Diario Córdoba

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ENTREVISTA MANUEL VIDA PÁRROCO EN LA FUENSANTA Y DELEGADO DIOCESANO DE MIGRACIONES EN CÓRDOBA

«A quien rechaza a los inmigrantes y se dice católico le diría que se lea la Biblia»

Manuel Vida, en la parroquia de Nuestra Señora de Linares. FRANCISCO GONZALEZ

Manuel Vida Ruiz tiene 73 años, 43 como cura, es de Priego y actualmente, párroco de la iglesia de Nuestra Señora de Linares, en el barrio de La Fuensanta, y delegado diocesano de Migraciones de Córdoba. En los años 80, compaginó su trabajo como sacerdote en un pueblecito de Córdoba con su puesto de funcionario en el Ayuntamiento de la ciudad, doce años como trabajador social en tiempos de Julio Anguita y Herminio Trigo a los que puso fin cuando vio el escaso margen de maniobra que tenía para mejorar la calidad de vida de la gente, asegura. En esos años, apenas había inmigrantes en Córdoba y la atención social se centraba en los llamados transeúntes, ahora personas sin hogar, para quienes «el padre Manolo» creó el centro de orientación y atención social coordinado con organizaciones sociales de carácter privado. Su primer contacto con la inmigración se dio en Montilla, donde dio forma a un grupo de voluntarios de Cáritas para atender a los primeros grupos que llegaban a la campiña.

¿En qué consiste la labor de su delegación en una provincia en la que la población inmigrante es una minoría comparada con otras?

En Almería, hay un 25% de población inmigrante, pero en Córdoba no llegamos al 5% y muchos vienen de paso. Nosotros no somos una oenegé con recursos de atención como tal, nuestro papel es de sensibilización a la sociedad y a la Iglesia sobre la situación de indiferencia, de injusticia que sufren, así como acompañamiento a casos especiales como el de una mujer nicaragüense que murió en el hospital en Córdoba y la familia quería expatriar el cuerpo. No había recursos oficiales para ello y finalmente pudimos hacerlo con una campaña de donativos.

¿Qué ofrece su delegación a las personas inmigrantes? 

Como digo, no disponemos de recursos económicos, nosotros los derivamos a las organizaciones donde pueden pedir ropa o alimentos, entre ellas Cáritas, les ofrecemos atención religiosa y espiritual en coordinación con las parroquias y tenemos un grupo de whatsapp para informarles de ofertas de trabajo o alojamientos disponibles. 

¿La Iglesia no tiene un presupuesto específico para atender a esta población?

No. Las Cáritas parroquiales están abiertas igual para todo el mundo, sean de donde sean, y si cumplen los requisitos, se les ayuda como a cualquier persona de Córdoba. Cosa distinta son los refugiados. El refugiado que viene huyendo porque su vida está en peligro está protegido por convenios internacionales y el Estado tiene que garantizar su protección, su alojamiento y su manutención. Para los que vienen buscando un futuro mejor no existen ayudas económicas específicas, hay las mismas que para los españoles. En nuestra parroquia por ejemplo, más de la mitad de los usuarios a los que ayudamos con ropa, alimentos o el pago de algún suministro son inmigrantes. 

"Se siguen repitiendo mensajes de xenofobia diciendo que nos quitan el trabajo y las ayudas a los españoles, cuando eso no es cierto"

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¿Ha cambiado mucho la sociedad cordobesa en la forma de mirar y atender a las personas inmigrantes?

Sí y no. Yo creo que en general la gente se da cuenta de que son un eslabón muy importante porque realizan trabajos esenciales, como el cuidado de mayores, tareas en el campo y en la construcción. Antiguamente, había más reticencias, pero ahora la mayoría sabe, ha visto que cogen los empleos que nadie quiere y empiezan a aceptar que son personas necesarias, pero a la vez se siguen repitiendo mensajes de xenofobia diciendo que nos quitan el trabajo y las ayudas a los españoles, cuando eso no es cierto.

Manuel Vida, junto al mensaje del Papa en el Día de las Migraciones. FRANCISCO GONZALEZ

Hay partidos políticos que se vinculan a la Iglesia y que criminalizan a los inmigrantes. ¿Qué tiene que decir la Iglesia ante ese mensaje racista que compran muchos fieles también?

Que ese mensaje no es cristiano, yo les digo que lean la Biblia. Jesús pone muchas veces como ejemplo de fe a forasteros en el evangelio, uno de ellos un centurión romano, no judío («no soy digno de que entres en mi casa»), que le pide que vaya a curar a su criado enfermo y del que Jesús dice que «no ha visto en Israel hombre de tanta fe» o un samaritano, también no judío y por tanto extranjero, que pone como ejemplo por el trato que da a un hombre enfermo al que cuida, da posada y dinero. Por eso, a los que hablan así, les diría que lean lo que dice Jesucristo de los inmigrantes, en el Nuevo y en el Antiguo Testamento.

