Sociedades de pediatría y profesionales de atención temprana muestran una gran preocupación por el hecho de que bebés y menores pasen cada vez más tiempo delante de dispositivos móviles, internet y redes sociales. La sobreexposición a esta tecnología desde corta edad está incrementando los casos de niños con trastornos del lenguaje detectados por los pediatras y que son derivados a centros de atención temprana.
El especialista en Pediatría Daniel Ruiz constata que «vemos cada vez más niños con retraso en la adquisición del lenguaje, que no guardan en principio relación con autismo, retraso madurativo u otro trastorno del desarrollo, aunque a la larga puedan estar relacionados. Son pequeños que no miran a la cara de otras personas, que presentan dificultades para responder a su nombre o para mantener la atención cuando se les dice algo o tienen que responder a órdenes sencillas».
Signos de alarma
Daniel Ruiz indica que «la alarma salta entre los 18 y 24 meses, periodo de adquisición del lenguaje y en el que se puede comprobar si puede haber un problema·. Ruiz precisa que hay familias que presentan dificultad para reconocer que la falta de lenguaje de su hijo puede venir derivado del uso de dispositivos móviles a esa edad tan temprana y añade que se ven cada vez más teléfonos incorporados a a los carritos de los bebés, los cuales aíslan del entorno al pequeño que va ahí sentado, ya que no interactúa con nada ni nadie, sólo mira una pantalla.
Consecuencias
Además, este pediatra indica que en niños más mayores que los lactantes el abuso de las pantallas y de los móviles está elevando el sedentarismo, obesidad, aislamiento (no querer salir a la calle), intolerancia ante la frustración, no saber compartir o resolver conflictos y los déficits en la visión.
«El móvil o la tableta no pueden hacer de canguro ni son sólo un juego, ya que con el paso del tiempo les puede generar una adicción, un síndrome de abstinencia cuando no los tienen, que puede derivar en situaciones incluso de agresividad. El uso del móvil, tabletas u ordenador debe supervisarse siempre en la infancia», añade Ruiz.
El reto de proteger a la infancia
Sobre estos problemas, la directora del Centro de Atención Infantil de la Universidad de Córdoba, Araceli Sánchez, recuerda que la Federación Española de Asociaciones de Profesionales de Atención Temprana ha planteado que, entre sus retos, está proteger a la infancia frente al abuso de las pantallas, sobre todo entre los 2 y 4 años. Sánchez subraya que esta federación ha lanzado esta alerta porque el abuso de dispositivos móviles a esas edades va asociado a un empobrecimiento en los recursos de comunicación, comprensión, expresión, autorregulación y puede derivar en adicción.
Que los niños vuelvan a los parques
«Durante la pandemia se perdió mucho ir al parque con los hijos y no se ha recuperado como antes. Los niños tienen que socializar y jugar en los parques, no comer o estar media tarde frente a pantallas. Los profesionales de la atención temprana llevamos desde hace unos años advirtiendo de que se está abusando de las pantallas, ya que hace décadas en las casas había una sola tele y algunos canales, pero ahora la tele siempre está puesta y con una infinidad de oferta para ver, más las tabletas, internet, móviles o juegos tipo play. Se le da el móvil al niño para que se calle o se calme, creyendo que solucionamos un problema y porque se vive rápido y lo que queremos todo y ahora, sin reparar el daño que se causa así al menor», denuncia esta experta.
Más adicción a los juegos de rol
Por su parte, la especialista en Psicología Clínica del hospital Reina Sofía Pilar Martín, resalta que a la Unidad de Salud Mental Infantil y Juvenil (Usmij) suelen derivarse casos de trastornos del lenguaje más graves, relacionados con otras afectaciones del desarrollo, y advierte de que se están detectando cada vez más en el hospital patologías mentales en menores (sobre todo chicos) por su adicción a juegos de rol, dependencia reconocida como un trastorno psicológico, que engancha a niños y adolescentes, que pasan numerosas horas atrapados en una realidad paralela, lo que le reduce el tiempo que deberían destinar a comer, dormir, estudiar o a interactuar con otras personas.
«En niños pequeños, el abuso de las pantallas, puede demorar la adquisición de vocabulario y generar dificultad para resolver conflictos, ya que mientras el menor está jugando o viendo unos dibujos no está jugando ni interactuando», explica Pilar Martín.
«Es un problema que haya familias y padres que estén normalizando que sus hijos no descansen ni duerman lo adecuado por jugar durante horas a videojuegos o por estar conectados a internet o redes sociales. Cuando existe una dependencia es muy difícil luego eliminar ese abuso tecnológico, lo que genera muchos conflictos entre padres e hijos y más posibilidad de que estos menores presentan trastornos de conducta», sostiene esta psicóloga clínica del Reina Sofía