CORDOBESES DEL AÑO | José Manuel Martín Director ejecutivo de la Fundación ETEA
«Nuestra misión es clara: acompañar a los más vulnerables»
La fundación recibe el premio en la categoría de Valores Sociales en honor a una trayectoria de medio siglo fomentando la cooperación y el desarrollo por todo el mundo, especialmente en América Latina.

José Manuel Martín, presidente de la Fundación ETEA. / Manuel Murillo
-¿Cómo nace la Fundación ETEA?
-La Fundación ETEA como tal nace en el año 2002, pero recoge una herencia de treinta años que se inició con la antigua ETEA. Cuando comenzamos esta aventura del desarrollo en 1974, teníamos la misión de articularnos desde Córdoba, para Córdoba y para el mundo. La Fundación ETEA es de Córdoba y ha realizado muchas acciones en la ciudad en el ámbito del desarrollo. Los primeros convenios para hacer trabajos en formación y acompañamiento a las instituciones públicas cordobesas en materia de desarrollo surgieron entonces. Luego, por supuesto, también iniciamos proyectos en Centroamérica y en otras parte del mundo.
-Una figura clave es Jaime Loring.
-Sí, él fue el fundador de ETEA y, como buen jesuita, tenía una sensibilidad especial por la pobreza, especialmente en América Latina, que en aquella época era una región con muchas dificultades y limitaciones.
-Entiendo que, para esas primeras labores de cooperación y desarrollo, fue fundamental la presencia de los jesuitas en la zona.
-Sí, claro. Para la Compañía de Jesús, Centroamérica ha sido un lugar muy importante y donde el trabajo ha sido constante. Fue precisamente en esa región donde nosotros nacimos, porque había muchas dificultades y una gran necesidad de apoyo y acompañamiento. Al tener presencia allí, nos fue muy fácil contactar con las universidades y grupos locales y empezar a trabajar.

Equipo de la Fundación ETEA. / Manuel Murillo
-¿Cómo fueron esos primeros proyectos?
-Estaban centrados sobre todo en formación y acompañamiento al sector agrario, especialmente al pequeño tejido empresarial de la región. Era lo que demandaban las empresas y, a partir de ahí, todo ha ido evolucionando.
-¿Qué diferencia a la Fundación ETEA de una oenegé?
-Como universidad, trabajamos en la generación de conocimiento a través de investigación de calidad, académica y científica. Ese conocimiento no se queda aquí, sino que se transfiere a través de los proyectos de la fundación a colectivos vulnerables. Además, contamos con una tercera pata clave: la formación. La generación de capacidades y el fortalecimiento institucional permiten que este conocimiento generado y transferido sea apropiado y utilizado por los ciudadanos.
-Me la ha mencionado, y es que siguen muy vinculados a la universidad. ¿Qué oportunidades brinda la fundación a los estudiantes?
-La misión de la compañía de los jesuitas es acompañar a los más vulnerables. Lo hacemos desde los profesores, investigadores y alumnos de la universidad. Así, ellos tienen un contacto con el mundo del desarrollo que les ayuda a verlo desde otra perspectiva. Lo importante de esta labor es ser capaces, junto con los locales -porque no somos salvadores-, de generar una dinámica en la que el investigador tenga una experiencia que transforme su visión del mundo y su forma de hacer investigación. Nosotros insistimos en que un investigador que no pisa terreno no se ha enterado. Con esto, ellos descubren una manera de trabajar que les da sentido.
«La fundación nace en 2002, pero recoge una herencia de treinta años que se inició con la antigua ETEA»
-¿Cómo han evolucionado los proyectos desde los iniciales hasta los más recientes?
-La experiencia es un grado, y cincuenta años dan para mucho. Al principio, nuestra manera de hacer proyectos y acercarnos a la realidad estaba condicionada por las dinámicas de las instituciones que financiaban los proyectos. Nosotros teníamos que actuar según las pautas y directrices de esas instituciones, pero también adaptarnos a la realidad de cada país. También estamos presentes en muchos más países.
-El desarrollo de la universidad también habrá influido.
-Por supuesto. Ahora contamos con mucha más experiencia para formular proyectos y, sobre todo, con un capital humano, relacional y científico mucho más sólido que el que teníamos en la antigua ETEA gracias a que se han incorporado muchas disciplinas. Somos más potentes y diversos. La multidisciplinariedad es ahora un elemento esencial en nuestros proyectos.

Reunión del equipo de Fundación ETEA. / Manuel Murillo
-¿Y cómo ha sido la evolución en Centroamérica?
-Es diversa y compleja. Gran parte de esta complejidad radica en las dinámicas de poder y los cambios políticos que operan allí. Siempre esperamos que un nuevo gobierno mejore la situación, pero a menudo, o casi siempre, tanto los gobiernos como la oposición política no logran generar dinámicas positivas para la gestión de estos países. Basta con ver la situación en Nicaragua, El Salvador, Honduras o Guatemala.
-¿Cómo está la situación de la cooperación y el desarrollo actualmente?
-Está un poco denostada. Hay que explicarle al ciudadano por qué sí merece la pena. Existe un cuestionamiento relacionado con las crisis que ha vivido el mundo desde 2008. Hay cierto escepticismo entre la población, que piensa «primero resolvamos lo nuestro antes de ayudar a otros». Yo pienso diferente: creo que en la medida en que contribuyamos a mejorar el mundo -y lo digo en términos globales- también estaremos mejorando nuestra situación particular. Somos optimistas, hemos pasado por esto muchas veces. Todo es cíclico.
-¿Un deseo para los próximos cincuenta años?
-Que sigamos llevando el nombre de Córdoba por el mundo durante otros cincuenta años. Por desgracia, siempre habrá pobreza, y no solo material. Acompañar a las personas también en aspectos como haber sufrido violencia extrema es muy importante, humano e integral.
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