¿Le parece que la condena de la Iglesia católica española a ese tipo de mensajes es lo bastante contundente, también desde sus medios de comunicación?

Los que nos movemos en las delegaciones de Migración estamos en esta onda, igual que el Papa. Los extremistas hacen mucho ruido, pero la Iglesia mayoritariamente no es eso y lo que predicamos no va por ahí.

Con motivo de la Jornada Mundial del Migrante y Refugiado que se celebra hoy, el Papa Francisco ha lanzado un mensaje en el que dice que hay que reconocer a los inmigrantes como hermanos o hermanas y ver en ellos a Cristo mismo. ¿Intenta frenar de alguna forma la ola de racismo que está fomentando la extrema derecha en toda Europa?

Lo dice el Papa Francisco y lo dice el evangelio, en Mateo 25,33 y siguientes. Si alguien quiere encontrarse con Cristo, ya sabe dónde está, en los más desfavorecidos y entre ellos, los inmigrantes están entre los más vulnerables. No hay más. 

«Hay quienes van mucho a la iglesia y se dicen cristianos, pero tratan mal a los inmigrantes»

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Muchos inmigrantes sin recursos son musulmanes. ¿Son bien recibidos en la Iglesia aunque no sean católicos?

Yo no distingo si son católicos o no. En las Cáritas parroquiales, estamos muy acostumbrados a recibir gente muy diversa. De hecho, yo diría que tenemos más evangelistas que católicos, sobre, todo entre la población latina. No preguntamos a nadie cuál es su fe. A algunos musulmanes les cuesta entrar en la iglesia, pero tenemos también muchos con nosotros a los que ayudamos y los orientamos en lo que podemos. Algunos saben más que nosotros. El que llega a España sin trabajo y sin papeles recorre todas las oenegés y se conoce los recursos a su alcance.

El Papa Francisco reclama también que emigrar no sea una obligación sino una elección. ¿Qué propuestas hace la Iglesia para que esto sea posible?

En la mano de la Iglesia no está hacer cambios, ha habido pactos internacionales para garantizar una emigración segura y digna, pero han quedado en papel mojado. Firmar un papel no cuesta trabajo, pero son los gobiernos los que tienen que tomar medidas. El Papa es muy sensible con la inmigración, él mismo es un emigrante porque su familia se fue de Italia a Argentina, y está lanzando mensajes para concienciar sobre la necesidad de proteger, acoger, promover e integrar a las personas inmigrantes. En Canarias, hay muchos inmigrantes extutelados y la delegación de Migraciones de la Conferencia Episcopal ha creado corredores de hospitalidad para que en las diócesis puedan enviarnos chavales para acogerlos en la península y enseñarles un oficio y se integren. Eso sería una obligación del Gobierno, pero como ellos no lo hacen, la Iglesia ha iniciado esta labor como avanzadilla, a iniciativa de los obispos de Canarias. Aquí tenemos ocho oenegés ayudando a los extutelados. 

¿Cuál es el perfil más habitual de inmigrante que reciben en Córdoba?

Tenemos a muchas mujeres latinas, empleadas de hogar internas, que es el trabajo que realizan más habitualmente aunque a veces te enteras de que tienen estudios superiores en su país y son ingenieras o maestras. Las que están peor son las que vienen con niños y los hombres, que tienen muy complicado encontrar trabajo aquí.

«No hay ayudas económicas especiales para los que llegan en busca de una vida mejor»

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Dentro de las personas inmigrantes, ¿tienen más fácil la integración unos que otros según su país de origen o el color de su piel?

Hay de todo, pero a veces vemos señoras mayores que buscan a alguien que las cuide, pero ponen reparos por el color de la piel. Algunas te dicen que no quieren forasteras, pero contratan a mujeres latinas cuando no les queda otra porque se diferencian menos. Después, muchas están encantadas porque conectan más con ellas por su sensibilidad, por su religiosidad... y también hay otras que van mucho a la iglesia y se dicen cristianas, pero con ellas son muy tiranas y las tratan mal. Una de las labores de nuestra delegación es sensibilizar y abrir los ojos a los miembros de la Iglesia sobre estos prejuicios, aunque no es fácil porque muchas tienen el carácter hecho y no cambiarían ni aunque les hablara el Papa en persona. Hacen lo que han visto en sus casas desde pequeñas, las tratan como se trataba antiguamente a las que llamaban las criadas. También te encuentras en las parroquias inmigrantes muy integrados que participan en los consejos pastorales y dan testimonio de su fe. En los círculos de silencio que organizamos todos los cuartos jueves de cada mes en el Bulevar Gran Capitán (en octubre se cumplen cinco años), una vez los latinos eligieron un lema muy oportuno: ‘Los inmigrantes, un tesoro por descubrir’. El Papa anima a fomentar los encuentros para conocer la bendición que son los inmigrantes, no solo porque nos solucionen la falta de mano de obra sino porque el encuentro intercultural enriquece a todos y su ejemplo nos enseña a ser cristianos. 

