SOLIDARIDAD

Prolibertas ayuda a la inserción sociolaboral de cuatro mujeres con el proyecto Entretejid@s

Ofrece formación y un contrato de seis meses dentro de un programa de economía circular para la venta de moda sostenible

Eduardo García, Yolanda López, Antonio Jiménez, Eva Contador, Elena Martín, Claudia Peña y Pastora Gómez presentan el proyecto

Eduardo García, Yolanda López, Antonio Jiménez, Eva Contador, Elena Martín, Claudia Peña y Pastora Gómez presentan el proyecto / P.M.L

Una prenda usada o desgastada y, en apariencia, pasada de moda puede ser arreglada para lucir como nueva antes de empezar a vivir una segunda vida. Así funciona la economía circular en la moda sostenible y también sirve de metáfora para explicar el cambio de rumbo de cuatro mujeres en riesgo de exclusión social quienes, gracias al proyecto Entretejid@s de la Fundación Prolibertas, han obtenido un impulso para seguir adelante con unas vidas complicadas.

La iniciativa, llevada a cabo gracias a la colaboración de la Fundación La Caixa, se ha presentado este jueves en la tienda de ropa vintage de la calle María Cristina, 8, donde las contratadas por el programa llevan a cabo, con el asesoramiento de las monitoras de Prolibertas, un proceso socioeducativo de reparación de las prendas, así como su venta al público.

El itinerario comienza en el centro social Casa Libertad, donde se realiza la recogida de las prendas donadas, así como su clasificación para la organización de mercadillos solidarios, como el que tendrá lugar el próximo 3 de junio en la calle Sagunto. También se facilita el reparto de ropa a colectivos vulnerables en el comedor social Trinitarios. El último paso es el trabajo en la tienda del centro, donde se llevan a cabo las labores de higienización, planchado y reparación de las prensas, sin olvidar la importancia de la decoración, el escaparatismo y la venta al público.

Contribuir a la inserción laboral

De este modo se pone a disposición de la ciudad un punto de venta con el que contribuir a la sostenibilidad, al mismo tiempo que se proporciona una experiencia profesional a mujeres en riesgo de exclusión para impulsar su autonomía y contribuir a su inserción laboral con el objetivo último de terminar con el sinhogarismo.

Según ha expresado el delegado en Córdoba de Prolibertas, Eduardo García, "este proyecto se suma a las acciones de la fundación en la capital con la casa de día y el comedor social, por lo que supone un nuevo compromiso firme en la lucha contra la exclusión social". Unas palabras a las que se ha sumado la delegada territorial de la Fundación La Caixa, Yolanda López Cosano, para recordar a las entidades sociales que el plazo para solicitar apoyo, a través de sus proyectos, está abierto hasta junio.

Asimismo, la delegada de Servicios Sociales del Ayuntamiento, Eva Contador, ha pedido el "apoyo de la ciudadanía" con la asistencia a la tienda de segunda mano, ya que "encontrarán prendas muy atractivas, a muy buen precio, así como un trato exquisito", de modo que "se pueda dar continuidad al proyecto".

"Necesitaba sentirme útil"

Elena Martín, monitora, junto a Claudia Peña, una de las mujeres empleadas dentro del proyecto Entretejid@s

Elena Martín, monitora, junto a Claudia Peña, una de las mujeres empleadas dentro del proyecto Entretejid@s / P.M.L

Claudia Peña tiene 34 años y sufre de tiroides, esclerodermia y Lupus. Vino a España con su marido y sus dos hijas, hace tres años, huyendo de una situación social complicada en Colombia. Debido a sus dolencias, no encontraba trabajo y, aunque sí podía permitirse a duras penas el alquiler de un piso para vivir con su familia, a menudo recurría a la ayuda del comedor de los Trinitarios para poder salir adelante. La "falta de oportunidades" a su alrededor casi fue motivo de desesperación, pero "yo pedía todo el rato que me incluyesen en cualquier posibilidad de trabajar porque necesitaba sentirme útil", asegura, "Prolibertas me ofreció la oportunidad de comenzar aquí".

Ella es una de las cuatro mujeres contratadas en la tienda de segunda mano donde, con la guía de Elena Martín, la monitora, ha aprendido a coser, hacer remaches o arreglar prendas, entre otras labores, y se siente una más al estar a cargo de la atención del público. "Me siento mucho más segura conmigo misma", comenta.

Es la misma sensación que describe Pastora Gómez, quien vive en la calle desde hace 16 años. "Mi casa es un solar sin agua y sin luz", cuenta. Antes sacaba el dinero que podía de "hacer aparcamiento", que es como llama a pedir dinero a cambio de ayudar a estacionar los vehículos. También estuvo en la cárcel, pero "ya no quiero comer más bandejas", asegura. Su hija de 16 años vive en un centro de menores y uno de los requisitos para volver a vivir con ella es tener trabajo, así que "en eso andamos", pero "poquito a poquito", cuenta.

"Llevo siete meses sin ponerme a aparcar y estoy más tranquila, ya no me pelo con nadie", añade Pastora, para quien "tener una obligación me ha cambiado la vida". No quiere volver a la vida de antes, como tampoco quiere hacerlo María Moreno Ruano, una de las usuarias actuales de la casa de Cáritas de la Fuensanta, después de haber pasado meses viviendo con su perra al lado del río. "Empecé yendo a Prolibertas por comida y para ducharme y ahora soy empleada de esta tienda", explica, contenta de tener "un empujón", aunque "me falta una casa", lamenta.

Son tres historias, una vez truncadas, con un nuevo principio gracias a esta iniciativa solidaria.