El párroco de Santa Rafaela recibe el cariño de sus feligreses antes de trasladarse a Cerro Muriano

La iglesia de Santa Rafaela de Córdoba, cuya feligresía abarca los barrios de Noreña y Arroyo del Moro, se quedó pequeña este sábado noche para acoger un cariñoso acto de homenaje al que ha sido párroco de la misma durante los últimos 18 años, Diego Coca. Este sacerdote ha sido destinado por la Diócesis de Córdoba a la parroquia de Santa Bárbara en Cerro Muriano. Su responsabilidad en Santa Rafaela será desarrollada en breve por los hermanos sacerdotes Antonio y David Reyes.

Dicho acto de homenaje a Diego Coca consistió una misa, en la que participaron, entre otros, David Reyes, uno de los dos nuevos párrocos. La eucaristía estuvo cargada de emoción, ya que a Diego Coca se le llenaban a cada momento los ojos de lágrimas, pues han sido muchos años los que ha estado al frente de Santa Rafaela, una iglesia que él y el barrio vieron nacer, puesto que se trata de un edificio de nueva creación, que fue inaugurado en 2009.

Previamente a la existencia de esta iglesia el culto se desarrolló en un local comercial de la calle Felipe Mellizo, adaptado a parroquia entre los años 2006 y 2009.

Carta de agradecimiento

Al final de la entrañable misa, y antes de un pequeño refrigerio que se sirvió en la puerta de la iglesia, Diego Coca leyó una carta, en la que la palabra más repetida fue "gracias". "Gracias a Dios Todopoderoso que nos ha concedido el honor y el privilegio de asistir al nacimiento de esta comunidad parroquial de Santa Rafaela. Nuestra parroquia ha ido creciendo junto al barrio y desde el interior de las familias", indicó este sacerdote, natural de Villanueva de Córdoba.

Durante su tiempo como párroco en Santa Rafaela, en el templo han sido bautizados casi 2.000 niños y han hecho la Primera Comunión alrededor de 3.000, entre otras muchas acciones religiosas y solidarias.

Al que ha sido párroco de Santa Rafaela durante los últimos 18 años le entregaron varios regalos y los asistentes le dijeron un querido "hasta luego", que no "adiós", a pesar de su marcha como párroco a Cerro Muriano, recordando con cariño sus despistes o sus comentarios futbolísticos en las eucaristías, pues es seguidor del Real Madrid, y los repiques de campanas (incluso a deshoras) cuando el Madrid gana algún título o lo hace la selección española de fútbol.