«Cuando me dijeron que tenía cáncer, pensé que era muy pronto para irme»
Escritora La autora de ‘Historia de una FIV... y alguna más’ presenta ahora su nuevo libro, ‘No me llames guerrera’, en el que relata su experiencia tras ser diagnosticada de cáncer de mama en un formato de conversación entre su yo actual y el del pasado.
-Después de contar tu experiencia fallida con la fecundación in vitro, regresas para hablar del cáncer de mama. ¿Por qué este libro?
-Porque somos muchas las mujeres que pasamos por un cáncer de mama y cuando nos dan el diagnóstico, lo que queremos, por lo menos en mi caso, es conocer casos reales. En el momento del diagnóstico, sientes mucho miedo, mucha incertidumbre y buscas es casos de mujeres que hayan sobrevivido o que hayan experimentado lo mismo que vas a experimentar tú para responder todas las dudas que te surgen.
-Cuando te dieron el diagnóstico, ¿qué fue lo primero que se te pasó por la cabeza? ¿Cuáles son los miedos que afloran en ese momento?
-El primer pensamiento fue que tenía 40 años, que me iba a morir y que era muy pronto para irme, que tenía muchas cosas que hacer. Ese es el principal miedo cuando te dicen que tienes cáncer, piensas que te vas a morir, aunque luego te das cuenta de que no siempre es así.
-Buscar en internet en ese momento no es buena idea, ¿verdad?
-En absoluto, lo único que consigues es tener más miedo, más incertidumbre. Si buscas algo en internet tiene que ser en páginas que sean fiables como la de la Asociación Española contra el Cáncer, que tiene datos contrastados. El cáncer de mama tiene muchos tipos de tumores, muchas ramificaciones, no hay dos cánceres iguales y lo único que puedes conseguir es equivocarte y ponerte más nerviosa.
-¿Qué le ha enseñado el cáncer?
-Cuando me dijeron el diagnóstico, me cambió la percepción de la vida, a corto y a largo plazo. He aprendido a valorar muchas cosas pequeñas a las que antes no daba importancia, valoro todo mucho más que antes, siento que tengo que vivir la vida con más intensidad y vivir el día a día, el presente, que el futuro... Dios dirá. La principal lección es que hay que valorar cada minuto y no olvidamos de vivir. Estamos tan independientes del trabajo, de la casa, del estrés, de ir corriendo a todos lados que se nos olvida vivir.
-Su libro se llama ‘No me llames guerrera’. ¿Por qué ese título?
-Los pacientes oncológicos no somos guerreros, somos supervivientes. La misión guerrera implica una lucha constante y una batalla que ganar, lo cual puede cargar a las pacientes con expectativas poco realistas. En cambio, ser superviviente significa haber enfrentado una experiencia como paciente, pero no necesariamente como combatiente. Reconocemos nuestra vulnerabilidad, nuestras emociones y la realidad de la enfermedad. Ser supervivientes nos permite abrazar la vida con gratitud. Sobrevivimos, resistimos y seguimos adelante. Cualquier mujer que se levanta por la mañana para sacar su casa adelante es una guerrera. Yo no luché porque quise, luche porque no tenía otra opción.
-¿Estuvo mucho tiempo de baja?
-No, volví enseguida porque necesitaba trabajar, tener la mente ocupada. Pero tuve que cambiar de trabajo, yo estaba en el hospital y no podía aguantar el ritmo por el efecto del tratamiento hormonal, se lo conté a mi encargada, pero... Así que busqué otro trabajo y ahora estoy en una clínica dental donde no me tratan como un número sino como una persona.
-¿Cómo se dio cuenta de que algo iba mal?
-Me palpé un bultito en el pecho en una autoexploración, estaba duro como una piedra y no se movía, no tenía buena pinta. Las autoexploraciones y las revisiones periódicas son muy importantes porque un cáncer de mama cogido a tiempo salva muchas vidas.
-¿Tenía antecedentes familiares de cáncer de mama?
-Mi abuela materna murió de cáncer de mama, pero me hicieron el perfil genético y dio negativo. Yo estuve nueve años pinchándome estrógenos y progesterona para la fecundación in vitro y mi cáncer dio positivo a estrógenos y progesterona. Era blanco y en botella que fue a consecuencia de los tratamientos de fertilidad. No hay ningún estudio sobre este tema, pero somos muchas las mujeres que tenemos cáncer de mama después de esos tratamientos.
-¿Conocía ese riesgo cuando se sometió a los tratamientos?
-No, eso nadie te lo dice. Alguien debería advertirnos de que a partir de cuatro o de cinco in vitro el riesgo de sufrir un cáncer de mama o de ovario aumenta, porque más de una seguro que se plantearía si hacerlo o no. Los tratamientos de fertilidad son un invento extraordinario, pero dejan muchas secuelas, no solo esta, que deberían estudiarse más e informarnos para que estemos al tanto de todo lo que implica.
-Este libro está escrito como una conversación entre su yo actual y su yo pasado. ¿Hay muchas diferencias?
-Muchas, una vez superas el miedo aterrador, vas descubriendo que eres mucho más fuerte de lo que creías. En esa conversación, hablo con mi yo del pasado y le cuento cómo me sentí en ese momento, cómo viví todo aquello y cómo me siento ahora.
-Se ha sentido sola en el proceso?
-No, para nada. He tenido la fortuna de tener a mi marido, a mis padres, a mis hermanos, a mi familia y a mis amigos al lado. Hay personas con quien llevaba años sin hablar que han vuelto a mi vida a raíz del cáncer. No sabía que había tanta gente que me quisiera dispuesta a apoyarme. También hay algunos que pensaba que estaban y no estuvieron, pero igual no estuvieron porque no supieron o no pudieron estar. No todo el mundo tiene que empatizar contigo o entender lo que estás pasando. No es nada malo. De todo se aprende.
-¿Escribir le sirve de terapia?
-Sí, para mí es terapéutico, lo que fue el primer libro y lo ha sido este segundo. Cuando le dije a la psicóloga que me costaba mucho expresar con palabras lo que llevaba dentro me dijo que probara a escribirlo. Hacerlo me ha ayudado mucho y espero poder ayudar a otras personas que estén pasando lo mismo.
-¿Está totalmente recuperada?
-Mi cáncer fue pequeño, no hubo metástasis en los ganglios, pero con el cáncer siempre está la sombra la recaída y no te recuperas del todo nunca, tienes que estar con las revisiones y pendiente de cualquier síntoma. Me quedan seis meses de tratamiento hormonal para que me den el alta definitiva. Ese tratamiento tiene efectos secundarios brutales. Muchas mujeres lo dejan por eso y no deberían porque ese es nuestro seguro de vida.
-¿Dónde presentará el libro?
-El 17 de enero en el Casino de Puente Genil a las 20.30 horas y el 22 de febrero a las 19 horas en la Fundación Cajasol, en Córdoba.
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