Curiosidades de Córdoba

Los desapercibidos restos de una mezquita en una iglesia de Córdoba: "Llama poderosamente la atención"

Un rincón de Córdoba mantiene los vestigios de un templo islámico, un monumento casi único en España y exponente de la época califal

Los restos de una mezquita en una iglesia de Córdoba que pasan inadvertidos

Ramón Azañón

Manuel Á. Larrea

Manuel Á. Larrea

Córdoba

Aunque parezca sorprendente, uno de los principales exponentes de la Córdoba califal pasa inadvertido en la ciudad. Y eso que es prácticamente único. Solo hay tres en las mismas condiciones en España, además de ser de los más antiguos conservados en Occidente. Y no será porque no salta a la vista: "Llama poderosamente la atención", cuentan quienes lo visitan.

Pero, claro, en un mapa plagado de puntos de interés, con una laberíntica Judería por recorrer, ¿quién repara en que, en pleno centro, los vestigios de una antigua mezquita omeya conviven con una iglesia?

Lo que queda de la mezquita

En Córdoba, el único alminar intacto se encuentra en la plaza de San Juan. Una torre de casi 11 metros se alza ligeramente por encima de la iglesia que sustituyó a la antigua mezquita. Los últimos retazos de aquel templo islámico del califato aparecen como un cuerpo robusto decorado con arcos gemelos de herradura y columnas de mármol en sus ventanas geminadas. Más arriba, un friso de arquillos ciegos labrados en la piedra, con unas columnillas de época visigoda. La construcción está rematada por una cubierta de cuatro vertientes que no es original.

Friso decorada y techumbre del alminar.

Friso decorada y techumbre del alminar. / Ramón Azañón

El alminar era más alto. La cubierta actual no era el final de la torre, sino que contaba con un segundo cuerpo que fue extirpado. El alminar de San Juan, como es conocido a día de hoy, fue construido entre mediados del siglo IX y finales del siglo X. Tras la Reconquista de Córdoba, en 1236, el enclave pasó a manos de la Orden de San Juan y fue convertido en un templo de culto cristiano. Actualmente, la iglesia acoge a la orden de las Esclavas de Jesús.

El alminar de San Juan, en la plaza de San Juan, junto a la iglesia.

El alminar de San Juan, en la plaza de San Juan, junto a la iglesia. / Ramón Azañón

Patrimonio sin igual

Uno de los aspectos que hace tan especial a este alminar es su estado de conservación. Mantiene casi íntegramente su fisonomía árabe, resistiéndose, en parte, a la cristianización a la que fueron sometidos todos los restos de la presencia musulmana en la Península Ibérica. Los alminares, que son las torres de las mezquitas y, por tanto, uno de los elementos más representantes de la arquitectura islámica, fueron adaptados como torres de iglesias. A menor escala, es un caso similar al de la Mezquita-Catedral. En otros templos locales la sustitución fue más radical.

Teodomiro Ramírez de Arellano hace mención del torreón árabe en sus crónicas, pero hasta 1927 no pasaría la exhaustiva investigación del arquitecto Félix Hernández. Se constató su origen omeya y el monumento fue protegido. Así, en 1931, pasó a pertenecer al Tesoro Artístico Nacional. Y fue declarado, además, Bien de Interés Cultural. Un reconocimiento que lo hace posicionarse, junto a otros tres ejemplos repartidos por la geografía española, como un patrimonio único. Y en Córdoba más aún. Entre 2018 y 2020, la torre fue sometida a trabajos de restauración que lograron recuperar su aspecto primitivo.

Ventada geminada, decorada con arcos gemelos y columnas, del alminar de San Juan.

Ventada geminada, decorada con arcos gemelos y columnas, del alminar de San Juan. / Ramón Azañón

"Es una joya desconocida"

Un último apunte sobre los alminares: desde estos altos miradores, los musulmanes hacen la llamada a la oración. En un principio, las mezquitas no contaban con ellos. Simplemente disponían alguna torre más pequeña que servía para tal fin. Algunos historiadores, al hablar del origen de estos elementos arquitectónicos, apunta al califato omeya.

Los expertos aluden a influencias de las torres cristianas sirias o, incluso, los zigurats babilónicos. "Es una joya prácticamente desconocida para gran parte de los nativos y los visitantes", comenta un usuario en una reseña sobre este rincón de Córdoba. Y razón no le falta.

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