Reportaje

En busca del cliente perdido

Comerciantes y hosteleros de la zona de la avenida del Aeropuerto esperan con ganas que el edificio de los antiguos juzgados recupere la actividad

Las obras de la antigua Audiencia Provincial avanzan a buen ritmo

A. J. González

Noelia Santos

Noelia Santos

Córdoba

El comercio y la hostelería de la zona de la avenida del Aeropuerto, en Córdoba capital, están ansiosos por ver de nuevo con vida el edificio que acogía los antiguos juzgados, en la plaza de la Constitución. Desde el año 2017, este edificio lleva cerrado a cal y canto por el traslado de toda la actividad judicial a la Ciudad de la Justicia, en Arroyo del Moro. La Junta de Andalucía inició la reforma del espacio hace ya más de un año con el objetivo de reabrir sus puertas acogiendo servicios del Gobierno autonómico.

Esas obras deberían acabar este mismo verano si se cumple el plazo inicial. Vecinos y comerciantes de la zona consultados por este periódico aseguran que lo último que les han dicho es que la obra acabará en el mes de septiembre y que será en enero cuando abra de nuevo sus puertas.

Fuentes de la Junta consultadas por este periódico sí han confirmado que la obra se recepcionará en septiembre, y luego habrá que amueblar el edificio y trasladar los distintos servicios. Lo que no terminan de confirmar las fuentes señaladas es qué delegaciones y servicios serán las que se muden a los antiguos juzgados.

Resignación

Son siete años ya los que han transcurrido desde que los antiguos juzgados cerraran sus puertas. Por aquel entonces, el comercio y la hostelería de la zona cifraba la pérdida de clientes entre un 25% y un 30%, teniendo en cuenta que los juzgados trabajaban unas 400 personas, a las que habría que sumar todo el público que acudía a diario para hacer los necesarios trámites judiciales.

Es por esto por lo que los empresarios de la zona están deseosos de que el edificio recupere la actividad, aunque también están resignados a los tiempos de la administración. Pilar, que regenta una administración de lotería, se ríe cuando le preguntan por el final de las obras. Ella cree que van bien, y es evidente el cambio que está pegando el espacio, mutando el ladrillo visto en grandes paneles de color gris claro. Entiende que cuando reabra, su negocio acogerá más clientes, aunque tampoco quiere hacerse ilusiones con las fechas.

Más opiniones

Lo mismo le ocurre a Juan, del bar Pura Cepa, o a Francis, quiosquero. Ambos confirman ese hecho que se comenta en el barrio, que la obra acaba en septiembre, pero que el edificio no abre hasta enero. «Ya estamos acostumbrados a la pérdida de cliente», comenta resignado Juan, aunque los bares de la zona funcionan relativamente bien tras las pérdidas iniciales.

Francis, por su parte, también cree que la reapertura supondrá un mayor número de clientes, pero de la misma forma, entiende que los tiempos de la administración son los que son. Habrá que esperar, por lo tanto, para ver si vuelve el cliente perdido.

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