"El cariño que te brinda una familia no te lo brinda un centro de menores"

Rocío se fue a vivir con una familia de acogida cuando tenía 10 años y, a sus 18, sigue con ellos

Luis es padre de acogida desde hace más de 20 años y lo seguirá siendo "hasta que el cuerpo aguante"

Rocío Alhama cuenta su experiencia en una familia de acogida.

Rocío Alhama cuenta su experiencia en una familia de acogida. / MANUEL MURILLO

Noelia Santos

Noelia Santos

Rocío Alhama acaba de cumplir 18 años y sigue viviendo en Lucena con su familia de acogida, como hace desde que tiene 10 años. Este jueves, la Junta de Andalucía ha presentado la campaña Acoger, adoptar, colaborar, da mucho, en la que apela a la solidaridad de las familias cordobesas para acoger a menores que estén en centros de protección. Rocío ha contado su experiencia, desde el inicio, en el que reconoce que tuvo miedo, hasta ahora, cuando está estudiando un ciclo de atención a personas con dependencia.

"Cuando me dijeron de irme con una familia de acogida pensaba que podía perder el contacto con mi familia biológica", cuenta Rocío, que asegura que se lo pensó mucho porque no quería dejar de ver ni a sus padres ni a su hermana. "Llegué al centro y pensé que por qué me había tocado a mí", narra con entereza para después asegurar que tomar la decisión de irse con la familia de acogida fue "lo mejor que he hecho en mi vida". Con sus padres de acogida Rocío se dio cuenta de que "no había estado en un ambiente bueno antes", pero ella no quería dejar de estar con sus padres y tanto a ellos como a su hermana los sigue viendo y manteniendo el contacto.

El miedo también está en la familia de acogida

El miedo que sintió Rocío cuando le dijeron que podía irse con una familia de acogida también se extiende a todo el sistema, y es lógico. Luis y su mujer son padres acogedores desde hace más de 20 años y cuando se decidieron a dar el paso de entrar en el sistema ya tenían tres hijos. "Es una experiencia fabulosa, mucha gente no se acerca por miedo, porque se piensan que no lo van a hacer bien", cuenta Luis, que recuerda que "todos los niños tienen derecho a tener un adulto que se vuelva loco por ellos y se lo demuestre".

El miedo desaparece cuando se vive la experiencia que, reconoce Luis, "es una locura, pero una bendita locura". Este padre de acogida cree que todos los niños que "no han tenido la posibilidad de crecer como deberían tienen que tener una solución a través de un hogar". Él y su mujer siguen siendo familia de acogida y lo serán "hasta que el cuerpo aguante". Es cierto que los niños "vienen muy dañados" por las experiencias que han tenido que vivir, pero el amor que se les puede dar "ellos te lo devuelven multiplicado".

Luis, padre de acogida, cuenta su experiencia.

Luis, padre de acogida, cuenta su experiencia. / MANUEL MURILLO

"Si vas a suplir una carencia estás equivocado"

Luis también reconoce que es complicado ser familia de acogida porque el menor, tarde o temprano, tiene que irse. "Hay que saber a qué mundo se acerca uno", explica y añade que si el objetivo de la familia es "suplir una carencia, están muy equivocados". "El niño no es tuyo y lo tienes que tratar como si lo fuera, pero tienes que saber que se va a ir y eso duele muchísimo", admite Luis, que también lanza la pregunta: "¿Alguien renunciaría a conocer a sus abuelos porque sabe que se van a ir? Pues esto es lo mismo".

Suscríbete para seguir leyendo