Reportaje
Una Navidad muy creativa y terapéutica
El Centro de Internamiento de Menores Sierra Morena se vuelca con las fiestas navideñas, en las que los jóvenes diseñan y crean todo tipo de construcciones, desde figuras del belén hasta trineos con leds. Todo con el objetivo de despertar la creatividad e inculcar valores.
Entrar al Centro de Internamiento de Menores Infractores (CIMI) Sierra Morena produce una sensación extraña. El amplio patio que hay junto a la puerta está decorado con más de una decena de figuras de cartón de Navidad, algunas de más de un metro de altura. Renos, trineos, regalos, los Reyes Magos, luces led... «¡Todo esto lo han hecho los chicos, aunque ya te aviso que por la noche mola mucho más. Estamos casi a la altura de Vigo», cuenta con sorna su director, José Javier Borque, que espera junto al recibidor con las manos atrás y una sonrisa.
Tras superar los pertinentes controles de acceso, llama la atención un belén situado junto al escáner. De nuevo, Borque apunta a que el montaje lo han llevado a cabo los jóvenes internados. «Salvo las figuras, las casas y todas las estructuras también están hechas y pintadas por ellos», destaca. «Vivís la Navidad de manera muy intensa, ¿eh?», le digo. «Bueno, cualquier excusa es buena para aprender y mejorar de manera diferente», asegura.
Ubicado en la carretera de Palma del Río, el CIMI Sierra Morena cuenta con 45 plazas, 18 plazas terapéuticas (personas que sufren problemas de salud mental o drogodependencia), 17 para chicos y 10 para chicas. En este tipo de centros ingresan jóvenes de entre 14 y 18 años que hayan cometido algún tipo de delito. «Son chavales que han tenido algún tipo de error en unas circunstancias muy concretas, pero que no podemos olvidar que tienen toda la vida por delante y que, sobre todo, tienen todo el derecho a mejorar, cambiar y corregir para rehacerse. Es en eso en lo que les ayudamos», subraya Borque. Entre los motivos que provocan el ingreso de los menores en estos centros, su director destaca el entorno familiar, «la mayoría de ellos tienen problemas en su núcleo familiar que les ha llevado a cometer alguna irresponsabilidad, aunque no son delitos graves». «También hay casos de acoso y, sobre todo, cada vez más los hay con problemas relacionados con las adicciones o la salud mental», avisa.
Los CIMI tienen una tasa de no reincidencia de en torno al 85%. En ellos se trabaja para paliar esos problemas de conducta al mismo tiempo que se les da una formación académica reglada con la que puedan continuar sus estudios. Al margen de clases para los alumnos de Secundaria y Bachillerato, también se ofrecen cuatro certificados de profesionalidad: dos relacionados con el ámbito administrativo, uno de peluquería y otro de reprografía. «Con esto conseguimos, no solo una titulación oficial, también que los internos puedan salir a hacer prácticas y puedan descubrir su vocación», comenta Borque.
Este complejo, gestionado por la organización Adis Meridianos, recibió el pasado mes de abril el Premio a la Innovación de la Consejería de Justicia, Administración Local y Función Pública de la Junta de Andalucía, organismo del cual depende. Para ello, una de las claves, recalca su máximo responsable, es la labor que se realiza durante la Navidad y en otro tipo de eventos como Halloween o el Mayo cordobés «cualquier excusa es buena» apunta.
Una Navidad terapéutica
Borque admite que el periodo navideño es especialmente delicado de gestionar, muchos menores salen de permiso unos días, lo que puede afectar a quienes no disponen de él, aunque recuerda que «una salida es un tema que hay que llevar a cabo con mucha cautela. Para que se produzca, se deben haber alcanzado ciertos objetivos en los que venimos trabajando con el chico. Paralelamente, se habla con la familia sobre cómo afrontar este paso y se les da unas pautas de intervención. No es un premio, es un paso más dentro del proceso de reinserción», resume.
Además, en Navidad se suman otros factores, como es el final del periodo lectivo, el sentimiento religioso y, sobre todo, el aumento de las visitas. «Muchas familias, que no pueden visitar a sus hijos semanalmente, lo hacen en estas fechas. Además, estas son más emotivas y en muchas ocasiones los propios niños le dan algún regalo que han hecho aquí», señala el director del centro.
Durante la Navidad, el taller de reprografía cobra especial importancia. Y es que, si bien es cierto que se trabaja en él durante todo el año, su profesor, Antonio Casanova, admite que esta es una fecha especial. «Desde hace varios años comenzamos con los trabajos a principios de noviembre. Es una actividad que ellos agradecen mucho. Aquí aprenden y desarrollan habilidades que no se imaginaban tener», subraya Borque. Desde carteles y christmas hasta figuras de Papá Noel pasando por estructuras que ellos mismos diseñan y confeccionan para el belén, pasando por estrellas con iluminación led incorporada, el trabajo en este sentido es más que notable.
El director advierte de que los árboles no pueden impedir ver el bosque, y que detrás de este navideño proceso de creación, hay un plan estudiado para la mejora de los chavales: «A través del arte buscamos trabajar aspectos vitales. No es pasar el tiempo, es inculcar la paciencia, el control de impulsos, la relación con otras personas... Es un proceso terapeútico», resume. Respecto al taller de reprografía, que es el germen de estas creaciones, asegura que, «lo que se pretende es aglutinar todas las áreas de intervención, desde el ámbito familiar, al educativo pasando por el psicológico».
Adquirir patrimonio cultural
Uno de los chicos que se encuentra en este espacio explica, mientras corta una serie de piezas para una casa del belén, que jamás se había imaginado hacer este tipo de trabajos: «Nunca había probado a hacer este tipo de manualidades, pero a base de concentración y esfuerzo he visto que se me da bastante bien», cuenta mientras no separa los ojos de su trabajo. «Utiliza la máquina de corte de poliespán y le pilla el truco a todo bastante rápido. Es muy habilidoso», añade Casanova. El profesor pone en valor no solo el empleo de materiales reciclados para las actividades, también el «patrimonio cultural» que los jóvenes reciben con ello, «algunos incluso descubren su vocación», comenta. «Algunos no habían leído un libro por voluntad propia. Aquí también tratamos de rellenar ese vacío».
La amplia sala está equipada con todo tipo de herramientas, incluida una imprenta de gran tamaño y varios ordenadores en los que trabajar. En uno de ellos se encuentra otra chica, que en su caso diseña un christmas para dejarlo en el hogar. «Estoy buscando diseños para inspirarme y luego modificarlo a mi gusto», cuenta.
Mientras recorre un pasillo adornado con estrellas que se iluminan con una tira de led, Borque remarca que todo este trabajo no tendría el efecto deseado en los jóvenes si no fuera porque «lo que hacen tiene un eco fuera». Entre los ejemplos, menciona diferentes exposiciones que han llevado a cabo en la Diputación, actos con el hospital Reina Sofía o presentarse al concurso de patios escolares. «Todo lo que se hace en el taller debe tener una utilidad, de lo contrario, los chicos se desmotivan», confiesa.
Cada adorno, reno de Papá Noel o estrella iluminada encierra un mensaje poderoso: un futuro esperanzador está al alcance de cada uno de estos chicos, pero solo puede construirse con esfuerzo, dedicación y trabajo en el sentido más amplio de la palabra.
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