Décimo aniversario

Una década de un transatlántico por la capital de Córdoba

El Mercado Victoria forma desde 2013 parte de la esencia de la ciudad y, más allá de referente gastronómico, es agente social y cultural

Espectáculo acrobático durante la fiesta de celebración del décimo aniversario del Mercado Victoria.

Espectáculo acrobático durante la fiesta de celebración del décimo aniversario del Mercado Victoria. / O. Barrionuevo

Manuel Á. Larrea

Manuel Á. Larrea

Si alguien preguntara a los cordobeses, probablemente dirían que una vida. Pero, realmente, el Mercado Victoria cumple 10 años. Una década ha bastado para convertirlo en un rincón esencial de la capital, de esos lugares con duende de los que tanto presume Córdoba. Por eso, Paco Mulero, gerente desde hace ocho años, es de los que tienen la sensación "de que lleva toda la vida". Los méritos son propios.

Definir al Mercado no es tarea sencilla. Mejor dejarle esa labor a quien durante casi toda la década de vida ha hecho que se mantenga como un punto de encuentro entre los cordobeses: "Una caja de sorpresas". Y, pensándolo bien, las razones para llamarlo así son bastantes.

Varias personas disfrutan de la gastronomía del Mercado Victoria.

Varias personas disfrutan de la gastronomía del Mercado Victoria. / AJ González

Bajo la apariencia de mercado gastronómico a la vieja usanza, guarda unas extensas raíces que ya lo han convertido en un agente social y cultural. Porque el Mercado Victoria es ocio, gastronomía, cultura, oportunidad... Entre platos siempre variados, uno puede recorrer una exposición fotográfica o artística, asistir a una cata o disfrutar de promoción de productos. Al ser un "espacio singular", resulta "muy interesante para aquellas personas que quieren decir algo", explica Mulero.

Motor económico y agente social

Su filosofía, además, lo convierte en un importante impulsor económico y social de Córdoba. Por un lado, precisa el gerente, una de las claves es "que los sabores de Córdoba estén metidos dentro del propio Mercado, buscando los productos de nuestra provincia". Eso hace que una cantidad importante de alimentos, como quesos, frutas, verduras o aceites, sean totalmente sostenible y de kilómetro cero. Por si fuera poco, el Mercado Victoria colabora con diversas iniciativas sociales, como puede ser la inclusión de jóvenes con problemas de exclusión social, e instituciones. "Nos gusta devolver una parte de todo lo que recibimos, sobre todo -dice Mulero- a los cordobeses, que son nuestro principal cliente".

Cada mes, detalla el gerente, el Mercado Victoria recibe miles de visitas de personas de la ciudad, de la provincia y de otras partes del país y del mundo. Sus 20 puestos de hostelería conjugan su oferta única para componer un amplio abanico gastronómico. Y, a su funcionamiento diario, contribuyen 150 trabajadores y una cantidad incalculable de proveedores indirectos.

Un lugar con mucha historia

Ya en su origen, el espacio, creado con una estructura forjada de zinc, había sido pensado como lugar de encuentro. Desde 1877, cuando se levantó, ha cumplido de una u otra forma con ese cometido. Durante la mayor parte del tiempo, fue una caseta de feria en manos del Círculo de la Amistad. Por entonces, unas lonas cubrían la estructura metálica durante las celebraciones. Fue en 1993, año en que la Feria de Córdoba se trasladó a El Arenal, cuando dejo de tener dicho uso. Años más tarde, en 2004, el Ayuntamiento inició su rehabilitación y se convirtió en la Sala Victoria, espacio de eventos y actividades culturales. 

José Antonio Nieto (2i), ex-alcalde de Córdoba, durante la inauguración del Mercado Victoria, en abril de 2013.

José Antonio Nieto (2i), ex-alcalde de Córdoba, durante la inauguración del Mercado Victoria, en abril de 2013. / Sánchez Moreno

Casi una década después, tras un concurso de ideas, se decidió que aquella imponente estructura de metal en pleno centro, en el Paseo de la Victoria, fuese el primer mercado gastronómico fijo de Andalucía. El 30 de abril de 2013, quedó inaugurado el Mercado Victoria. Y, a lo largo de estos 10 años, se ha convertido en lo que su gerente llama "caja de sorpresas". Un espacio que ha sabido adaptarse a los tiempos, modernizándose y creando una oferta pulida, como explica Mulero, por el propio cliente en su experiencia diaria.

Impulso de la hostelería

De los 20 locales abiertos, varios forman parte de la historia del Mercado al empezar al mismo tiempo esa aventura. Otras han ido entrando y saliendo. La Salmoreteca, de la Casa de Manolete; el Sojo Mercado; la cafetería Panea; o el Ostras&Mallorca son algunos de los negocios que echaron raíces en su momento. En el último caso, Sebastián y Jéssica tomaron el riesgo de afincarse en Córdoba, procedentes de la isla, para iniciar un negocio de ostras que hoy ofrece también una importante variedad de ahumados y otros productos del mar.

Jéssica y Sebastián, al frente de Ostras&Ahumados, uno de los puestos más longevos.

Jéssica y Sebastián, al frente de Ostras&Ahumados, uno de los puestos más longevos. / AJ González

No fue fácil el camino, cuentan, de introducir un producto como la ostra en Córdoba. Pero, por azares, acabaron llegando a la capital cordobesa y en el Mercado encontraron su oportunidad. Su oferta fue un éxito y, actualmente, presumen de haber convertido ese puesto en su segunda casa, disfrutando del trato con los cordobeses e impulsando su negocio. De momento, mientras siga funcionando, se quedarán ahí.

Para que los hosteleros lleguen y quieran quedarse, Mulero considera que la clave es ayudarles en todo lo que esté en sus manos. Así, aunque esté dividido en diferentes restaurantes, el Mercado funciona como uno solo. Los estrictos controles sanitarios, alimentarios e higiénicos afectan a todos por igual. Y, en lo económico, todos van a una, pero, cuando alguien lo necesita, dice Mulero, tratan de ayudarle en la medida de lo posible, ya sea retrasando un pago o buscando la manera más efectiva de superar los problemas. De esta forma, superó -no sin sacrificio- uno de los momentos más duros de sus 10 años: la pandemia

Un transatlántico

A bordo del Mercado Victoria no suelen mirar atrás. Y casi ni siquiera al futuro. "Vivimos con tal velocidad, porque al Mercado yo lo llamo un transatlántico, hay de todo, multitud de camarotes, vas siempre con prisas y eso te da muy poco tiempo para mirar el pasado", explica el gerente. Sobre todo, cuenta, viven el presente constantemente.

Pero, si se para a pensarlo, a pesar de la alta velocidad, para Paco Mulero "ha sido muy gratificante ir montado siempre como en una tabla de windsurf, en la ola y siempre haciendo cosas, generando vivencias, experiencias, haciendo que venga mucha gente y disfrute".

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