buenas últimas noticias antes de la crisis de 2008. Esto se ceba con el sector financiero. En el año 2010, Cajasur es intervenida y pasa a manos del grupo BBK.

En este contexto de crisis no faltaron ejemplos de resiliencia por parte de Córdoba, como con el inicio de la ampliación del Hospital San Juan de Dios (25 de octubre de 2011, entidad premiada con el Cordobés del Año 2024) o la creación de la Universidad Loyola (2011), cuya Fundación ETEA ya llevaba décadas trabajando y que también ha recibido el galardón de Cordobés del Año 2024. La que, sin embargo, más sintió la crisis fue la entidad financiera por excelencia de Córdoba, Cajasur, que tras ser intervenida pasó en 2010 a manos del grupo BBK.

No faltaron noticias dramáticas en esta década, entre 2005 y 2014. Entre ellas, las fuertes inundaciones de 2010 y 2011, que reabrieron el debate sobre las parcelaciones irregulares, o el caso Bretón, ese trágico hecho que acabó con la vida de los pequeños Ruth y José en 2011 y que culminó con una sentencia condenatoria en 2013. En el plano social, los hábitos y las costumbres cambiaban al llegar las nuevas tecnologías a manos de los ciudadanos, especialmente para los jóvenes, acelerando un declive en movimientos asociativos que comenzaron a preocuparse mucho por encontrar relevo generacional, caso de las peñas o de las asociaciones vecinales.

No fue lo mismo con las cofradías, que aumentaban su número en Semana Santa y en las listas de hermanos, con cada vez una mayor reivindicación por el traslado de la carrera oficial al entorno de la Mezquita-Catedral como primer templo de la diócesis. En ello fue clave la celebración del Vía Crucis Magno de Córdoba en 2013, así como la decisión en 2016 de ir todas las cofradías a la Catedral.

2015-2024 inteligencia artificial y natural

Con una ciudad y su provincia que no se había repuesto aún de las consecuencias de la fortísima crisis económica de 2008, comenzaba una última década tan agitada como repleta de reveses y logros para Córdoba, por ejemplo, al padecer aún el parón de los presupuestos de las administraciones, mientras que un Córdoba CF, que por novena vez a llegaba a Primera División, daba unas contadas alegrías antes de sumergirse en temporadas venideras en las categorías inferiores y con una grave crisis en la directiva que acabó (y aún sigue) en los tribunales.

Pero comencemos por donde se dejó en la década anterior, con la decisión por parte de las cofradías de llevar en 2017 la carrera oficial al entorno de la Mezquita-Catedral, todo ello tras desmontar una de las celosías que en los años 70 diseñó Rafael de la Hoz para este icónico templo. Para muchos, y desde muy distinto punto de vista, en el ánimo de la decisión subyacía una reivindicación de la titularidad de la propiedad de la Mezquita-Catedral por parte de la Iglesia, mientras que el sector turístico y hostelero, en líneas generales, aplaudía la decisión por el impacto en la imagen de la ciudad y el reclamo que podía suponer.

Precisamente, esta ha sido la década en donde en el plano turístico se han recogido los frutos promocionales y las fuertes inversiones de décadas pasadas en el casco histórico (aunque aún queda mucho por hacer) y del asombroso despegue de la actividad turística, al multiplicarse la oferta hotelera y hostelera. Particularmente polémicas han sido la proliferación de las viviendas para uso turístico, que han interferido en el mercado inmobiliario del alquiler y la compraventa (un 8% de todo el parque de edificios en el casco histórico ya son viviendas con fines turísticos) y con una seria amenaza de gentrificación de esta zona de la ciudad y la vecina del Campo de la Verdad.

Entre las causas de este riesgo de morir de éxito se encuentra, como ya se ha apuntado y paradójicamente, logros tras el esfuerzo realizado en décadas anteriores y el impacto de las tres declaraciones de la Unesco de las que gozaba Córdoba, a la que se sumó en 2018 la de Patrimonio de la Humanidad de Medina Azahara en la 42ª reunión del Comité de Patrimonio Mundial, reunido en Baréin. 

A la vez que se toman medidas para limitar las viviendas turísticas, los proyectos para el casco histórico se multiplican.