¿Se rechaza al inmigrante por ser de fuera o por ser pobre?

Porque es pobre. Mi parroquia está entre dos albergues de transeúntes, el de Cáritas y el del Ayuntamiento. Las personas sin hogar son totalmente invisibles a la mayoría de las personas y muchos de ellos son forasteros.

España y Córdoba reaccionaron con un aluvión solidario a la guerra de Ucrania. ¿Por qué la respuesta ha sido diferente ante el terremoto de Marruecos o ante las miles de muertes en el Estrecho? ¿Eso es racismo?

Está claro que la respuesta a Ucrania fue mayor porque eran blancos y europeos. Con África y Marruecos no ocurre lo mismo porque lo que oímos de allí siempre son catástrofes y desgracias. Parece que estamos acostumbrados a que a los pobres les toque perder. De todas formas, con el terremoto, Cáritas y la Fundación Don Bosco, que tiene muchos extutelados marroquíes, han lanzado una campaña están recaudando fondos y con Libia igual.  

«Aunque me cueste admitirlo, los inmigrantes están a la cola en las preocupaciones de la Iglesia, no del Papa»

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En España, la Iglesia tiene temas recurrentes como el aborto, pero se habla menos de la situación de los inmigrantes pese a ser uno de los colectivos más vulnerables. ¿Usted cree que es una prioridad para la jerarquía?

Desgraciadamente y aunque me cueste admitirlo, tengo que decir que los inmigrantes están a la cola en las preocupaciones de la Iglesia oficial, aunque no del Papa, hay otros temas que se tratan más como familia y vida. Por las leyes sociológicas, entre los pobres los inmigrantes ocupan los puestos más bajos, por el rechazo que sufren, porque no se conocen, pero a nivel de los programas de los obispos, se les tiene en cuentan, pero no es una de las prioridades. Luego pasa una cosa. Esta mañana, he estado atendiendo en Cáritas y a alguien se le escapa: «A los inmigrantes les dais y a nosotros...». Y tienes que decir no, eso no es así. La gente confunde a refugiados e inmigrantes. Solo faltaría que hubiera recursos especiales para ellos, la gente nos daría la puntilla. Sobre lo que me preguntaba, hay provincias como Murcia que tienen personas liberadas dedicadas a la inmigración, depende.

¿La Diócesis de Córdoba cómo es en este aspecto?

...Bueno, en general, a los inmigrantes siempre les toca las de perder, pero eso pasa en la Iglesia y en las instituciones públicas. Muchas veces, Cáritas tiene que salir a cubrir cuestiones que son responsabilidad de la administración. También pasa que cuando organizamos una actividad solidaria o de concienciación los que menos disponibilidad tienen son los funcionarios del ámbito social o el personal que cobra en las oenegés. Los que están de verdad con los inmigrantes son los voluntarios que trabajan por vocación. Se vio en la pandemia, cuando los trabajadores públicos se atrincheraron en sus casas y fueron los voluntarios y las parroquias los que estuvieron en la calle.

«Parece que estamos acostumbrados a que a los pobres les toque perder»

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Usted fue funcionario en el pasado y se fue. ¿No le gustó lo que vio?

Hubo momentos interesantes. Al principio de los Servicios Sociales, creamos la ayuda a domicilio, había diálogo con las asociaciones de vecinos, pero luego no había apenas recursos y el Ayuntamiento nos puso a los trabajadores sociales como parapeto. La gente venía a pedir y yo decidí que para estar rellenando papeles y diciendo a la gente que no había cómo ayudarles, prefería irme y vivir con el sueldo de cura. 

¿A día de hoy, la Iglesia, las instituciones y las oenegés trabajan coordinadamente en Córdoba?

Nosotros tenemos la mesa diocesana de migraciones con las entidades eclesiásticas y antes había una entidad de Participación Ciudadana que nos reunía, pero no existe una coordinación oficial.

La natalidad está en caída libre y eso sitúa a la inmigración como un salvavidas para Europa. ¿Cree que en pocos años la sociedad cambiará su perspectiva aunque solo sea por puro egoísmo?

Ojalá la sociedad sea cada vez más acogedora porque la realidad es que los inmigrantes aportan mucho más de lo que reciben.

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