La cordobesa Cándida Barquero lleva desde los 19 años conviviendo con una ataxia, grupo de trastornos neurológicos que se caracterizan por la afectación progresiva de la capacidad de coordinación de los movimientos. El día mundial de estas enfermedades raras, que de momento no tienen cura, se conmemora este lunes 25 de septiembre.
Cándida acaba de cumplir 70 años y sus extremidades inferiores se encuentran ya bastante afectadas, pierde constantemente el equilibrio y no puede caminar sin agarrarse. En casa cuenta con el apoyo de su marido, Rafael Menbrives, y utiliza un andador, aunque más de una vez Rafael se ha encontrado a su esposa en el suelo, debido a que le fallan las piernas. «Mi mujer tuvo que dejar de hacer la comida porque una vez se le escapó la olla y se quemó la barriga», se lamenta el marido de esta paciente.
Con la silla manual le cuesta desplazarse
Cándida ha acudido en varias ocasiones al especialista en Neurología y a la enfermera de enlace de la sanidad pública para que le receten una silla eléctrica, que ayude a esta paciente de ataxia a poder desplazarse con mayor comodidad, pues su marido tiene ya 72 años y le cuesta mucho poder tirar de su mujer en una silla de ruedas manual y más por calles que no son rectas.
«Nos condenan a vivir encerrados cuando nos niegan este tipo de prestaciones», denuncia Rafael, que señala que, por otro lado, únicamente cuentan con apenas dos horas de ayuda a la dependencia semanales para su mujer, porque a pesar de las limitaciones que presenta Cándida, sólo tiene reconocido un grado de discapacidad del 57%.
Esta cordobesa tampoco recibe pensión porque nunca le dieron oportunidad de trabajar en algún puesto que se pudiera adaptar a su enfermedad, una patología que a su vez tardaron mucho en decirle que la padecía porque no le daban un diagnóstico. Así que esta pareja vive con la pensión de Rafael, que no es nada cuantiosa.
Acoda, Asociación Cordobesa de Ataxias
El apoyo que recibe este matrimonio cordobés de la Asociación Cordobesa de Ataxias (Acoda) es muy importante. «Carolina, la trabajadora social siempre está ahí para lo que la necesites, sin importarle el día y la hora», resaltan. También destaca Rafael el respaldo que recibe su mujer cada semana de un grupo de compañeras cuando acude a la piscina de Vistalegre para hacer ejercicios que contribuyen a mitigar el anquilosamiento de las extremidades de Cándida.