Sin olvidar otras declaraciones que implican tangencialmente a Córdoba, como el toque de tambor, para Baena; la dieta mediterránea, de la que es tributaria la gastronomía cordobesa ,o el flamenco, en donde la ciudad es un referente universal. La celebración en 2024 del Congreso de Ciudades Patrimonio Mundial (OCPM) vino a refrendar proyectos como el Plan de Gestión del Casco Histórico (PGCH) o la creación de un gemelo digital, con la ayuda de la inteligencia artificial, de esta zona histórica para simular futuras reformas y mejoras de espacios, infraestructuras y equipamientos. Y todo ello en una década que comenzó sacando un poquito la cabeza de la crisis. No mucho, y con tres de los barrios de Córdoba entre los cinco con menos ingresos per cápita de España, mientras que el problema de los nuevos pobres se cronificaba en la ciudad y su provincia, según denunciaba en 2018 Cáritas y continúa haciéndolo en la actualidad.

La pandemia y otros duros golpes

Y para colmo, llegó la pandemia. El decreto que confinó en sus hogares a toda España el 14 de marzo de 2020 por el covid-19 tuvo un especial impacto en la debilitada economía cordobesa, muy dependiente de la actividad sumergida para que muchas familias lleguen a fin de mes. También, por ello, se sufrieron particularmente las crisis derivadas por la falta de materias primas y de la energía en Europa tras el inicio de la guerra en Ucrania en 2022, así como una posterior escalada inflacionista. 

Si a eso se le suma la larguísima serie de años con bajas precipitaciones de 2018 a 2023, que afectó duramente al campo, primer motor económico de la provincia, puede entenderse el desaliento que muchas veces se ha sentido en esta década, incluyendo en este capítulo cuando la sequía obligó a cortar el suministro desde el embalse de La Colada a partir de 2023. Tampoco ayudaron los temores ante el impacto de la PAC en la provincia, por mucho que las exportaciones agroalimentarias (especialmente el aceite de oliva) además del cobre ayuden cada vez más en la balanza comercial de Córdoba.

Malas noticias a las que se sumaron la pérdida de personalidades señeras en la cultura, como el premio Príncipe de Asturias Pablo García Baena (14 de enero de 2018), Ginés Liébana (31 de diciembre de 2022) y Antonio Gala (28 de mayo de 2023); y en el ámbito político, con el fallecimiento de los que fueran alcaldes de la ciudad, Andrés Ocaña (2 de marzo de 2017) y Julio Anguita (16 de mayo de 2020).

La Reina Sofía con autoridades y responsables en la inauguración del Parque Joyero (2005).

La Reina Sofía con autoridades y responsables en la inauguración del Parque Joyero (2005). / CÓRDOBA

Más de una alegría y mucha esperanza

Sin embargo, y como se ha apuntado, tampoco son pocas las razones para la esperanza en esta última década. En infraestructuras y equipamientos, por ejemplo, el periodo arrancó con la inauguración de la Variante de los Visos en 2015, a la que le siguieron hitos como la apertura del Centro de Creación Contemporánea en 2016, la Ciudad de la Justicia en 2017, el Centro de Exposiciones Ferias y Convenciones en octubre de 2022 o el relanzamiento del aeropuerto desde 2023 con nuevas líneas.

Ya dentro de la cultura y del patrimonio, ahí está la innegable atracción que ejerce Córdoba como ciudad monumental o la consolidación de ciclos como Flora y el mundo del Caballo dentro del otoño cultural cordobés, respaldado por una amplia oferta y una red de equipamientos públicos y privados que se ha consolidado como un atractivo más de Córdoba y la provincia. Los reconocimientos a los cineastas Javier Frutos y María Pulido como Cordobeses del Año 2024 ponen cara a esa industria cultural que se abre paso en Córdoba.

Aunque a buen seguro el proyecto que ha generado más expectativas es el de la Base Logística del Ejército de Tierra (BLET), con una inversión aproximada que ya llega a los 500 millones de euros, la creación de un polo de atracción industrial, el impulso a la formación de jóvenes para cubrir puestos de trabajo que se generarán y los sucesivos anuncios de llegada de grandes firmas de esta actividad industrial. El último de ellos, el del Grupo Oesía, en la reciente Feria de la Industria de la Defensa (Feindef) en Madrid. Un proyecto de futuro que en breve concluirá las obras de urbanización. Casi como si se cerrara un irónico círculo en estos 40 años, pasando de unos edificios militares en desuso y que suponían una rémora, allá por 1984, a un macrocomplejo para reimpulsar la ciudad socioeconómicamente.

Por supuesto, queda mucho trabajo por hacer y numerosos proyectos planificados y otros por plantear para la próxima década, para una ciudad que será un poco más distinta a la que hoy conocemos. Pero eso es otra historia que, a buen seguro, veremos en el ‘Libro del Cincuentenario de los Cordobeses del Año’.

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