reportaje

La vida en ‘stand-by’

El esfuerzo de preparar la oposición supone también una serie de sacrificios

Una oposición requiere meses y meses de preparación.

Una oposición requiere meses y meses de preparación. / MANUEL MURILLO

Noelia Santos

Noelia Santos

Sacarse unas oposiciones no es tarea fácil. Las pruebas pueden ser más difíciles o más asequibles, pero el reto se vuelve mayúsculo cuando, junto a ti, hay cientos de personas que tienen tu mismo objetivo. Querer tener un puesto fijo para toda la vida y bien remunerado es el sueño de muchos y muchas. Una de las formas de conseguirlo es accediendo a un trabajo en la administración pública a través de una oposición. 

Isabel Jurado decidió opositar a los 35 años. «En mi trabajo de entonces llevaba ya 15 años y, aunque había promocionado, no veía opciones de mejorar mis condiciones económicas ni tampoco mi calidad de vida porque era un trabajo muy absorbente en el que, además, trabajaba muchas horas», relata Isabel, que, mientras trabajaba, se sacó la carrera de Magisterio y también se preparó la oposiciones a Educación Primaria, que aprobó a la primera.

«Aprobando se siente una gran satisfacción por haber tenido un reconocimiento a todo el esfuerzo. Yo no dejé de trabajar para estudiar, compatibilizaba las dos cosas y fue muy duro, pero también estaba muy concienciada», cuenta esta maestra de Inglés que cree que la clave para aprobar está en «ser constante y no tirar la toalla». El esfuerzo que supone opositar, dure lo que dure, luego se ve recompensado, «apartas un poco todo lo demás, realmente no tienes mucha vida más allá de estudiar. Pero es temporal y luego el beneficio es mucho mayor», añade.

La recompensa viene en forma de estabilidad porque «ningún trabajo te da la garantía de tener puesto siempre asegurado», recuerda Isabel, que sí apostilla que «si tienes otros objetivos, ya sean económicos o de ascenso profesional, eso en un puesto público no va a pasar porque tu trabajo va a ser siempre el mismo, salvo algunas excepciones».

Fortaleza mental, energía y organización

A esa pausa en la vida que supone estudiarse una oposición también alude Ana Sarmiento, que ahora se está preparando las oposiciones para acceder a una de las plazas de auxiliar administrativo del Ayuntamiento de Córdoba. Los sacrificios son evidentes y Ana lo define como «tener la sensación de que tu vida está en stand-by y pendiente de un examen».

La situación económica y personal del opositor también influye mucho a la hora de prepararse los exámenes. «Si quieres sacarte de verdad una oposición, le tienes que dedicar el mismo tiempo que le dedicas a un trabajo y, económicamente, no todo el mundo puede permitírselo», apunta Ana, que tampoco ve imposible el reto de compatibilizar ambas cosas, aunque, eso sí, «requiere de mucha fortaleza mental, energía y organización del tiempo, que no todo el mundo tiene».

Proceso selectivo teórico de Sadeco.

Pruebas selectivas para una plaza en Sadeco. / CÓRDOBA

Ana reconoce que «estoy haciendo esto gracias a la ayuda de mis padres y sin ellos no podría estar opositando. Tendría que trabajar de cualquier otra cosa, y trabajar y opositar es una tarea muy complicada», incide. Ella es psicóloga y llegó a presentarse a las oposiciones de la Junta para este cuerpo, también lo ha intentado con otras de administración de la Junta y unas más para el Ayuntamiento de Sevilla.

Señala que decidió opositar «porque justo antes de la pandemia me quedé en paro» y «viendo la perspectiva laboral que había, la forma más segura de tener un trabajo estable, con salario digno y un horario que permita la conciliación era esa». La oposición, agrega, «ha sido una constante en mi vida desde la pandemia». 

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